23. Ocultando la verdad

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Capítulo 23. Ocultando la verdad

Julieta
19 años
5 junio del 2005.

El hecho de caminar del restaurante a mi casa hace que mis pies empiecen a doler por culpa de los tacones, y es que no me imagine que esto terminaría así.

Mi madre me matara cuando se entere sobre lo sucedido, había estado pensado en las miles de formas en que podría evitar que se enterara, pero después de un tiempo resulto inútil, ya que para ser sincera siempre Andrew y yo hemos estado prácticamente pegados uno al otro.

Un suspiro de alivio se escapa de mis labios cuando soy capaz de ver con claridad mi casa, las luces se encontraban totalmente apagadas ocasionando que mi cuerpo entero dejara de estar en tensión, por lo menos hoy no tendría que darle explicaciones a nadie.

¨****¨

El ruido constante de la puerta al ser golpeada hace que abra los ojos con pesar, me dolían, y sentía como si estos fueran pelotas de golf en vez de ojos, tal vez sea que no pude evitar llorar por la noche, hacer todo aquello no era tan simple como todo mundo se imagina, no sólo era terminar con alguien, era echar a la basura tantos años compartidos, esa era una razón mayor para el dolor que empezaba a volverme loca, no pude dormir por más que quise hacerlo, porque apenas cerrar mis ojos era hacer un enorme esfuerzo para que la imagen de un Andrew totalmente destrozado no apareciera en primer plano.

—¡No me molesten!— grite con voz ronca, no quería ver a nadie, no quería decirles lo que había hecho, porque sé que se molestaran y más mi madre, no quiero que hagan preguntas que es lo que menos necesito en estos momentos, no quiero que me reprochen y menos que un " vuelve con él" salga de sus labios.

Me tome la molestia de estirar mi brazo y tomar el cobertor, y cubrir por completo cada extremidad de mi cuerpo, quería desaparecer, quería seguir durmiendo.

—¿Cómo te fue con Andrew?— haciendo a un lado mi protesta la voz de mi madre resuena sobre mis oídos sin que pueda evitarlo.

Suspiro, no respondo, simplemente no quiero hacerlo.

—¡Julieta!— mi madre vuelve a tocar la puerta, su voz suena enojada y no hace falta el saber por qué —. Julieta, ¿qué pasa?, ¿te hizo algo Andrew? Me preocupas, yo... solo quiero saber.

—Mamá, ¿por qué no la dejas descansar?, más al rato podrás hablar con ella— sugiere Evan, no lo había escuchado llegar pero se lo agradecía en lo más profundo de mi corazón — tal vez no está bien.

Escucho sus pasos alejarse después de unos cuantos minutos, sé que mi madre es una persona muy insistente pero mi hermano puede llegar a serlo más cuando se lo propone. Destapo mi cara, y lo primero que veo al hacerlo es el techo en el que tanto Andrew y yo trabajamos para que quedara perfecto. Una ligera sonrisa se asoma por mis labios al recordarlo y una pequeña lágrima se escapa del rabillo de mi ojo sin que pueda evitarlo, la opresión que siento en mi pecho no desaparece aun cuando ha pasado horas desde que deje aquel restaurante, la forma en la que me miró antes de marcharse, la forma en la que su cuerpo entero se veía devastado, sus palabras, todo, incluso la más mínima cosa había quedado grabado en lo más profundo de mí, y aunque trato de apartarlas y enterrarlas en alguna parte de mi mente, no puedo dejar de repetirlas.

"Feliz aniversario amor"

—Feliz aniversario Andrew— susurro, tomo la pequeña caja y saco el anillo, ahora entiendo esa necesidad que tenía Andrew de trabajar más horas, entiendo ahora el por qué siempre se ponía nervioso cuando me veía, ahora entiendo tantas cosas. Me coloco el anillo y lo observo, las cosas podían haber acabado diferente, y la sensación repugnante de ser la causante del caos me deja que un sabor de boca amargo. Sin poder retenerlo, un sollozo se escapa de mis labios y sin más las lágrimas caen por si solas mojando por completo parte de mi cara e incluso parte de mi almohada.

No sé qué sentir, ni qué pensar, ya no sé qué hacer. Quiero gritar, quiero irme lejos de aquí y no volver, alejarme de todo lo que he hecho, comenzar de nuevo en un lugar en el que nadie me conozca. Me quito el anillo sintiéndome completamente tonta el tan solo disfrutarlo, no lo merecía, así que, dejanlo sobre la mesilla, me dispongo a terminar todo lo que había empezado.

Limpie lo más que pude cualquier rastro de lágrimas, y baje lo más lento que pude las escaleras, sintiendo el constante golpeteo que hace mi corazón contra mi pecho, cerré en un puño ambas manos, enterrando mis uñas en las palmas en el proceso. Quería llorar, seguir en mi cuarto y seguir llorando hasta que se acaben mis lágrimas, pero no podía seguir así.

Todos se quedan callados cuando entro por la puerta del comedor y no hace falta ser tan inteligente para saber que hablaban de mí, me senté al lado de mi padre que inmediatamente me recibió con una sonrisa tranquilizadora. Desde el momento en que llegue he mantenido mi vista en la mesa, no me atrevo a levantarla.

—¿No se supone que debería de estar feliz ?— susurro Dough a Evan, este le proporciono un fuerte golpe en la parte trasera de su cabeza por la falta de discreción en la que pregunto sobre mi estado de ánimo.

— Bueno pues yo pido su cuarto— se apresuró a decir Estefan, levante rápidamente mi mira hacia él con los ojos totalmente abiertos y éste se limitó a encogerse de hombros.

¿Ya lo sabían?

— Eso no es justo — de pronto todos en la mesa empezaron a pelear por mi habitación, baje la mira y sentí como pequeñas lágrimas salían de mis ojos.

—Papá, yo soy el mayor, yo debería tenerla.

—Por esa razón yo debería tenerla, yo me quedare un poco más de tiempo aquí sin embargo ustedes no.

Vi por el rabillo del ojo como mi madre reía por tal situación.

— Le dije que no — digo rápidamente, todo se sume en un silencio sepulcral, asfixiable.

—¿Julieta?— mamá pregunto confundida.

—Termine con él.

Al verla directamente a los ojos, lo único que pude apreciar en ellos era decepción, aparta la mirada antes de ponerse de pie he irse directo a su habitación sin dirigirle la palabra a nadie.

Mi padre forzó una sonrisa y coloco una de sus manos sobre mi hombro para darle un leve apretón, se levanta con sumo cuidado de la silla y sigue a mi madre. Y como si los otros cuatro restantes pensaran lo mismo siguieron a mi padre, dejándome totalmente sola.

Tomo mi celular y le marco a esa persona que es causante de todo esto, aquella persona que me puede ayudar a olvidar.

—¿Julieta?

—Lo hice.

—¿Paso por ti?

—Te necesito.

Acosadora (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora