Los Gemelos Weasley

Capítulo Diecisiete. Por La Mañana

Nadie durmió mucho esa noche. A las 6:40 Demi y Lee ya estaban hablando, los dos estaban cerca de mi así que hicieron que me despertara yo también.

— Buenos días, ¿cómo dormiste? — susurro Demi.

— bien — susurré.

La mayoría seguían dormidos, solo unos cuantos se habían levantado.

— ¿Quieres entrar a una apuesta? — dijo Lee con una sonrisa de malicia.

— ¿De qué?

— el primer partido de temporada — dijo Demi — te apostamos entre Lee y yo 70 galeones a Gryffindor

— ¿Quieren que apueste 70 galeones en contra de mi casa? ¿¡A Hufflepuff!? — ambos asintierón — hecho...

Los primeros rayos de solo penetraron por las ventanas del gran comedor y uno a uno los estudiantes despertarón.

— ¿Qué te pasó? — dijo Halley mirándome como si tuviera mocomurcielagos en la cara

— No dormí bien ¿Okay? — dije pensando en las ojeras y cara de sapo que debía tener en este momento.

Halley negó y le pego a Demi en el brazo para que volteara

— mira a Atenea — le dijo sin despegar la vista de mí

Demi algo cegada por los rayos del sol se giró a verme.

— ¡Santos... Calzones... De... Merlin! — dijo Demi viéndome

Tome mi cobertor y me restrege la cara pensando que la tendría manchada o algo.

— ¿Ya se me quitó? — dije mirandolas, pero ambas negaron.

George se despertó primero que su gemelo y al verme puso casi la misma cara que mis dos amigas.
Parpadeó varias veces como si pudiera estar viendo a través de un cristal sucio y luego se tallo los ojos.

— ¿Cuando nos fuimos a dormir tu cabello era azul? — todos negamos —. Si, eso pensé — dijo aún algo adormilado —. Me gusta

Mi cabello, después de la pijamada, había quedado bastante corto, apenas y bajaba un poco de mis hombros.

Tome un mechón y note como un azul cielo había remplazado a mi antiguo castaño.

Solté de inmediato el mechón y me di un pellizco en la pierna, pero no, no estaba soñando.

— Descuida, le diré a mi tía — dijo Halley y salió corriendo.

— no te alteres ¿Qué fue lo último que comiste? — interrogó Demi

— lo mismo que todos. La cena de Halloween, aún no como nada de lo que compré en Honeydukes y todos bebimos las mismas cervezas de mantequilla. ¡¿Dónde está Halley?! — dije desesperada.

La pelinegra había desaparecido del salón.

— olvídalo. Iré yo a buscar — dije y me levanté.

Me acomode la túnica y salí del gran comedor.

Subí por las escaleras de mármol hacia la oficina de Lupin, pero estaba vacía, cuando baje me encontré con el profesor Flitwick.

— ...¿Ya lo buscaste en la sala de maestros? Normalmente va ahí a tomar café antes del desayuno

Le agradecí y fui corriendo hasta haya. Los pasillos estaban casi desiertos, los alumnos seguían en el gran comedor y solo algunos regresaban a sus salas comunes a cambiarse.

Toqué y recibí una respuesta afirmativa, por suerte era del profesor Lupin.

— ¡Profesor! ¡No sé qué está pasando!

El se levantó de su silla y me miró con una expresión de sorpresa e incredulidad.

— ¡Diga algo! — dije después de que me contemplará sin decir nada por unos segundos.

El pareció salir de su aturdimiento y busco en su mente las palabras adecuadas.

— bueno, los metamorfomagos son casos excepcionales, normalmente se desarrolla desde el nacimiento, pero tú caso, sin duda es extraordinario, básicamente tus poderes se están desarrollando ahora que entras a tu adolescencia o edad adulta. No eres la primera y es algo completamente normal.

— no me siento muy normal

— descuida, te acostumbraras... Hay textos que te puedo facilitar para que entiendas un poco que está pasando contigo. Si te ayuda en algo, está es la razón por la cual has tenido la habilidad de cambiar partes de tu cuerpo, e incluso tu apariencia total, estoy un 99% seguro de eso.

Pero yo no quería esto.