Tengo ganas de tres cosas: verte, abrazarte y besarte

LO HE ENCONTRADO

Al día siguiente me despertó el sonido del despertador. Me levanté y miré por la ventana dirección a la de Brayan: Buenos días princesa. Sonreí y me fui a vestir.

Cuando terminé de desayunar alguien tocó el cristal de la ventana. Salí y me encontré a Brayan.
- ¿Qué puntual no? - le dije mientras le daba un beso en la mejilla.
- Tenía ganas de verte.
- Vamos, que no quiero hacerte llegar tarde otra vez.
- Pues que no se hable más. - me cogió de la mano y empezamos a caminar.

- ¡Laraaa! - dijo Mia corriendo hacia mi. Estaba esperando a Brayan para volver a casa.
- ¿Qué pasa? - dije confundida.
- Hoy, tu y yo, 17:00, vestido para San Valentín. - dijo alterada.
- Está bien, ¡Nos vemos! - dije mientras le daba un abrazo de despedida. En ese momento apareció Brayan.
- Hola princesa. - dijo. Seguidamente me dio un beso.

Mia y yo llevábamos toda la tarde dando vueltas por el centro comercial, intentando encontrar "el vestido".
- Mia no se porque tanto rato, es solo un vestido.
- Tu calla que tampoco has encontrado el tuyo.
- ¡¿Pero como quieres que lo encuentre si cuando entramos en una tienda a los segundos ya me echas?! - le dije con una ceja alzada. Mia estaba mirando a otro lado y parecía que no me estaba escuchando.
- ¡Tierra llamando a Miaaa!
- Lara, ese es mío. - dijo señalando el escaparate de una tienda, era un vestido largo y precioso de color verde.
- ¡¿Pues a qué esperas?!
- Venga vamos dentro. - dijo finalmente.

- ¡Te queda precioso Mia! - le dije con asombro. Y era verdad, ese color hacía resaltar sus enormes ojos verdes.
- Me lo quedo, pero, ¿Y tu qué? - dijo preocupada.
- No te preocupes por mi, seguro que encuentro uno. - Ella asintió y fuimos a pagarlo. Cuando estábamos en la caja me quedé mirando por la puerta de la tienda, hasta que vi a una cara conocida, Kevin. "Mecachis, Lara escóndete". Me escondí la cara dentro de un vestido, cuando pasó un rato salí, pero me quedé mirando el vestido en el cual me había escondido. Era azul celeste y no era muy largo, más o menos por las rodillas, era de seda y era precioso.
- Mia. - dije sin dejar de mirarlo.
- ¿Qué pasó?
- Creo que lo he encontrado. - le dije sonriendo.

Cuando por fin llegué a casa me encontré a Brayan enfrente de mi portal.
- ¿De dónde vienes? - dijo con una sonrisa.
- No mires, cierra los ojos, ¡Rápido! - le dije escondiendo el vestido. Él me hizo caso y se tapó los ojos. Subí y lo guardé, después bajé en busca de Brayan, el cual me encontré llamando mi nombre con los ojos cerrados.
- ¿Laraa, puedo abrirlos ya? - decía. Me puse delante de él y le aparté las manos.
- ¿Qué querías? - le dije.
- Verte, me aburría en casa y mira, me pasé por aquí.
- Mira que eres tonto, no puedes estar más de dos horas sin mi.
- Es imposible. - dijo mientras me daba un beso.