Ya eran las doce de la mañana, y me tenía que ir al terminal de buses.
Tomé mis bolsos, y te avisé que me iba.
Me miraste, te acercaste y me diste un frió beso en los labios.
Caminé con lentitud hasta tu puerta, mientras tu me seguías.
Desde ahí, te dije un simple "adiós."
Y tu respondiste con una sonrisa.
Comencé a caminar por el pasillo, y sentí la puerta cerrarse atrás mio.
Me giré con lentitud, y miré tu puerta.
Algo me decía, que esa sería la última vez que te vería.
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Sebastián
NouvellesA veces no hay próxima vez, a veces no hay segundas oportunidades, a veces es ahora o nunca.