RUMBO A MADRID

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Narra Lara

Eran casi las seis de la tarde y ya llevábamos casi una hora en el avión, el vuelo se había retrasado más de lo normal y me estaba poniendo nerviosa, se supone que ya habríamos de estar en Madrid... "Ahora no Lara, contrólate"-me repetía a mi misma, no quería que me entrara un ataque de pánico en ese momento y estaba haciendo todo lo posible para controlarme. No era la primera vez que me pasaba y no quería volver a vivirlo, así que me abracé al brazo de mi hermana Carol para tranquilizarme.

- Ya casi hemos llegado, tu tranquila. -me dijo entendiendo que significaba ese gesto, no era muy normal que me abrazara a ella, casi siempre nos estamos peleando y cuando ocurren estos momentos aún me pregunto como pueden llegar a pasar.

Pasó un rato hasta que le pregunté:
- ¿Y si no encajo?
- ¿De qué me estás hablando? - dijo, parecía que la había cogido distraída.
- Es que es raro todo esto, nueva ciudad, nuevo instituto, nueva gente a la que conocer... ¿Y si no me aceptan?¿Qué pasara si no encuentro a nadie con quién pueda confiar? - estaba empezando a hacer muchas preguntas hasta que ella me tapó la boca con su mano.
- No te rompas la cabeza con esas cosas, ¡Claro que encajarás! ¿Qué pregunta es esa? Esto es solo un nuevo reto, enfréntate a él y lograrás superarlo. - dijo ella con una mirada que me mostraba confianza.

No sé como lo hacía, siempre necesitaba una sola mirada para hacerme sentir bien, ya se que es mayor que yo y que a veces la odio un montón, pero admiraba su capacidad para hacerme relajar y confortar con una sola mirada cuando no estaba bien. Estaba a punto de preguntarle cuánto quedaba para llegar cuando sonó el altavoz para avisar que estábamos aterrizando. Inmediatamente se me dibujó una gran sonrisa en la cara.

Cuándo por fin pisamos tierra me abracé a mis padres, les había tocado los asientos de la última fila y les había echado de menos.
- Ahora vamos a casa. - dije.
- Si aún falta el bus boba. - dijo mi hermana.
- Tenía que hablar la señorita... - dije un poco fastidiada. Si es que la odiaba. Mis padres se empezaron a reír y al final acabamos riéndonos todos.

Ya habíamos llegado, no había vuelta atrás, tenía que ser valiente y superar este reto, tal y como me había dicho mi hermana.

Tengo ganas de tres cosas: verte, abrazarte y besarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora