Cuarenta minutos más tarde, Paula declaró que lo único que faltaba era que me pusiese el vestido que me había regalado. Era un vestido de verano con tirantes, hasta la rodilla. —Casual, pero clásico. —Lo había llamado.
Nunca antes había usado un vestido. Le dije que no iba a empezar ahora, pero insistió, diciendo que si no me quedaba me daría el recibo y lo podría cambiar por algo más.
Tras ceder y ponerme la maldita cosa, mi hermana me llevó a su cuarto a mirarme en su espejo de cuerpo completo. No había permitido que me mirara hasta ahora y tenía miedo.
No lucía tan mal como pensé. Había sido sutil con el maquillaje y el peinado. Todavía me veía como yo, sólo que en una versión más pulcra. Al menos eso fue lo que pensé, pero cuando Pau me arrastró abajo para mostrarle a mis padres, hubieras pensado que me había transformado en Julia Roberts o algo por estilo.
Mamá se emocionó tanto que pensé que se largaría a llorar. Papá en cambio, luego de estar bastante aturdido, frunció el ceño. —Paula —dijo, con un débil suspiro—, ¿es realmente necesario?
—¡Papá! —jadeó ella.
E incluso mamá se puso en su contra. —En serio, Hugo, sé bueno. Se ve hermosa. Mica, te ves fantástica.
Casi como el destino quisiera salvar a papá, el timbre eligió ese preciso instante para sonar. Mi mamá contestó y cuando me llamó, mi corazón falló. ¿Quién podría venir a verme? Por primera vez desde que se habían ido, me sentía feliz de que los mosqueteros no estuvieran aquí. Si ni siquiera mi propio padre podía manejar verme así, no había forma de que ellos pudieran. Probablemente me deshonrarían.
Mamá me llamó otra vez, y papá y Paula fueron a ver quién era,pero no me moví. La única persona que ahora podría estar en la puerta era Pablo. El señor Acuchillador de los Sábados por la Noche en persona. No iba a dejarlo verme toda arreglada y linda como una especie de virgen llevada al altar como un sacrificio.
—Hola, señor Viciconte. —Escuché decir a alguien.
Reconocí esa voz instantáneamente y me sorprendió tanto escucharla en mi casa que olvidé el vestido que llevaba. —¿Dami? —pregunté, girando en la esquina hacia la sala de estar.
Mi papá le había estado sonriendo a Damían mientras estrechaba manos. Lo conoce bastante bien, ya que había jugado al golf con su padre por años. Pero cuando Dami me vio, soltó la mano y sus cejas se elevaron. Muy arriba. Hizo que mi papá frunciera el ceño en respuesta.
Detrás de Dami estaban Gonza y Rami. —¿Viciconte? —preguntó Gonza, casi cayéndosele el chicle de la boca, su mandíbula colgando abierta.
—Oh, ¡por el amor de Dios! —gruñó papá—. ¿Ves? ¿Ves cuál es mi problema, Marcela? ¿Cómo puedes alentar esto?
De repente, el estrés de papá cobró sentido para todos. Mamá suspiró.
—¿Qué hacen aquí? —le pregunté a Dami rápidamente antes de que mamá dijese algo acerca de la pubertad.
—Un par de nosotros nos vamos a juntar para ver las preliminares de la UFC —contestó. Trataba de mantenerse concentrado—. ¿Te apuntas?—Finalmente, no pudo soportarlo y rió—. ¿Qué es eso, Micaela?
Señalaba a mi atuendo. —Nada —suspiré—. Me lo iba a quitar.
Mi hermana me agarró antes de que pudiera subir las escaleras. —Oh, no, no lo harás. Acabo de pasar cuarenta y cinco minutos haciéndote ver fabulosa. Puedes ir así.
—No voy a ir a la noche de lucha en un vestido.
—Nah, está bien, Viciconte —dijo Dami, conteniendo la risa—, te ves...—Tenía problemas encontrando una palabra. Tras él, Gonza y Ramiro seguían mirándome como si me hubiera crecido un tercer brazo. Cuando Damian finalmente dijo—: Linda. —Ellos rieron disimuladamente.
—Entonces —dijo Gonza—, vamos. La primera ronda empieza en diez.
—¿Hay lugar para una más? —preguntó Paula.
—¿Para vos? —Ramiro sonrió—. Siempre.
—¿Tú quieres ir a la noche de lucha?
—Quiero hacer lo que sea que me saqué de esta casa ahora. Aparte, quiero ver la reacción de todos a mi trabajo.
Miré a papá. Todavía se veía bastante gruñón. —Lo siento, Dami —dijo—. Mis chicas no tienen permiso para salir los sábados por la noche en este momento.
—Oh, sí, señor Viciconte, entiendo toda la cosa sobre el asesino enserie. Por eso traje a los chicos conmigo. —Gonza y Ramiro hincharon el pecho cuando los señaló, tratando de verse duros—. Somos tres. Iremos directamente allí, Mica y Paula nunca estarán solas, y habrá padres en casa. Luego las traeremos directamente de vuelta. Prometo que nunca las perderé de vista.
No es que no apreciara el intento de fuga, pero me sorprendía quelos chicos estuvieran dispuestos a hacer el esfuerzo.
Papá sacudió la cabeza obstinadamente. —No lo creo...
—¡Mamá!
Paula miró a mamá desesperadamente y, para mi sorpresa, ésta le respondió con una mirada conocedora. —¿Hugo? ¿Puedo hablar contigo en la oficina?
Oh, genial. Ahora mamá será tan mala como Paula con la cosa de emparejarme.
Cuando mis padres se fueron, Dami se echó a reír. —Vaya, no bromeabas cuando dijiste que tu papá estaba asustado con lo del asesino en serie.
—Sí, y no están ayudando en nada quedándose boquiabiertos, idiotas —dije—. ¿Demasiado babosa?
Ahí fue cuando mis padres regresaron. Mamá se veía presumida. Papá vencido. —¿Habrá super visión adulta? —preguntó, y Dami asintió—.¿E irán directamente allí? —Volvió a asentir.
Papá se mantuvo durante unos segundos, incluso cuando era bastante claro que había perdido la pelea. Finalmente, suspiró. —Las quiero en casa a medianoche —nos dijo a mi hermana y a mí—. Y llévate el teléfono de tu hermana. Quiero que me llames cada hora.
Mientras papá seguía con sus instrucciones, me pregunté cuánto era por el asesino y cuánto por el vestido.
—¿Y tienes el spray de pimienta que te di?
—Hugo —dijo mamá, poniéndole fin al discurso—. Estarán bien.
Dami puso el brazo sobre mis hombros. —Cuidaremos de ella, señor Viciconte
Papá frunció más el ceño y miró a Paula. —Esto es culpa tuya — acusó. Definitivamente era el vestido—. Es tu responsabilidad.
***
Adivinen quien esta de vacaciones y va a actualizar más seguido? O/
En otras noticias... ah re noticiero
Estoy por empezar una novela nueva (Lucaela creo) y necesito una personilla amable que me haga la portada :D Hago maratón de la novela que me pida.
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Casualidad
FanfictionEl verano de los dulces dieciséis de Micaela es un verano de primero. Primer coche. Primer beso. Primer novio. ¿Primer acosador de asesino en serie?