—¡Aléjate de mí, monstruo!
Una mirada de ira cruzó el rostro de Pablo, pero no perdió la calma. Abrió la boca para decir algo, pero Paula salió por la puerta delantera.
—Micaela, ¿por qué gritas? ¡Oh, hola, Paio! ¿Listo para irnos?
¿Irnos? Estaba confundida.
Mi vecino me disparó una mirada que no supe interpretar. Entonces, como un interruptor de luz, se encendió con una brillante sonrisa para mi hermana. —Estoy listo cuando lo estés. Y debo añadir, luces particularmente deslumbrante esta tarde.
Pablo tomó la mano de Paula y la besó. Habría protestado por el brutal coqueteo ocurriendo ante mis ojos salvo que él nunca actuó así con ella antes. Su extraño y repentino comportamiento hacia mi hermana me dio escalofríos.
—Entonces, ¿cómo de lejos está ese lugar? —preguntó. Después de otra rápida mirada en mi dirección, añadió—: Espero que sea lejos. Tengo muchas ganas de tenerte para mí un rato.
Mi hermana apenas podía hilar una oración junta, estaba tan extasiada.
—De hecho, está a casi dos horas de distancia.—¿Eso es todo? Bueno, puede que tomemos un desvío... perdernos por el camino.
En este punto, si Pablo quería atacar a Paula, probablemente ella lo querría también. No tenía ni idea de que se encontraba secretamente trastornado. Podría odiar a mi hermana, pero no estaba dispuesta a permitir que algún psicópata la tuviese.
Observé a el vecino abrir la puerta del coche de mi padre y ayudar a Paula con el asiento del conductor. Después de cerrar la puerta por ella, pasó por delante de mí con un guiño. —Disfruta del resto de tu día, Mica—dijo con una señal de peligro en su voz—. Sin duda voy a disfrutar del mío.
Abrió la puerta del pasajero y antes de que se deslizase en el lugar ya estaba en el asiento trasero abrochándome el cinturón de seguridad. Ambos se dieron la vuelta al mismo tiempo para mirarme. Paula lo hizo incrédula-mente pero el otro sonreía como si acabase de conseguir lo que quería. Me sentía más allá de asustada, pero no confiaba en él a solar con mi hermana, así que no tenía otra opción.
—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó finalmente mi querida hermana, rompiendo mi partido de miradas.
—Ir.
—No lo creo
Giré mi furia contra mi hermana. —Intenta detenerme.
Paula no sabía cómo responder. Creo que se sorprendió más por el hecho de que quería salir con ella que horrorizada por la idea de tener que traerme. Sus ojos se estrecharon cuando me miró y luego resopló— Bueno, no vas a venir así.
—¿Así cómo?
—Es una fiesta en el Lago y vas en vaqueros raídos y un jersey holgado.
—¿Tu punto?
—¿Fiesta en el Lago? Se supone que tienes que llevar traje de baño.
—Cáscaras. Ni si quiera tengo traje de baño.
Pablo se rió y le miré tan groseramente que en realidad alzó las manos a modo de disculpa y borró la sonrisa de su cara.
—Está bien —dijo Paula, suspirando—. Paio, volveremos en cinco minutos.
Paula me sacó del coche y subimos a su habitación. —Tienes suerte de que seamos casi del mismo tamaño. —Me tiró uno verde oliva de tela—.Este será probablemente un poco demasiado pequeño para ti, pero lo suficientemente cerca como para trabajar a tu favor.
No tenía ni idea de qué hablaba. —¿Qué es? —pregunté mirando el bulto en mi mano.
—Un traje de baño, idiota.
Separé las dos pequeñas piezas. —¿Dónde está el resto?
—Sólo póntelo —se mofó Paula. Luego me lanzó los más pequeños shorts que había visto jamás y una camiseta de tirantes—. Puedes ponerte eso por encima. Y ve a buscar tus chanclas de pies-grandes. No puedes ir al lago en zapatillas deportivas.
—No voy a ponerme...
—Dos minutos o nos vamos —dijo y luego fue a unirse a Pablo en el coche.
Conocía a mi hermana. Sabía que se iría justo como había dicho, y parte de mí quería realmente dejarla hacerlo. Pero luego recordé la forma en la que Pablo había usado la palabra arrebatadora mientras la miraba.
Con un suspiro, me puse un bikini por primera vez en mi vida. De repente, me sentí agradecida por los shorts y la camiseta, incluso si estaban destinados a adaptarse a una Barbie
No me miré en el espejo al salir de casa —era mejor no saberlo. Pero podía imaginar cómo de ridícula lucía cuando Pablo se rió en voz baja mientras me metía en el coche. —¡Oh, páralo, super modelo! —espeté.
Mi vecino estalló en carcajadas, y pude oír a mi hermana murmurando algo para sí misma mientras salíamos de la calzada. Esta sería una noche de mierda.
***
N/A: Dejé una encuesta en mi perfil para hacer un maratón, los que esten interesados en decidir sobre que novela hacerla, pueden ir a votar a mi perfil.
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Casualidad
FanfictionEl verano de los dulces dieciséis de Micaela es un verano de primero. Primer coche. Primer beso. Primer novio. ¿Primer acosador de asesino en serie?