Seguí en mi proceso de conquista por un tiempo, hasta que un día, y sin esperármelo, tu también adoptaste el mismo plan que yo.
Ese fue el día en donde para mí, nuestra real historia comenzó.
Me estabas dando la oportunidad.
Rápidamente se me fue volviendo una maldita costumbre hablar día a día contigo y ver tu nombre aparecer en mi pantalla.
Darte los buenos días era automático.
Y charlar durante las clases era una rutina.
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Sebastián
Short StoryA veces no hay próxima vez, a veces no hay segundas oportunidades, a veces es ahora o nunca.