CAPITULO 13

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-Eres demasiado imbécil -le miré y salí del agua para dirigirme hacia las toallas.

No sé que pensar, no sé donde me he metido, no sé que hago aquí. Podría haber dicho que no quería venir y estoy segura de que Nash me hubiese dejado en casa, felizmente.

-¿Te gusta verdad? -se sentó junto a mí Madison con la mirada fija en el mar.

-¿Quien? ¿Nash? -desvié la mirada hacia ella y vi como asentía con la cabeza. Me reí- Ni en un millón de años me va a gustar ese idiota. Es la persona que más odio en todo el mundo

-Hace unos minutos no parecía importarte estar jugando con él en el agua -decía aun con la mirada fija en el agua.

-Lo sé, y no te lo niego. Desde esta mañana que ha tenido un carácter diferente conmigo pero ya veo que se la ha pasado. -la miré.

Me sentía demasiado bien hablando con una chica. Me sentía tranquila y sabía que le podía contar cualquier cosa porque me entendería. Lo malo es que esta charla me ha recordado a mi mejor amiga, Marta. No sé si ella seguirá pensando en mí o simplemente ya se ha olvidado...

Pensar en ella me ha traído algunos recuerdos de cuando estaba en España y me ha echo recordar que ahora mismo, estaría con ellos en Mallorca, junto con mi mejor amigo, pasándomelo bien y disfrutando el momento con ellos.

-Lo siento... -me levanté y me fui lejos de ahí. Sentía como mis ojos comenzaban a aguarse y no quería que nadie me viese así, triste.

Echaba de menos a todos mis amigos y el problema es que no sé si ellos a mi también.

No sé en donde estoy, sé que sigue siendo la playa pero hay muchas plantas y no veo el mar por ninguna parte así que será mejor que vuelva con los demás.

Mierda.

Una de las plantas, o algo que había por ahí me ha echo un corte en el brazo y ahora me sangra. Si ya te digo yo que la suerte no me acompaña nunca.

-¿Que te ha pasado? -se acercó preocupado hacia mí Hayes.

-No sé, estaba caminando y algo, no sé si era una planta o que, me ha echo esto -dije y desvié la mirada hacia mi brazo que seguía sangrando.

-¿Que le he pasado? -dijo Nash alarmado levantándose de las toallas.

-¿Ahora te preocupas por mí? Vete a la mierda Nash -dije y seguí mi camino junto a Hayes, quien me llevó hacia el coche para curarme la herida.

-Por lo menos no es profunda ni nada -sonrió al igual que yo. Esto si que era una hermano de verdad, no como Nash. El hermano mayor que decían que era.

Terminó de curarme el brazo y volvimos con los demás. Al parecer ya era hora de volver a casa, aunque no lo parezca, son las seis de la tarde y llevamos aquí desde las once de la mañana.

Esta vez yo iba detrás, no tenía ganas de sentarme delante junto con Nash. La amabilidad se le había pasado hace unas horas y estaba completamente odioso, estúpido...

-¿Estás mejor? -dijo al salir del coche y mirando mi brazo.

-Mira Nash, déjame. Tu simpatía ya veo que te ha durado poco, ahora sigue tu vida y yo la mía. Pesado -entré en casa y me dirigí hacia la segunda planta.- Que nadie entre en el baño porque me voy a duchar, ¿Te ha quedado claro Nash? -asintió con la cabeza y entró en su habitación.

Cogí las cosas necesarias y entré en el baño. Al cabo de unos 20 minutos largos, salí del baño y entré en mi habitación. Esta vez sin encontrarme a nadie por el pasillo. Tuve suerte.

Me puse ropa cómoda y me senté en la cama con mi ordenador. No vi ninguna llamada perdida de mis amigos ni nada, lo dejé donde estaba y me puse a mirar el móvil, todas mis redes sociales. No sé como, pero mis seguidores habían aumentado, y creo que todo por el simple echo de ser familia de los Grier y amiga de los Magcon.

Instagram estaba lleno de chismes sobre mí y los chicos de Magcon. Bueno, mis amigos. Al parecer alguien nos han visto hoy en la playa y justo en el momento en que Nash me cogía en brazos. Los rumores son muchos y ahora por todo instagram vuela esa foto diciendo que somos pareja.

Después de dejar algunos comentarios diciendo que Nash y yo no somos nada, decidí bajar al salón donde se encontraba Nash sentado en el sofá.

-¿A que hora vuelven? -pregunté amable esperando una respuesta igual de amable.

-Se les ha atrasado el avión así que dudo que tardarán un poco -dije y miré la hora. Las nueve de la noche.

Tengo que hambre.

Me dirigí hacia la cocina y busqué que podía comer o directamente hacer de cenar.

-¿Os apetece una pizza? -pregunté desde la cocina y escuché varios si desde el salón.

Puse la cena en el horno y me senté en uno de los sofá junto a Hayes.

-¿Que le pasa a Nash? -me preguntó Hayes con su mirada hacia su hermano quien estaba tumbado en el sofá mirando su móvil.

-Ni idea -le miré y desvié la mirada hacia Nash, de nuevo.

La verdad es que desde que hemos salido de la playa, está raro. Está como ausente, apagado. No es el idiota que he conocido yo, ahora es más tranquilo, raro...

-¿Te pasa algo? -me senté junto a él en el sofá.

-¿Que pasa, que te preocupas por mi? -dijo sin desviar la mirada de su móvil.

-Pues sí, me preocupo por ti. ¿Tienes algún problema por eso? -le miré y vi que el seguía con la mirada de su móvil así que se lo quité de las manos.

-¿Que haces? -me miró fijamente a los ojos.

-Nash, ¿Qué te pasa? Estás teniendo un carácter de mierda. Primero estas amable, después estúpido, vuelves a amable y ahora estás ausente -le miré- ¿Qué te está pasando, que recorre por tu cabeza?

-Me siento culpable vale -dijo alzando la voz.

-¿Culpable de qué? -le miré a esos ojos tan bonitos que tenía.

-Después de ser un idiota, como tu dices, en la playa, has salido a hablar con Madison y en ese momento y despues te he visto al cabo de unos minutos con eso en el brazo -desvió la mirada hacia mi brazo.

-Oh por dios Nash, eres tan ingenuo... No ha sido por ti ni mucho menos. He estado hablando con Madison y me he acordado de mis amigos y por eso he salido a dar una vuelta, necesitaba estar sola. Aunque bueno, veo que tienes corazón -sonreí y me fui a mirar la pizza.

Me sentía muy bien haber podido hablar con Nash tranquilamente sin tener que gritarnos, ni tirarnos el uno al otro a la piscina, ni nada de las idioteces que nos hacemos mutuamente.

Saqué la pizza del horno y la puse encima de la mesa de la cocina para ponernos a cenar todos, pero el sonido de la puerta abrirse hizo que todos nosotros dirigiésemos la mirada hacia ella.

-No puede ser...

¿HERMANASTROS?   [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora