Sin electricidad (1/5)

19 1 5
                                    

     Gracias a la fuerza de costumbre que al fin y al cabo es quien da cuerda a mi reloj biológico, abro los ojos sin entender por qué hoy el despertador, no ha sonado diez minutos antes como cada jornada.
Como impulsado por un resorte, me incorporo de mi cama para tomar una ducha y así acordarme de las estrellas con todos sus habitantes cuando el agua helada, me hace pensar que tal vez se haya estropeado el termo. Así es que no sin gran dosis de resignación, aguanto como puedo el chaparrón agarrando a continuación la toalla para secarme a cómicos brincos, terminando la operación con el albornoz sobre mi cuerpo en esta fría mañana de invierno donde mis dientes, aún tocan castañuelas tras el gélido susto.
Ya en la cocina y con la intención de preparar mi desayuno, observo tras abrir la puerta de la nevera como la luz interior permanece apagada, además de sentir bajo mis pies descalzos, un charco hipotéticamente de agua. Y aunque los artículos que hay en su interior aún conservan cierto frescor, no están fríos a mi tacto como debieran. Es obvio pues que estoy sin electricidad, por lo que después de pulsar el interruptor de la luz de la cocina y comprobar que la bombilla no enciende, solo me resta verificar para mi desaliento, que todas las palancas del cuadro eléctrico están subidas.
Debe tratarse de una avería de la compañía eléctrica, por lo que descolgando el teléfono para dar parte de la incidencia, descubro que no hay línea.
- ¡Qué extraño!
Enciendo mi móvil pero tampoco hay conexión, así es que armado de bendita paciencia y con el pensamiento de llamar desde la oficina, me dispongo a desayunar en frío al carecer de gas, justo en el momento en el que tres cortos toques de nudillos llaman a la puerta.
Es el vecino de al lado para preguntarme si tengo electricidad. Le saludo, le contesto negativamente, le despido cortésmente y sin dilación acabo mi desayuno para después vestirme y salir rumbo a la oficina. Y aunque hoy desperté como dije un poco más tarde de lo habitual, voy bien de tiempo, por lo que conduciendo sin prisa mi automóvil, observo como no hay un solo semáforo que funcione en toda la ciudad.
Por lo demás, todo está aparentemente igual que ayer, que anteayer, que siempre, excepto la radio, que después de buscar en mi dial, lo único que encuentro son ruidosas interferencias.
- Para un día que puedes llegar más tarde, se te ocurre llegar más pronto. - Me dice con sorna el gracioso de siempre al llegar a la oficina. - ¡No hay electricidad!
- ¡Vaya!, no lo había notado - Pienso irónicamente.
Al poco otros compañeros se suman a la espera, pero ante la imposibilidad de ejercer nuestro trabajo, permanecemos en el hall de la entrada al ser todos programadores de software. Y sin electricidad, no hay nada que programar.
Pasan los minutos, después las horas... Nadie sabe nada. Demasiado tiempo desde anoche sin electricidad. La radio del recepcionista sigue sin recibir emisión, la centralita telefónica carece de línea al igual que los móviles comprobados una y otra vez, y entre la gente, la impaciencia se generaliza y extiende cuando no hay nada peor que la incertidumbre de no saber que está ocurriendo, más aún cuando no hay lógica ni razón que explique la situación. Es lo que sucede cuando algo se sale de lo convencional, o mejor dicho, de lo artificial. Y estar sin electricidad durante tanto tiempo..., lo es.
- ¿Te imaginas vivir sin electricidad? - Pregunta alguien.
- ¡Que disparate! - Contesta la recepcionista.
El tiempo transcurre lento y con él la mañana, arreglando el mundo inmerso en múltiples conversaciones tras romper innumerables sobres de café disueltos en agua caliente gracias a la plancha de gas de la cafetería de la esquina. Cuatro horas después el cansancio por aburrimiento hace mella, incluyendo a mi jefe que disimulando su nerviosismo, nos ordena regresar a casa confiando en que mañana el problema esté resuelto. Así es que en mi afán por investigar que ocurre, cojo el coche y regreso despacio a mi hogar por diferente ruta para averiguar que pueda estar pasando.
Escucho, observo, analizo... No es habitual ver tan poca gente por la calle cuando pasan veinte minutos del mediodía. Excepto unos pocos, la inmensa mayoría de los restaurantes y cafeterías están cerrados, igual que los comercios, igual que las panaderías, cuyos hornos de leña pasaron a mejor vida hace ya demasiado tiempo. Los automóviles se agolpan en las gasolineras haciendo cola para repostar, pero sin electricidad, las bombas impulsoras de los surtidores no pueden funcionar. Compruebo mi depósito; se encuentra por la mitad, así es que regreso a casa para constatar como la televisión sigue sin funcionar y la radio, con pilas, sin recibir emisión alguna.
Mi tablet de nada sirve para buscar información y mi móvil aún con carga en su batería, sigue sin establecer comunicación. Decido comer. Abro una lata de legumbres con judías que devoro en frío, además de un trozo de pan que sobró de ayer. De postre una manzana. Y sin más acudo al salón con la intención de entretenerme con una revista que tenía a medio leer, cayendo pronto amodorrado sobre el sofá antes de terminarla.
- ¿Qué hora es? - Me pregunto tras despertar - Las cinco de la tarde según mi reloj de pulsera. Aún sigo sin corriente. Tantas horas sin electricidad... ¡Esto huele mal!
Tras correr la cortina de la ventana con la intención de husmear, observo calle abajo a un operario de la compañía eléctrica junto a una pequeña subestación cercana a mi domicilio. Vistiéndome apresuradamente, salgo deprisa a su encuentro preguntando la misma cuestión que otros vecinos aledaños antes que yo, ya habían formulado.
- No saben nada - Me explica una vecina encogiéndose de hombros - No hay electricidad en toda la ciudad y no saben lo que ocurre. Dice el operario que no es una avería y que el problema no es de las estaciones de suministro principales.
- ¿En toda la ciudad? ¿No tienen previsión de cuando se reestablecerá? - Pregunto.
- No tiene ni idea.
- ¿Si no lo sabe él, quien lo sabe?
- ¡Y yo que sé! - Contesta aireada.

No te duermas..., aún.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora