El lunes por la tarde, Paula se pasó una buena media hora sentada en el porche de Pablo, coqueteando con él sobre sodas. Admitiré que los observé, pero no porque estuviese espiando a mi vecino. Simplemente encontré divertido ver a mi hermana fallar miserablemente sus intentos de enganchar al chico ardiente —y, no obstante, espeluznante— del otro lado de la calle.
Pablo parecía disfrutar de su compañía lo suficiente, pero no actuaba con ella de la misma forma en la que lo hacía conmigo. Hablaba, sonreía, reía, pero no la tocaba o retenía. De hecho, desde donde yo lo veía casi parecía una persona normal. Casi.
Justo cuando consideraba la posibilidad de que tal vez había reaccionado exageradamente a él, Pau fue raptada por un grupo de sus amigas. Me di cuenta de que invitó a Paio a unírseles, pero él alzó la vista hacia la ventana de mi habitación y luego la rechazó. Saludó mientras el coche en el que mi hermana había saltado se iba, y al segundo de estar fuera de vista se dirigió hacia mi casa.
Mi corazón se aceleró mientras corría escaleras abajo. Me dije otra vez que exageraba y que él era normal, pero por alguna razón seguía dudando en abrir la puerta cuando sonó el timbre. Me quedé allí debatiéndome, mi mano a punto de girar el pomo, cuando su sedosa voz me llamó.
—Mi-Mica —canturreó—. ¡Sal, sal, donde quiera que estés! El gato está finalmente fuera. Tiempo del ratón para salir a jugar.
En lugar de abrir la puerta, tan lenta y silenciosamente como pude, la bloqueé. Luego me arrastré de vuelta a mi habitación con la esperanza de echarle un vistazo a su rostro cuando volviese a casa. Me asomé entre las sombras y esperé a que cruzase la calle, pero en su lugar, una sombra oscura apareció frente a mi ventana. Salté hacia atrás y me aplasté contra la pared justo cuando tocó.
—Mica —llamó, sin el canturreo alegre esta vez—. Vamos, sé que estás ahí. También sé que tienes debilidad por el helado. Sal conmigo e iremos a Dairy Queen. Yo invito.
Mi boca se hizo agua al pensar en el Heath Blizzard y estuve a punto de abrir la ventana. Pero... ¿Cómo sabía de mi adicción al helado?
—Al menos dime que encontraste mi nota.
¿Nota? ¿Qué nota?Suspiró y luego, como si leyese mis pensamientos, dijo—: Mira las puntuaciones más altas de Skateboard Pro 2000.
Por supuesto lo comprobé. ¿Cómo no iba a hacerlo?
Estaba sin duda aliviada cuando vi mi puntuación todavía en la parte superior de la lista, pero la siguiente estaba tan sólo un punto por debajo y las otras ocho con un punto menos que la anterior. Tan desconcertada como estaba por la imposibilidad de las puntuaciones, me sorprendí incluso más por los nombres que las clamaban —o palabras, más bien. Los diez primeros nombres de las altas puntuaciones formaban:
1. Mica
2. Sos
3. La
4. Única
5. Razón
6. Por la que
7. No
8. Odio
9. Vivir
10. Aquí
Parpadeé. Releí el mensaje y luego tuve que sentarme. Era lo más lindo que alguien me había dicho jamás, y sin duda lo más parecido a un gesto romántico que había recibido nunca. Podía sentir el rubor en mis mejillas, pero mientras mi corazón latía con fuerza mi cerebro sólo procesaba miedo. ¿Cómo lo había hecho? ¿Y cuándo? Esos resultados habían sido normales la última vez que jugué a este juego, y eso fue después del día en el que me levanté para encontrarlo en mi habitación.
—¿Mica?
Sobresaltada, retrocedí lentamente hacia mi cama, me senté, y esperé. Después de un minuto más, escuché a Pablo levantarse e irse. Me asomé por la ventana y le observé descender el gran árbol junto a mi casa.
Regresó a la suya y mientras caminaba junto al saco de boxeo de su garaje, le propinó un enojado swing. Empezó a entrar y luego se giró y golpeó de nuevo a la cosa con la otra mano. Luego, repentinamente, golpeaba el saco con golpes sanguinolentos. Lo golpeó durante unos buenos cinco minutos con puñetazos tan rápidos que juro que ni siquiera pude ver la mitad de ellos. Cuando finalmente se detuvo para recobrar el aliento, sacudió la mano y examinó sus nudillos. Después de eso, con una última mirada en mi dirección, desapareció dentro de su casa.
***
Los invito a pasar por mi nueva novela que tiene como protagonista a Ramiro, la pueden encontrar en mi perfil como "Me gustas tu"
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Casualidad
FanfictionEl verano de los dulces dieciséis de Micaela es un verano de primero. Primer coche. Primer beso. Primer novio. ¿Primer acosador de asesino en serie?