*Ed's P.O.V.*
Camino a casa de Nina luego de esa nefasta fiesta, ninguno emitió sonido. Íbamos en colectivo, yo, sentado al lado de la ventana en la fila derecha, y ella, en la ubicación opuesta, pegada a la otra ventana. Hacía frío y era tarde. Estaba muy oscuro, nublado, y el colectivo estaba básicamente vacío, a excepción de un hombre que dormía en los asientos del fondo. Mis rodillas temblaban y mis labios se sentían tan secos que se quebraban con un leve movimiento. Me dolía hablar, a ella no le apetecía mirarme.
¿Estaba borracho? No lo creo, la lucidez me acompañó todo el tiempo desde el inicio de la reunión hasta ese momento.
¿Había tomado? Bastante, pero quizá la situación a mi alrededor era demasiado para mí como para permitirme caer bajo los efectos del alcohol. O simplemente las bebidas estaban vencidas. No lo sé.
La observé de lejos, su rostro la mostraba preocupada, su ceño fruncido y la mirada perdida no eran buen indicio de nada. ¿Pero no estaba muy cómoda y alegre con su ex pareja horas antes? Quizá yo era su ex pareja ahora. ¿Quién sabe?
Todavía podía recordar como él pasaba sus manos por su espalda, gozando de los labios que yo también había probado.
Para ahuyentar esos pensamientos dolorosos, miré a través de la ventana el paisaje de una ciudad a oscuras, pero que brillaba.
Sin embargo no lo logré. ¿No es extraño como las cosas cambian en un segundo? ¿Con una mirada? ¿Con un gesto? ¿Con un error?
* * *
- Mejor duermo en el sillón- habló Nina mirando el suelo en un tono de voz muy bajo.
- Bien- dije frío y cortante, incluso hiriente. No fue intencional. Mis sentimientos me suelen controlar. Me dejó solo en su habitación.
Esas fueron las únicas palabras que nos dirigimos al llegar a la casa. Su madre y su hermana dormían, eran las cuatro de la madrugada, era tarde. Desganado, me quité el calzado y me metí en la cama. Yo entendía por qué no quería dormir conmigo, había una sola cama grande y se sentía arrepentida y avergonzada. La conocía bastante como para entenderlo. No es que me encantara la idea de dormir con ella esta noche, tampoco.
Me faltaba el aire de la ansiedad. No podía dormir. Estaba furioso. Confundido. Dolido. Frustrado. El ambiente estaba cálido aquí, y muy poca luz entraba a través de la ventana. Sentía un dolor en el pecho que se asemejaba a un vacío imposible de llenar, pero no comprendía bien por qué. Me quedé mirando el techo por un rato, sin pensar, pero con la vista fija en una mancha de humedad que resaltaba. La cama era grande, y al estar vacía se sentía aún mayor. Sin embargo, hace tiempo no dormía sin nadie a mi lado. Lo detestaba.
Miré el reloj. Eran ya las cinco. Decidí que, para poder funcionar bien al día siguiente, debía dormirme de inmediato, por lo que forzosamente cerré los ojos.
* * *
Siendo ya de día, me desperté por la luz solar que quemaba mis ojos llorosos a través de la ventana, y al ver a mi alrededor, sólo pude sentir soledad.
Soledad porque estaba vacía la cama.
Soledad porque no había nadie más que yo en la habitación.
Soledad porque ahora tenía frío y quería un abrigo mejor.
Soledad porque nadie me había venido a despertar.
Me levanté rápidamente, miré mi celular y no tenía ningún mensaje nuevo de nadie. Me calcé los zapatos, me abrigué y bajé las escaleras para encontrarme con la madre de Nina, quien me saludó amablemente, ignorante de lo que había sucedido horas antes. A Nina no la vi.