#22

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Me encerré en el cuarto de baño antes de que pudiera empezar adarme consejos de armario.  

Por suerte, Bianca y Flor no aparecieron para darme un cambio de imagen de la primera cita, pero había un conjunto tendido en mi cama cuando salí de la ducha. No quería darle a Paula la satisfacción de haber ganado, pero no quería pelear con ella tampoco. Necesitaba estar en un buen estado de ánimo para mantener a Pablo distraído.  

Me di cuenta de que trataba de ser razonable. Había traído un par de pantalones vaqueros míos, probablemente sólo porque soy demasiado alta para usar cualquiera de los suyos, así que me puse la camiseta sin discutir demasiado a pesar de que era de color rosa, tenía una correa alrededor de la parte trasera de mi cuello en lugar de mangas, y parecía haber perdido la parte posterior.  

Bajé las escaleras esperando que se quejara de mi cola de caballo,pero se limitó a mirarme en una especie de sobresalto y dijo—: Guau. Te ves realmente linda. Hombre, soy muy buena.  

—¿Es esto realmente necesario? —le pregunté, señalando la camisa. Miré la camiseta que ella llevaba puesta y fruncí el ceño—. ¿Cómo es que tú si usas mangas?  

—Mica, si vas a hacerme acompañarte a tu cita, entonces por lo menos tiene que parecer que trataste de verte más linda que yo.  

—¿Le darías un descanso ya? ¡Esto no es una cita! —Pero dos segundos más tarde, sonó el timbre y contestamos para encontrar a Paio de pie con rosas en la mano. ¡Rosas! Pau me dio una mirada muy puntiaguda. La ignoré.  

Los ojos del vecino pasaron por encima de mí, de la cabeza a los pies, demorándose curiosamente en la camisa que llevaba puesta. Cuando su mirada finalmente cayó de nuevo a mi cara, se rió de mi ceño y me tendió las flores. —Para la chica del casi cumpleaños.  

No me di cuenta que estaba allí de pie como una idiota boquiabierta mirando las flores hasta que mi hermana me dio un codazo. Pablo tenía que tomar realmente mi mano y poner las flores en ella.  

—Um, gracias —dije, pero por alguna razón sonó como una pregunta.  

—¿Estás lista para irnos?

Bajé la mirada al brazo expectante y luego a Paula. Me daba una mirada suplicante, pidiendo que fuera sin ella. —Lista —le dije, sin apartarlos ojos de mí hermana—. ¿Estás lista, Pau?  

Ella puso los ojos en blanco. Con un suspiro irritado, dijo—: Sólo tengo que ir por mi bolso. —Y se dirigió hacia las escaleras.

—¿Tu hermana viene? Pensé que sólo íbamos a ser nosotros —dijo de manera uniforme.

—Ella quería venir —mentí.  

Me estudió por un momento, su mirada intensa. —Podrías haberle dicho que no.

Afortunadamente, mi hermana volvió entonces. Huh. Nunca pensé que diría eso.

—Está bien, estoy lista —dijo, aplicando brillos a sus labios cuando se detuvo frente a nosotros.

—Genial —dijo Paio con una gran sonrisa en su dirección. Pero mientras caminaba hacia la puerta apuntó a su cara y dijo—: Te untaste un poco.  

Cuando me dirigí a la parte trasera del coche, me agarró por los hombros y me condujo alrededor del coche, y me dejó caer en el asiento delantero. —Quédate —me ordenó y luego se apresuró a deslizarse detrás del volante.  

Después de abrochar el cinturón de seguridad, Pablo pasó los dedos a lo largo de mi brazo y mi mano quedó en la suya. Bajé la mirada, un poco desconcertada por cómo había entrelazado sus dedos con los míos, jamás me había tomado de la mano con un chico antes.  

—Entonces —su voz me sobresaltó. Alcé la vista y me encontré con una sonrisa tan cálida que no pude tirar de mi mano—, pensé que podría...  

—Es una lástima que no estés viniendo a casa con un coche como este hoy, Mica —interrumpió Paula, quien finalmente había dejado de quejarse sobre sus labios, cuando se metió en el asiento trasero. Ante el sonido de su voz arranqué la mano de la de Paio.  

Arrancó el coche, enviándole una sonrisa paciente a mi hermana por el espejo retrovisor. —¿Te gusta? —le pregunté.

Todavía podía sentir el calor de la mano de Pablo en la mía. Mi piel seestremeció cuando él la había sujetado como si ansiara más. ¿Por qué el primer chico que me ha gustado alguna vez tenía que estar loco? Y sabía que estaba loco porque mientras hablaba con mi hermana acerca de las ventajas de conducir un BMW, su voz era de lo más amable, pero agarraba el volante con los nudillos blancos.  

—¿Mica?  

Levanté la mirada. Esperaban que yo dijera algo.  

—¿Qué te parece? —preguntó Pau de nuevo.  

—No compraría una de estas cosas, incluso si tuviera un trillón de dólares.

Paula rápidamente dio un paso al frente. —Mica, hablábamos de Burger king.

—¿Qué?  

—¿Quieres ir a Burger king antes de empezar a buscar coches? Le decía a Pablo lo mucho que te encanta.

Donde tienen las mejores hamburguesas del planeta. No tenía ganas de prolongar el día de hoy más de lo necesario, pero algunas cosas valían la pena. —Bien —me quejé.  

—¿Ves? —Paula sonrió triunfalmente a Pablo—. Te dije que nunca puede resistirse a Burger king. 

Visiblemente se relajó en su silla. —¿A qué otras cosas no puede resistirse? —le preguntó a mi hermana, sonriéndome diabólicamente.

Di un grito ahogado. —¡Cállate! —No me di cuenta que sabía eso sobre mí.

—¿En serio? —Se rió y yo me volví un tono muy profundo de rojo—. Los músicos, ¿eh?

—¿Tocas? —preguntó mi hermana esperanzada.  

Oré porque Pablo no se diera cuenta de que Paula trataba de hacer de casamentera, pero también sospeché que no había mucho que él pasara por alto. 

—Puedo aprender —dijo.  

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