Capítulo 2

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Al día siguiente me despierto según el reloj a las nueve con tres minutos.
Vaya noche.
Me duele la cabeza y siento los párpados pesados. De seguro los tengo bien hinchados.

Ayer estuve recapitulando todo lo que pasó, desde que Theo me tocó en mi closet hasta cuando me fui de su habitación.

Cuando me tocó en su closet me sentía horrible, era como una sensación de asco con una completa impotencia. Quería gritar con todas mis fuerzas. Quería llorar como lo que me había convertido durante todo este tiempo, como una niña pequeña.

Me siento como una niña, porque lloro como una, porque discuto con Theo como si fuera mi hermano mayor. Incluso peor. Porque deseo cosas que son inalcanzables; como por ejemplo alguien con quien hablar, alguien de mi edad, alguien que me entienda. Deseo algo que me haga sentir viva, algo que no sean los sentimientos de dolor, algo único, tal vez el poder de una amistad, de un amor tal vez. ¡Lo que sea! ¡Algo!

Me quedo un buen rato acostada, hecha bolita entre las cobijas con los ojos mirando a la nada.
No puedo dejar de pensar en todo lo que ha pasado desde que llegue aquí, a la casa de Theo... De mi esposo.

Yo no quería casarme a mis 28 años, preferiría seguir con la poca felicidad que tenía cuando estaba con mi familia ha estar aquí, sin nada de felicidad corriendo por mis venas.

Pasa el tiempo, y según el reloj, a las nueve con treinta minutos, la puerta de la habitación se abre.
Yo me quedo quieta, muy quita en la misma posición mirando la hora en el reloj en el mueble un lado de la cama.

El olor a Theo se hace presente y su actitud prepotente también. Se ha quedado a un lado de la cama, mirándome.

-Ya me voy-Anuncia-Levantate. Ve a desayunar-Ordena con su voz seria al igual que su rostro.

Me quedo callada mirando como los minutos siguen pasando sin importar cuanto deseo que se detengan.

-Shailene-Me llama.

Dejo de ver la hora y lo miro a él.
Se ve tan guapo, lastima que su actitud no sea igual de guapa que su físico. Lleva puesto un traje negro con una camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados.

-¿Podrías por favor, hacerme caso por primera vez en tu vida?-Me pregunta molesto por mi silencio.

-Me lo voy a pensar-Murmuro haciéndolo enojar aun más.

-Eres tan...-Aprieta los puños hablando entre dientes. Supongo que tratando de no gritar-Tan estresante-

-¿Que no te ibas ya?-Le pregunto.

Theo toma una gran bocanada de aire y negando con la cabeza comienza a caminar fuera de la habitación.

-Baja a desayunar-Dice antes de salir.

...

No bajé a desayunar como Theo me pidió, en cambio, me la pasé toda la mañana acostada, dando vuelvas y vueltas por la cama, pensando y llorando al recordar todo por lo que he tenido que pasar desde que conocí a Theo.
La señora Rosa subió a las 11:50 a preguntarme si quería desayunar... Le dije que no, que no tenía hambre, lo cual es completamente cierto. Desde que llegué a esta casa casi nunca tengo hambre.

-Linda, no comes casi nada, no quiero que te enfermes-Me dijo con preocupación en su rostro-Puedo traterte el desayuno-Insistió.

Volví a negarme y ella volvió a insistir. 

Finalmente gané yo.

Han pasado ya las horas y yo siento como que el tiempo pasa muy lento. Esta tortura será eterna. Cada segundo que pasa me siento mas sola y triste. Cada vez que veo el reloj recuerdo que cada hora, cada minuto y cada segundo será miserable para mí. Tan solo pensar en eso me pongo a llorar otra vez.

Te odio... Con amor IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora