Han pasado dos semanas desde aquel beso con Max, se a vuelto mas apegado a mi, salimos a cenar, me invita a su casa y nadamos juntos en realidad el tiempo con el es... Simplemente perfecto.
No hemos vuelto a besarnos, no porque no queramos, simplemente por el echo de que no somos nada, aunque yo quiera ser su todo.
Por otro lado Emy... Desde el día que le vendió esa enorme casa a Max, no deja de llamarlo y mucho menos a mi de mandarme mensajes, no le tomó importancia, Max insiste en que es una mujer con agallas y hará hasta lo imposible por separarnos ya que piensa que somos pareja, pero no, aún que no lo seamos, yo no lo permitiré.Hoy es sábado y nos encontramos jugando Boliches, Max para ser sincera es demasiado bueno, en cambio yo... Solo tiro dos, con suerte.
-Oh vamos max, esto no es para mi, mira la bola no tiro ninguna.
-Aprenderás, solo es cuestión de práctica, tu sigue intentando, es más, negociemos.. -Sonrío
-¿Qué? Es trampa, no puedo negociar cuando no sé jugar esto. -Gruní.
-Es fácil, si tu tiras una chuza en cinco intentos cenaremos lo que quieras y donde quieras ¿que dices? -Arqueó una ceja divertido.
-¿Y Si pierdo?
-Bien, harás lo que yo quiera.
-Bien, aquí vamos.
Tire la primera bola de cinco y sólo cayeron tres ¡Demonios! La gente se reía de mi, lo sé, pues venian familias a competir y yo no sabía ni como agarrarla bola, el segundo, el tercero el cuarto y ¡Dios lo hice! ¡TIRE TODAS LAS BOLAS! brinque al regazo de Max abrazándolo, el se limito a abrazarme tan fuerte, como solo el sabía.
-Quiero comida china, en mi casa. -Hable.
-Eso será. -Sonrió ampliamente.
Salimos de allí camino a mi departamento, Max aparcó el coche en un pequeño restaurante para comprar la comida, terminado esto, volvió a conducir en dirección al departamento. Al llegar abrí la puerta, ya que el venía con las manos ocupadas sujetando la cena.
-Pase señorito -Le abrí la puerta con una enorme sonrisa burlona.
-Vaya, gracias jovenasa -Respondió con una sonrisa ladeada.
Serví la comida en platos y comenzamos a cenar, Max no paraba de echarme en la cara que era pésima en el boliche, pero que aprendería del mejor maestro.
Él.
Terminando de cenar me dispuse a lavar los trastes, mientras el tarareaba una canción que sinceramente era fascinante ¿Que hacía mal este hombre?.
Deje se escuchar la canción ya que estaba sumergida en mis pensamientos y sentí unas manos en mis caderas, mi cuerpo se tenso ante su tacto, sentí su aliento en mi cuello y mi piel se erizó ¡Dios!. Cerré los ojos, tratando de disfrutar más sus manos y su aliento ¿Que me pasaba? ¿Que mierda te pasaba Samantha?-Samantha...
-Max...
Comenzó a dejar pequeños besos por mi cuello y dejar una pequeña mordida por debajo de mi oreja que hizo que me estremeciera y la piel volviera a erizarse, una de sus manos seguía sujetando con fuerza mi cadera, con temor de que fuera a escaparme de su agarré, la otra acariciaba mi abdomen de abajo hacia arriba mientras el seguía respirando al lado de mi oído, no podía moverme, en realidad no quería y me costaba aceptarlo.
Lo deseaba.
Me volteo de una manera tan suave, como con temor a romperme en pedazos por el suelo, me miro fijamente por unos segundos hasta que no pude más y me abalancé hacia el..
Besándolo.
El beso aumentó, tomo mis caderas y me subió a su regazo, pase mis labios a la zona de su cuello dejando besos y una mordida, a lo que el gimió, me sostuve con un brazo de su cuello y con la otra acariciaba su gran y trabajada espalda mientras el masajeaba mi trasero, volvió a tomar mi boca y adentro su lengua en ella, deje que lo hiciera, lo deseaba, deseaba a este hombre.
Escuche el cerrar de una puerta y observe mi habitación, no me daba cuenta que el había caminado conmigo en brazos. Me acostó en la cama y éste se acomodo encima de mi volviendo a atrapar mis labios, gemí. Le quite su camisa a como pude y desabroche su cinturón, tarde bastante ya que nunca había echo esto, baje sus pantalones y... ¡Oh oh! "Esto no me entrará"-pensé.
-¿Estas segura? -Preguntó Max con una voz ronca y mirándome fijamente a lo que respondí..
-...

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Mr.Bowman
RomanceSamantha Dávila es una joven trabajadora que no piensa en relaciones amorosas ni citas para ella es una perdida de tiempo, solo se dedica a su trabajo como Organizadora de Eventos, pero entonces conoce a el joven más millonario y codiciado, que solo...