SU MERECIDO

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Me levanté gracias a la alarma del móvil después de semanas sin escucharla. Y la verdad tampoco es que la echara de menos.

Cuando bajé por las escaleras , tomándome mi tiempo, para ir a la cocina me di cuenta que faltaban diez minutos para que se abrieran las puertas del instituto. "¡Rápido!" - pensé. Así que me dirigí a la puerta, "¡No espera! Comida, eso, cojo comida y me voy". Fui a la cocina y cogí dos galletas para volver a dirigirme a la puerta.

- ¡Lara! ¿Quieres llegar tarde tu primer día después de todo este tiempo? - dijo Brayan en tono burlón.
- Calla y vámonos. - dije secamente.
Y empecé a caminar con las muletas, pero me di cuenta que Brayan no me seguía. - ¡¿Qué pasa?!
- Eh... ¿No te olvidas de algo señorita?
- A claro... ¡Buenos días! - dije mientras me acercaba y le daba un beso.
- Así mejor, ¡Buenos días princesa!

Estuvimos hablando hasta que llegamos a una manzana del instituto y vimos como estaban a punto de cerrar las puertas.
- Lara, hemos de acelerar, si te pillan otra vez llegando tarde... Ya sabes que son muy estrictos.
- ¡Pero no puedo ir más rápido! - me quejé. Él me miró de arriba a abajo y me contestó.
- Eso lo arreglo yo. - me guiñó un ojo y me cogió. Cogí las muletas con mi mano y empezó a correr hasta llegar a la puerta. El conserje se nos quedó mirando sorprendido.
- ¡Hola Luís! - le saludé aun en los brazos de Brayan. Él solo levantó su mano y cerró la puerta.

- ¡Toc, toc! - grité mientras Brayan tocaba la puerta. Cuando entramos se nos quedó toda la clase mirando, concretamente me miraban a mi.
- Hola señorita Ávila, ¿No le ha explicado su compañero que no se puede llegar tarde a clase? - dijo María, la profe de mates.
- Eh... Lo siento mucho, voy en muletas y necesito mi tiempo para caminar. - dije. María miró mi pierna y entonces cedió.
- Usted tiene mucha suerte de tener ese yeso. - dijo. Yo sonreí victoriosa y me senté en mi silla.
- Por los pelos. - me dijo Mia guiñándome un ojo.
- Ni que lo digas.

En la hora del recreo, Mia y yo estábamos en el patio hablando cuando nos interrumpieron Jenny y sus palmeras.
- Cuanto tiempo Lara... ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Y que se siente al ser salvada de un castigo por un yeso? - rió. En ese momento sentí miedo, vi a Brayan que se dirigía hacia mi desde lejos y entonces recordé sus palabras: "No tienes porque tener miedo, ellas son las que habrían de tener miedo al ver lo que te han echo". Y me rebelé:
- ¡¿Enserio eres tan cobarde?! ¿Meterte con una coja que no puede defenderse para sentirte mejor? - las palabras me salían solas, le tenía mucha rabia en ese momento. - Eres despreciable Jenny, por tu culpa estuve en el hospital una semana entera y aun me faltan dos más para sacarme esta maldita cosa del pie, así que yo de ti me mantendría a distancia si no quieres que estas muletas vayan a parar a tu cuerpo, o, aún peor, a tu preciosa carita. Déjame en paz de una vez. - le solté con cara de asco. Todo la gente de alrededor se me había quedado mirando y ahora miraban con asco a Jenny, quien bufó y se fue decepcionada entre los abucheos de los alumnos.
- Uau. - dijo Mia. - Sin duda le has dado su merecido.

Tengo ganas de tres cosas: verte, abrazarte y besarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora