Lentamente emprendí mi marcha hacia ti, despegando los audífonos de mis oídos y con una sonrisa que progresivamente iba creciendo.
Boté absolutamente todo el aire que estaba reteniendo sin darme cuenta.
Conté hasta tres.
Junté todas mis fuerzas.
Y te saludé con un apretón de manos.
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Sebastián
Krótkie OpowiadaniaA veces no hay próxima vez, a veces no hay segundas oportunidades, a veces es ahora o nunca.