Te odio... Con amor I

Capítulo 5

Una semana después

Pasó el tiempo tan lento... ¿Cuánto tiempo llevo aquí? Ya ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que sonreí, ni la última vez que me miré al espejo.
Ya estoy mejor respecto al dolor de mi cintura y la mejilla. Se me han quitado casi por completo los moretones y el dolor. Ahora es un dolor que se siente como una picazón un tanto dolorosa, aunque lo manejo bien. Ya no me muevo para casi nada.

Mi rutina se ha vuelto la misma: Me despierto con Theo a un lado de mí (por alguna razón, ahora me despierto primero que él), me levanto y descalza salgo de la habitación, bajo las escaleras con cuidado y salgo al jardín para pasar todo el día sentada o en la banca o acostada en el pasto, normalmente, lo único que hago en el jardín es mirar al cielo o mirar las hojas de los árboles sacudirse, y algún insecto que veo por ahí. Me quedo muy quieta, ya no lloro como antes, sigo llorando, vaya que sí, pero ya no igual. Me quedo mirando algo y entonces me pongo a pensar en todo lo que me pierdo y entonces las lágrimas comienzan a descender, pero no hago ni un solo ruido.

El primer día que hice eso de ir al jardín, Theo se enojó mucho conmigo, me gritó que no lo volviera a hacer, parecía asustado y aliviado al saber que yo estaba bien, sentada en aquella banca. Al día siguiente lo volví a hacer, solo que esa vez ya no se enojó tanto. Y así fue, al quinto día dejó de molestarme al darse cuenta de que en realidad, no me importaba nada que me dijera o cuánto me gritara, yo no le hacía caso.
Mi marido a dejado a avisarme cuándo se va y cuándo regresa, ya casi no hablamos, ni para discutir. No recuerdo la última vez que hablé con él para discutir, hace tiempo que no lo hacemos, solo hablamos en las noches, cuando regreso a la habitación para acostarme y dormir. Siempre me pregunta lo mismo: "¿Cómo estas?", y yo siempre le contestó lo mismo: "bien" y nada más, después de mi cruda respuesta me meto entre las cobijas y me duermo.

Hoy hace mucho frío, estoy temblando pero no hago nada al respecto. Solo quiero sentir el aire fresco tocar mi piel; hace tanto que no salgo a la calle que había olvidado cómo se sentía que el aire chocara con mi piel de está manera.

Rosa me trajo el desayuno junto con una cobija que me puso sobre los hombros. Ella ya no habla tanto conmigo, se limita a sentarse a mi lado y a esperar a que me terminé la comida para proceder a irse. Aunque el día de hoy, cuando me terminé el desayuno se quedó ahí, mirándome, sabía que quería decirme algo, así que no hice nada y sólo esperé a que hablará.

-Mañana es navidad, ¿sabes?-Me dice con su tono dulce de voz. La miro con las cejas levantadas y con los ojos llenos de lágrimas.

-¿De verdad?-Las lágrimas caen de mis ojos. Esas palabras han sido las mas largas que he dicho en un largo tiempo.

-Sí, linda-Me sonríe-Theo me pidió que te recordará que mañana viene su familia a las seis de la tarde-

Había olvidado que vendrían, y eso me pone mas triste.

-Hace unos días Theo trajo un árbol de navidad, ya esta decorado, ¿lo has visto?-Niego con la cabeza-¿Quieres verlo?-Quiero decirle que no, pero ella ha sido tan linda conmigo todo este tiempo que no me atrevo y asiento con la cabeza.

Nos levantamos de la banca, me envuelvo en la cobija y entramos a la casa.

Vaya, el árbol es enorme y hermoso. Nunca había visto un árbol de navidad así de hermoso.

-¿Te gusta?-

Asiento con la cabeza.

Me acerco al árbol y lo observo de cerca. Huele rico, huele a navidad...
Me encanta.

-Mañana ya no voy a estar aquí, me voy con mi familia una semana y media-La miro y me pongo a llorar-No llores, linda-Se acerca y me abraza.

Hace tiempo que no me abrazaban, siento raro. Mis brazos no saben como reaccionar, pero lentamente la sensación se apodera de mí haciendo que le devuelva abrazo yo también. Se siente bien, extrañaba está sensación.