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Maratón 4/5

***

Julián y un par de otros chicos se encontraban sentados al otro lado del fuego. Pensé en la solicitud de Paula de ser sociable, pero decidí quedarme. Elegí un lugar junto a las otras bebidas del Dr. Lemon y saboreé el hecho de que me hallaba sola.  

Sólo pude disfrutar de mi paz por unos diez minutos antes de que pudiera sentir a alguien acechando mi espalda.  

—Vete —le advertí.  

—Micaela. —Pablo ignoró mi petición y se sentó a mi lado—. Sé que estás enojada, pero no lo entiendo. ¿Tienes alguna idea de lo que ese tipo trataba de hacer?  

—¿Hablar conmigo? —espeté  

—Mica —dijo de nuevo. Su voz era un susurro tan suave que hizo que mi corazón se agitara. Levanté la mirada sin pensar y lo miré a los ojos. Gran error. Se las arregló para atraparme en una especie de hechizo, y cuando llegó y acarició con el dorso de su mano mi rostro, lo permití. Mis ojos se cerraron revoloteando ante su toque—Sos tan inocente.

Me estremecí, y no creo que fuera por el frío.  

—Me necesitas.  

Mis ojos se abrieron de golpe, sus palabras despejando la niebla en mi cerebro

—¿No te quedaste a ver lo que le hice a Occhiato? —le pregunté— No soy impotente.

—Nunca dudé de tu capacidad para lanzar un golpe —dijo entre risas.

—Estoy seguro de que puedes más que darle su merecido a alguien.Pero ¿tipos como tu amigo de antes? Estás jugando un juego completamente diferente. No tienes las más mínima idea de como jugar.  

Tuve que girar mi rostro para que no notara el sonrojo de mis mejillas a pesar de la oscuridad.  

—Confía en mí —continuó sucesivamente—. Ese tipo ¿Lucas? Era un profesional. Te habría sacado de ese paseo, estarías sola y no habrías sido capaz de hacer nada al respecto. Si crees que antes tenías miedo...  

—Para —le dije, todavía incapaz de mirarlo—. Sólo detente. Lo entiendo. —Y lo hacía. Odiaba cuánta razón tenía—. Puede que sea inocente, pero no soy estúpida. Voy a averiguarlo.  

—Yo podría ayudarte  

—No quiero tu ayuda.  

—No te enojes.  

—Vete.

Alejé mi cuerpo aún más de él y nos sentamos en silencio hasta que una leve brisa se levantó y me estremecí de nuevo. Sentí la mano de Pablo descendiendo ligeramente por mi hombro. Pasó los dedos por la longitud de mi brazo, sintiendo la piel de gallina en mi piel.  

—Tienes frío —dijo.  

Me encogí de hombros lejos de su toque. —Estoy bien.  

Pablo me dio algo. Después de bajar la mirada, me volví para mirarlo. Se había quitado el sweater que había estado usando y ahora se quedó en una camiseta blanca.  

—No necesito tu camisa.  

La empujó hacia mí de nuevo, rodando los ojos. —Sólo tómala.  

No quería tomarla, pero realmente tenía frío, y yo estaba muy, muy cansada de sentirme desnuda. Enrollé las mangas en mi mano, forcejeé un rato con los botones, pero agradecía estar cubierta.  

Iba a darle las gracias cuando dejó escapar un profundo suspiro.  

—Mica, Mica, Mica —suspiró y sacudió la cabeza lentamente—. ¿Qué voy a hacer contigo?  

—¿Qué? —le pregunté, acercando mis rodillas a mi pecho con timidez.  

—Nada —dijo—. Es sólo que... —Extendió la mano para arreglar mi cuello. Sus manos se demoraron más tiempo del necesario. Me aparté un poco y sonrió—. Por mucho que quiera matar a ese chico Lucas, realmente no puedo culparlo. Verte llevando mi camiseta me da ganas de llevarte a dar un paseo por una playa desierta.  

Me puse de pie y arranque la camisa por encima de mi cabeza y se la lancé. Esperaba que cayera arena en su rostro mientras me marcho.  

—Paula —grité.  

Mi hermana no andaba muy lejos.

—Oh, Dios mío, Mica, te vi hablando con Seth. ¡Tendrían que haberse visto! No me importa lo que digas, están destinados a estar juntos, a miles de metros se puede notar la química entre ustedes.

Florencia y Bianca a su lado asentían vigorosamente.    

—Eres muy afortunada —dijo Bianca —Es tan hermoso.

—¿Y le dio su camisa? —gritó Flor —. ¡Que romántico!

Todo lo que dije fue—: Estoy lista para irme.  

Paula frunció el ceño. —Todavía tenemos media hora antes de irnos. Pensé que tenías un buen momento.

—¡Ahora!  

CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora