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Ashton estaba en aquel lugar de nuevo. La luna brillaba como nunca lo había hecho. Era hermosa. A Ashton siempre le ha gustado la luna. Las historias que contaban de ella, como se inspiraban en ella. Lo relajaba de alguna manera y estaba agradecido.

     Se sentó en la tierra, con las piernas cruzadas. Observó el lago. A su derecha, árboles, a su izquierda, más árboles. Ashton suspiró y decidió explorar. Explorar a las tres de la madrugada.

     Con su linterna en mano, montó su bicicleta y pedaleo despacio para desaparecer por el montón de árboles.

     Un par de minutos pasaron y Ashton seguía pedaleando, inspeccionando el lugar. Pronto, una cabaña se vio de entre los árboles. ¿Quién vivirá ahí? Se preguntaba. Con el entrecejo fruncido, se desmontó de su bicicleta y la recargó en un árbol para ir a la cabaña. Estaba cerrada y no parecía haber una llave de repuesto bajo el tapete de hogar dulce hogar. Ashton observó que la puerta ya estaba muy gastada. Se arrepentiría por eso, pero tenía que entrar. Con todas sus fuerzas, pateó la puerta. Una, dos, tres, varias veces. Una más y fue cuando logró agrietarla. Busco un tronco grande y comenzó a golpear la puerta. Pronto, Ashton estaba dentro de la casa, con la puerta detrás suyo con un gran agujero, justo para que su brazo pasará y abriera.

     Inspeccionó la cabaña. Parecía no estar en uso de hace años. Los pocos muebles que habían estaban cubiertos de polvo y telarañas. Se dirigió a lo que se suponía ser la cocina y se encontró con nada. Sólo el lavamanos con gotas cayendo del grifo. Ashton se acercó y se aseguró de que esté bien cerrada. Después de cerrar el grifo, Ashton se encaminó a la misteriosa puerta al final de la cocina. La abrió y habían unas escaleras. Su linterna estaba lista y él también. Comenzó a bajar, con pasos cuidadosos. Al parecer era la habitación de alguien. Estaba el mueble donde una vez hubo un colchón y una mesa de noche. No olía mal y no estaba tan sucio como la cabaña. Ashton encontró el aparato de la luz. La encendió y apagó su linterna. Era un sótano muy grande. Muy grande. Abrió el cajón de la mesa de noche e hizo una mueca de asco al ver las telarañas que estaban ahí.

     —No le vendría mal una limpiada.

     Cerró el cajón y continuó inspeccionando. Su reloj sonó. Cinco de la madrugada. Ashton suspiró y se dirigió al final de las escaleras. Encendió su linterna y apagó la luz. Comenzó a subir y cerró la puerta del sótano para después salir de la cabaña. La observó. Era de un piso, de un color blanco que se había caído con el paso de los años.

     Se acercó a su bicicleta y se montó en ella para seguir el camino de vuelta. Era muy raro que encontrase una cabaña en medio de la nada. Le era muy extraño.

     Alto. Pensó él. Es una cabaña en medio de la nada, nadie más sabe donde esta mas que yo. Al llegar al lago se veía sorprendido. Donde nadie puede escucharte, ni recurrir a ti. Nadie sabrá donde estás. Y su sonrisa creció más y más cada vez que lo pensaba.

⚪⚪⚪

     Eran las tres de la tarde y Ashton iba en su auto. Si, tenía un auto. Pero el prefería lo clásico, que era pasear en su preciada bicicleta. Pero por más que odiaba utilizar su auto, para esta ocasión la necesitaba.

     Después de ver a un carpintero y pedir ayuda por una puerta, se dirigió a otra tienda por un poco de pintura y utensilios de limpieza. Unas brochas y escobas, trapeadores y trapos.

     Llegó a su casa y lo dejó todo en una caja. Pensó en como haría para llevar eso a su lugar. Y fue cuando rebuscó entre sus cosas por ese carrito rojo. Al encontrarlo, halló una manera de atarlo a su bicicleta y que pidiera llevarlo con él por sólo está noche. Ashton sonrió satisfecho. Colocó la caja en el carrito rojo y sacudió sus manos.

     —Perfecto -murmuró.

     Entró a su casa por la puerta del garaje y cerró la puerta detrás de él. Relajado y tranquilo, estaba por ir a la cocina, hasta que el timbre lo asustó, provocando un salto y un gritillo de su parte.

     —¿Hola? ¿Ashton?

     El corazón de Ashton pareció detenerse. Reconocía perfectamente esa voz. Esa voz ronca que siempre hacia su corazón detenerse y sentirse sin aliento. Ashton se asomó por la ventana y efectivamente estaba ahí. Luke Hemmings estaba frente a su puerta. Ashton no sabía que hacer. No quería abrirle porque sabía que no le diría nada, pero quería abrir debido a que quería ver al rubio. Ashton estaba en un dilema.

     —Um, ¿Ashton?

     Ashton sólo observó a la puerta como si está mágicamente hiciese algo. Pero no. Su mano en la perilla, dudando en girarla o no. Lentamente apartó su mano de la perilla.

     —¿Ash?

     Ashton tragó duro. Estaba nervioso. Comenzó a temblar. Sus manos parecían no estar estar estables. Retrocedió observando sus manos. Tomó asiento en el sofá y junto sus manos, entrelazando sus dedos. Comenzó a respirar profundamente y a exhalar todo. Luke comenzó a tocar la puerta.

     —¿Estás en casa?

     Ashton negó. Se acercó a la puerta y se apoyó en ella. Escuchó a Luke resoplar y unos pasos para luego, nada. Se había ido.

     Ashton soltó un gruñido y se levantó. Trató de calmarse antes de que un ataque de ira llegará a él. Después de relajarse, Ashton volvió a su habitación.

     Ahora solo faltaba esperar.

⚪⚪⚪⚪⚪⚪⚪⚪⚪⚪⚪⚪⚪⚪

Omg.

WOOO ALTO A TODO EL MUNDO. Dos capítulos en un día. Es el fin del mundo.

¿qué les pareció? Tell meh.

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Lots of love my loves.

N ♥

CRUSH 💋 LASHTON AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora