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Durante el siguiente par de días evité la casa de enfrente. Todavía echaba algún vistazo ocasional por la ventana durante los entrenamientos, pero mis días de espionaje obsesivo se habían acabado. Entonces la noche del sábado, Heather Monroe fue asesinada y las cosas lentamente empezaron a cambiar.

Mi padre y yo veíamos las noticias de las once, esperando el resumen de los deportes cuando dieron la trágica historia sobre la chica. No sabía que Heather Monroe era de Novi, y tristemente, no me sorprendí al oír la historia sobre una chica que había sido encontrada golpeada y apuñalada treinta y siete veces (vivía en el área metropolitana de Detroit). Pero cuando su foto apareció en la pantalla, me sorprendí al ver a una chica de dieciséis, alta, flaca, rubia y con ojos color verdes.

Había algo inquietante en la imagen, y no sólo porque yo dieciséis años y era alta, flaca, rubia y de ojos verdes. Era algo más que eso. Heather Monroe podía haber sido mi hermana gemela. Sabía que no era la única pensando eso, porque mi padre apagó el televisor inmediatamente, besó la cima de mi cabeza y me dijo lo mucho que me quería. Después se marchó de la habitación.  

 Esa misma noche soñé con Pablo por primera vez. Me encontraba de pie en su garaje y la pared de detrás de mí estaba completamente pintada como una diana. Sentía miedo. Necesitaba escapar, pero mis piernas no se movían.  

Paio estaba allí, y cuando me miró con esos ojos negros, me perdí en ellos. —Mica —me llamó, susurrando mi nombre casi con reverencia.

Entonces empezó a lanzarme cuchillos. No podía moverme. La única cosa que podía hacer fue apretar mis ojos con fuerza y esperar al dolor, pero el dolor no llegó. Abrí los ojos de nuevo y los cuchillos había aterrizado en mi ropa, sujetando mis brazos y piernas a la diana que tenía detrás. Estaba atrapada.

Él caminó hacía mi, admirando su objetivo. Mi respiración se hizo menos profunda con cada paso que daba en mi dirección. —Micaela —susurró de nuevo mientras llevaba la punta de un cuchillo al lado de mi cara— Relájate.

Bajó la cuchilla por mi mejilla y después por el costado de mi cuello tan suavemente que podrían haber sido sus dedos acariciándome.

Después dejó caer el cuchillo al suelo. Me estremecí al oír el ruido, y fue entonces cuando me besó. Me besó, y me besó, y me besó hasta que pensé que mi cuerpo se derretía desde la pared hasta convertirse en un pequeño charco en el suelo. 

 Alguien empezó a aporrear la puerta del garaje, gritando mi nombre. Sabía que debería pedir ayuda, pero no conseguía hacerlo. No cuando sus besos me hacían sentir tan bien. Los golpes se hicieron más y más fuertes hasta que al final, mi madre entró en mi habitación y me sacudió.

Me desperté con un grito ahogado y mi madre se preocupó de inmediato.

—Sólo era un sueño, mamá —le dije, tratando de no ruborizarme porque todavía podía sentir en mí los labios de Pablo— Una pesadilla, creo.

Sonrió comprensiva-mente y después retiró mi pelo hacia atrás para mirar mis puntos— ¿Cómo está tu cabeza esta mañana? 

Lo pensé durante un segundo. —Bastante mejor. El dolor de cabeza se ha ido.

—Me siento mal teniendo que dejarte cada día —dijo mi madre con un suspiro—. Debería haber pedido algunos días libres en el trabajo, pero con el crucero tan próximo realmente no tengo tiempo.

—No te preocupes —le dije rápidamente, no queriendo que se sintiese culpable.  

Ella y papá se van a un crucero al final del verano por su vigésimo aniversario. Nunca han tenido unas vacaciones reales antes, y no creo que los haya visto tan entusiasmados en su vida. Han sido los padres más fáciles desde que reservaron el viaje. Ni siquiera me castigaron cuando me suspendieron en la escuela el último mes por las lamentaciones de Francheska después de que me llamase lesbiana. No había necesidad de matar sus estados de ánimo por un accidente sin importancia.

—De todas formas duermo la mayor parte del tiempo —le aseguré—.Y realmente hoy me siento mucho mejor. Creo que incluso podría ir a hacer skate después. Me muero de ganas de salir de casa un rato. 

Mamá frunció el ceño pero luego suspiró. —Sólo sé cuidadosa, y recuerda...

—Ponerme los patines siempre después del casco —terminé por ella, asintiendo ante mi comprensión.

La preocupación de mamá se fundió en una sonrisa. —Ahora tengo que ir al supermercado, ¿quieres algo?

—¿Rocky Road4 y Mint Chip5?

Mamá rió. —Supongo que realmente te estás sintiendo mejor. —Se levantó de mi cama y se paró en la puerta—. Tómatelo con calma hoy, Gretzky.

[***]

—¡Lo he tomado con calma! —le grité antes de que mi madre pudiese decir nada cuando entré en casa más tarde esa noche cubierta de sangre. Me incliné en el fregadero de la cocina y empecé a lavar la sangre de mis manos y cara—. Fue sólo un pequeño juego de mancha en el parque, ¡y no he devuelto el golpe!

—¿Qué sucedió? —me preguntó papá desde algún lugar de la sala.

—Me di con un codo en la nariz. No te preocupes, estoy segura de que no está rota. ¿Puede alguien acercarme una maldita toalla?

De repente conseguí lo que había pedido. Más de lo que había pedido. Fui empujada contra un cuerpo y mi cabeza suavemente inclinada hacia atrás hasta que fue apoyada en el hombro de alguien. Después el paño que había pedido fue presionado suavemente en mi palpitante nariz. Grité instintivamente y traté de escapar de mi inesperado captor, pero el brazo alrededor de mi cintura era un tornillo.

—Hay maneras más fáciles de conseguir mi atención que hacerte sangrar continuamente, Mica—susurró el objeto de mi pesadilla. Sus labios rozaron mi oreja, la respiración tan cálida como lo había sido en mi sueño.

CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora