*Ed's P.O.V.*
Enseguida llegó alguien del servicio o staff del hotel, una muchacha, gracias a Dios. Estaba acompañada por lo que parecía ser un médico.
— Buen día, soy Luke, ¿qué sucedió? —me preguntó aquel mientras yo los dejaba pasar y los acompañaba a la habitación.
—Uhm... Volvimos y... Y la vimos en el piso del baño... Uhm —titubeé— creo que se desmayó
—¿Algún antecedente?¿Evento similar?
—No conmigo, pero ella me ha dicho que le suele pasar, que le baja la presión muy fácilmente— dije nervioso, sudoroso y preocupado— eh...¿es grave, doctor?
— Estoy casi seguro que no— respondió sonriente, a lo que yo solté un suspiro de alivio— a muchas personas les sucede esto, no hay de qué alarmarse
— Uhm, bien, entonces, muchas gracias.
— De nada. Bien, ahora lo que vamos a hacer es lo siguiente: tú— dijo señalando a Stu— abre las ventanas y asegúrate de que haya aire suficiente para ella.
— Bien — asintió e hizo lo que le pidió.
— Ahora, Ángela — le dijo a la chica que lo había acompañado — ve a la cocina y tráeme algo de azúcar.
Ésta salió disparada de la habitación y Luke continuó— bien, ayudame a colocarla con sus piernas elevadas y su cabeza recostada en el colchón, sin almohada.
La cubrí mejor con la toalla, por simple respeto a ella, y sostuve sus piernas elevadas a noventa grados, como supuse. Pregunté cómo deberíamos proceder, pero él me contestó que sólo había que esperar a que despertara.
En efecto, así lo hicimos: esperamos unos cinco o diez minutos y ella, finalmente, abrió sus hermosos ojos, y yo pude tranquilizarme. Estaba desconcertada, perdida, confundida. Parecía como si no supiera dónde estaba y qué le sucedía.
— Ed...— susurró apenas me vio— me duele... Me duele la cabeza— se quejó.
— Eso debe ser porque te la golpeaste al caer... Uhm— dijo el médico que al parecer quería llamarla por su nombre pero no lo sabia.
— Soy Nina, y tú ¿quién eres?
—El doctor, Luke, mucho gusto.
—Ah... Bien, ¿cuánto tiempo fue?— preguntó.
— Máximo una hora.
— Wow, ¿eso no es mucho?
— No tanto— le contestó.
— Casi me matas de un susto— le dije, aliviado ahora y acariciando su cabello que estaba algo húmedo, pero no tanto como antes.
— Vamos, no seas melodramático.
— ¡Aquí está el azúcar!— interrumpió Ángela con unos sobres de azúcar y una cucharita en la mano, dándoselos al doctor.
— Gracias— espetó Luke— Nina, toma, come un poco de azúcar, esto debería subirte la presión.
— Sí, lo sé— dijo reincorporándose y sentándose, tomó la cuchara y se colocó granitos de azúcar bajo la lengua.
— Entonces, ¿Suele pasarte seguido?— preguntó.
— Ajá. Generalmente, cuando me paso de tiempo en la ducha, o cuando hace mucho calor, o como poco, me mareo y me baja la presión. Pero raramente me desmayo.
— ¿Sabes qué precauciones tomar?— preguntó
— Sí, siempre llevo algo dulce en mi bolso y trato de comer bien en las mañanas— afirmó.