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Los quería invitar a pasar por mi nueva novela "Tu acosadora" que tiene de protagonista a Ramiro Nayar

***

-Bueno -dijo Pablo después de que mi hermana se había ido hace rato y nuestros pedidos se hallaban al frente de nosotros-. Este es un placentero cambio de planes. ¿Sabes? Tu hermana no es tan mala como solía pensar.

-Sí, es peor. Estúpida traidora.

-Micaela, deja de ser ridícula. Hizo lo que hizo porque se preocupa por vos.

-Cierto -comenté despectivamente.

El comportamiento de Paio era completamente distinto ahora. Se veía mucho más feliz y demasiado cómodo. -Paula sólo ve lo que vos no puedes por alguna razón -dijo.

-¿Y qué es eso?

La esquina de su boca se levantó en una sonrisa y se volteó, girando su cuerpo hacia el mío en la banca. -Que es sólo cuestión de tiempo antes de que obtenga lo que quiero.

Pablo lucía como si fuera el que se encontraba atrapado en un hechizo esta vez. Su mirada era tan intensa que me encogí lo más lejos que la cabina me permitiría. No era lo suficientemente lejos. Acunó mi mandíbula en sus dedos, rozando su pulgar por mis labios.

-Quita tus manos de mí. -Me sorprendí cuando realmente soné peligrosa porque esa cálida sensación de hormigueo que tenía cada vez que me tocaba intentaba convencerme de que no quería realmente que se detuviera.

Se retiró en el asiento con un suspiró y empujó mi batido un poco más cerca a mí. -Deberías beber eso. Te hará sentir mejor.

-De hecho, ir a casa me haría sentir mejor.

-¿No intentarás siquiera pasarlo bien hoy?

-Si siquiera intentaras actuar como una persona normal, podría.

Algo brilló en los ojos de Paio. -¿Y qué es normal? -soltó-. ¿Romper narices de gente y tener que ser forzada a usar ropa que de hecho se ajustan? No eres exactamente quien para hablar, sabes.

Fui tan tomada por sorpresa por su estallido que la única cosa que pude pensar en hacer fue tomar un trago de malteada. Uno realmente largo.

Sabía que me observaba. Después de lo que había dicho, no podía evitar sentirme cohibida. Me encogí envolviendo mis brazos alrededor de mí, mi carácter completamente agotado. Estúpida Paula y su estúpida camiseta.

-Te ves muy bien hoy -señaló de pronto. Lo miré enfurecida, odiando que pudiera leerme tan fácilmente. Su mirada se llenó de arrepentimiento-. Lo siento, pierdo el control a veces.

No dije nada, a pesar de que probablemente debería haberle pedido perdón también.

-No peleemos -dijo, intentando redimirse de nuevo.

-Lo que sea -refunfuñé y luego hice lo único que quedaba por hacer, alcancé la canasta de papas fritas puesta entre nosotros y hundí una muy larga en mi batido. Luego de meter la papa en mi boca, noté que me miraba con un brillo completamente entretenido de vuelta en sus ojos.

[***]

Una vez que llegué a la concesionaria de autos, comencé a relajarme. Compraría mi primer auto, después de todo. Aún con Paio alrededor me sentía algo emocionada. Además, era más fácil lidiar con él cuando ya no me encontraba atrapada en una pequeña cabina.

-Así que -dijo mi vecino mientras caminábamos a la mitad usada de la concesionaria-, ¿Tenías algo específico en mente? -Levantó sus cejas y abrió la puerta del conductor de un F150-. Me pareces más del tipo de camionetas. -Intenté no sonreír con eso y me subí detrás del manubrio. Pablo se me unió en la cabina y me observó mientras intentaba familiarizarme con la camioneta-. ¿Sabes que tiene de bueno una camioneta? -dijo finalmente.

-Suficiente espacio para cargar todo tu equipo cuando te vas a acampar.

-Supongo que eso es verdad, sin embargo no sabría realmente. Nunca he ido a acampar.

-¿Nunca? -pregunté.

-Nop. - Se deslizó en la cabina hacia mí-. He ido, sin embargo, al auto cinema. -Deslizó su brazo alrededor de mis hombros con una sonrisa-. Los asientos de banco son geniales, ¿no crees? -Tragué duro y salté fuera del auto tan rápido que se cayó-. ¿Nada de camionetas entonces? -dijo mientras golpeaba la puerta en su cara.

Ya miraba las ventanas de un Focus cuando me alcanzó. Tomé nota específicamente de los asientos de butaca adelante y luego me subí detrás del manubrio. Pablo se puso en el lado del pasajero.

-Este tendría mucho mejor rendimiento del motor -dije.

-Es algo pequeño, sin embargo. - Se removió incómodamente y luego deslizó su asiento hacia atrás. Miré alrededor del auto e intenté imaginarme a los mosqueteros, todos abarrotándose dentro del pequeño auto.

-Cierto -coincidí-. Vamos a probar ese de allá.

Mientras me acomodaba detrás del manubrio, no dijo nada, excepto-: Mucho mejor.

-Definitivamente -coincidí, mirando sobre mi hombro-. Y hay mucho más lugar en el asiento trasero.

Paio se giró a mirarme con sus cejas levantadas muy arriba. -Mica -dijo, riendo-, acabas de enloquecer con la idea de un banquillo. No creo que tengas que preocuparte por necesitar un asiento trasero espacioso.

Cuando entendí su significado me sonrojé. ¿Por qué todos los chicos son tan malpensados? -No quería decir que planeara besuquearme atrás .Simplemente pensaba en los chicos que están de campamento. Esperan por completo que lleve sus tristes traseros a la escuela en el otoño

-Sí, y esperan por completo que te ocupes de ellos en el asiento trasero también.

-Cállate, no lo hacen.

-Oh, sí lo hacen. Son chicos. Y vos no. Es así de simple.

-Son mis mejores amigos. Hemos crecido juntos en el mismo vecindario toda nuestra vida. Te garantizo que ninguno de ellos está interesado en mí.

-No que te dirían. Probablemente están asustados de terminar con su trasero en una cuchara. Pero eso no significa que no están pensando en eso. Al menos uno de ellos lo hace. Mi dinero va para Bruno.

-¿Qué te hace decir eso? Ni siquiera has conocido al chico.

-Sí, pero ¿quién más pasaría tanto tiempo jugando algo tan pobre como Skateboard Pro 2000? Tengo que decírtelo, pero el tipo no está obsesionado con vencer tu puntaje. Está esperando que te aburras y te le abalances encima.

CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora