Cuando fueron las 15:30 salí de casa y me dirigí a la panadería. Tardé más de lo normal a causa de las muletas, tenía que pararme cada dos por tres a causa del cansancio, esto de no poder apoyar un pie en el suelo es un poco incómodo.
- Lara, por fin llegaste, te estábamos esperando. - dijo Belén.
- Ya puedes pasar, tenemos bastantes clientes. - dijo Alberto con una sonrisa.
Me dirigí a la caja y empecé a atender.Estuve así toda la tarde, y tuvimos bastante faena, se ve que todo el pueblo se puso de acuerdo en venir a comprar un sábado por la tarde.
Eran las 20:00 y ya estaba oscuro, empezamos a caminar hacia casa hasta que al cabo de un tiempo mamá habló:
- Lara, aceleraré el paso, me acabo de acordar que he dejado la cena en el horno y se me va a quemar. - dijo preocupada.
- Mamá, está Carol.
- Eso me preocupa aún más, ¡Si tu hermana no sabe ni como encender un horno!
- Tienes razón, ve tirando, ya te atraparé.
- Adiós cariño. - y se fue. Yo seguí caminando hasta que me senté en un banco al lado de un parque para descansar.Estaba observando los arboles y todo lo que me rodeaba hasta que vi un grupo de personas, entre ellas estaba Kevin. Me levanté sin pensarlo dos veces y retomé mi camino. Empecé a mover las muletas más rápido para aumentar el ritmo hasta que alguien tocó mi hombro y me giró.
- Anda... mira quien tenemos aquí, ¡Hola Lara! - dijo Kevin.
- No me toques.
- ¿Por qué tan fría?
- Déjame. - dije secamente. Me saqué su mano del hombro y quise seguir caminando, pero Kevin me agarró de la cintura.
- Vamos, ven aquí. - dijo mientras acercaba su cara a la mía.
- ¡He dicho que me dejes! - grité. Levanté el brazo derecho con la muleta y sin querer le di en sus partes. Vi como se desplumaba en el suelo y empezaba a retorcerse de dolor ante las risas de sus compañeros. Entonces seguí andando con paso acelerado y mi respiración entrecortada. "¿Enserio acabo de hacer eso? Pobrecito... ¡A quién quiero engañar, se lo tenía bien merecido!"Llegué a casa muy cansada, así que cené y me fui rápidamente a mi habitación. Miré por la ventana y vi a Brayan en la suya. Él se dio cuenta de mi presencia y me enseñó un papel que decía: ¿Cómo estás? Yo le contesté con un: Cansada no, lo siguiente. Entonces él me escribió: Buenas noches princesa, a lo que yo le respondí con una sonrisa y un bostezo. Él rió y yo me tumbé en mi cama. No tardé mucho en caer dormida.
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Tengo ganas de tres cosas: verte, abrazarte y besarte
RomanceLara Ávila es una adolescente de 15 años que está a punto de empezar una nueva vida en la ciudad de Madrid. Su familia y ella se han tenido que mudar por el trabajo de su padre y ahora tendrá que enfrentarse a un nuevo reto para ella; Nuevo ins...