NÁUFRAGOS EN UN NUEVO MUNDO II

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El sol se escondía al occidente oscureciendo un poco el paisaje, el cielo se torna de un color rojizo pálido con tonalidades anaranjadas, las nubes se hacías oscuras y al oriente se divisaba una de las lunas emergiendo, el astro redondo de color blanco tomaba lugar en el firmamento mientras el sol se ocultaba entre las nubes y montañas; los ruidos del bosque adornaban el ambiente, la segunda luna se posaba al nororiente e ilumina la montaña y gran parte del bosque con sus pálidos rayos plateados.

Las estrellas se unen a la fabulosa danza astral y anuncian la llegada de la tercera luna y la perpetua oscuridad del firmamento, un pequeño astro rojo emerge del suroriente y con su luz ilumina un poco el estrellado cielo, los tres astros hacían una combinación perfecta entre el firmamento y los millares de estrellas.

–Es sumamente hermoso...

–Volví.

–¿Qué conseguiste Rayan?

–Derecho como a unos 50 metros, hay un río, y pues me puse a pescar con un palo, solo atrapé uno y no sé si sea comestible, yo lo veo muy feo con esos dientes... ¿hacemos la prueba?

–¿Tienes algo para preparar la fogata? Ya está muy oscuro y lo único que veo son estrellas... lindas estrellas.

–Pues déjame ir por madera y la preparamos con un poco de pólvora de las balas que quedan.

–No, no nos podemos gastar las balas así, yo tengo una idea, déjame ir por la madera y yo hago la fogata, tú descansa un poco moradito, debió ser difícil atrapar al pez o como sea que se llame ese coso, dame tu cuchillo.

Rayan me entrega su cuchillo y me adentro un poco al bosque en busca de ramas que cortar, la poca luz de las lunas me da un panorama no muy favorable para mi vista, ya que solo puedo ver a unos cuantos metros de donde estoy y lo demás es perpetua oscuridad; logro palpar un tronco delgado y empiezo a hacer un corte con el cuchillo de combate para poder romperlo, al momento de caer veo que es un poco más largo de lo que imaginaba, casi tres metros de madera caen al suelo; me agacho y tomo un puñado de hojas y hierba seca del suelo, luego pongo el cuchillo en mi boca para poder arrastrar el tronco con mi mano libre.

–Esta cosa pesa más de lo que imagine.

Con mucho esfuerzo arrastró el delgado tronco hasta el pequeño claro a las faldas de la montaña, un poco cansada por todo ese esfuerzo suelto el tronco y me arrodillo con la respiración agitada, Rayan al verme suelta el pescado y arrastra el tronco hasta nuestro improvisado campamento, al levantarme le doy el cuchillo para que destripe al pescado y me siento a admirar las estrellas una vez más.

–La sangre del pescado también es azul, al menos si me muero moriré feliz porque lo último que hice fue comer. –Dice Rayan entre risas.

–¿Solo piensas en eso tonto?

–También pienso en ti mi niña.

–No me digas así, ese apodo lo usaba mamá y solo quiero que lo use ella.

–Disculpa Anee, ya le saqué las tripas, no te gustará verlas.

–Tienes que arrojarlas lejos de aquí, así no llamaremos la atención de animales indeseables, y no sé qué clase de animales hay aquí, pero después de ver ese reptil gigante no me siento muy confiada.

Rayan camina con las asquerosas tripas y órganos del animal y desaparece por cinco minutos, aprovecho para partir el tronco con el cuchillo (antes lo limpio) y logro romper cuatro grandes trozos que servirán como base de la fogata, después de eso corto unos trozos más pequeños para alimentarla y afilo un trozo de madera para atravesar el pescado o lo que sea ese animal.

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