-Capítulo 35.

150 20 0
                                    

PDV'Amelia.

—Odio haber creído que eras diferente— Suspiro.

Kyle Bayer. Mi supuesto mejor amigo, tuvo las agallas de disculparse.

Todo lo que pasó, todo y cada uno de esos momentos perduran en mi mente y corazón.

—¡Siempre estás con una sonrisa! ¡Lo lamento! ¡Lamento haber traicionado tu amistad! ¡Lamento haber lastimado a Reece!.
¡Estaba confundido!— sus ojos se llenan de lágrimas que pronto saldrán. — Perdóname.— toma mi mano y le da un apretón.

—Sabes, todo el daño que le hiciste a Reece, él no lo merecía. ¡No lo merecía!. Solo por ti y tus malditos inexplicables celos. — Suspiro. Esta vez no seré igual. No caeré de nuevo en la trampa del León.— No importa que tan mal esté, siempre me verás con una sonrisa. ¿Tienes idea de lo difícil que es para mi? ¿Te gustaría que yo lastimase a alguna de tus novias?.— Quité su mano de la mía, ahora no sabía que decir, como pensar y actuar. — Mírame, Kyle— Hizo lo que le ordené.— El hecho de que tu fueras mi mejor amigo, no te daba el derecho, sobre ningún motivo de meterse en mi relación con Reece.

—Yo...— dice cabizbajo— Lo sé, y lo siento. ¡De veras que lo siento Amelia! ¡Tenía celos de verlos juntos! — Noto que su voz se va quebrando poco  poco.— Estaba confundido, no sabía como actuar— hace una pausa— No tenía idea de que cuando yo regresara de España tu estarías con él. ¿Sabes porqué es difícil?. Porque todo este tiempo estuve...— Suspira una vez más. El aire ahora está más tenso que nunca. — Sabes todo este tiempo estuve ilusionado, no encontraba a nadie que encajara a perfeccionar conmigo, eras o mejor dicho eres todo lo que siempre quise. Estuve enamorado de ti todo este maldito tiempo, desde aquel día que echastes aserrín en mi cabeza sin querer, supe... Supe que estaba enamorado de ti. Y lo siento. De verdad, lo siento.
El verte con alguien que no era yo me hizo actuar de tal manera. Lo lamento.— Dicho esto se levanta de mi lado.— Espero que te vaya muy bien.— Lo miro, él de verdad... Sentí sus palabras. Las sentí, sí supe que él estaba enamorado de mí. Pero... Es algo inexplicable.

Sentía el aire frío entrar a mi cuerpo y apoderarse de él. Aún no entraba a la habitación de Reece.
Estaba esperando el momento de tranquilizar mis nervios, y también el momento en el que Anne y el Doctor Fletcher me dijeran que podía entrar.
Cuando tuve la dicha de entrar nuevamente, tomo la valentía y entro.
¿Valentía? Sí. Ya me conocía a Reece. Y sabia que después de todo me preguntaría el porque estaba así.

—Hola— me dice.

Me quedo estática esperando a que mi cuerpo reaccione al mirarle. O tan solo a que mi boca produzca un saludo hacía él.
Cuando ya me reincorporo, me acerco a su camilla y planto un beso en sus labios. Le doy una media sonrisa, más forzosa que quién sabe qué.

—¿Cómo estas?— Mientras hago la pregunta tomo asiento en el sillón que está justo al lado derecho de él. Él toma mi mano y enlaza nuestros dedos, bajo mi mirada al ver su reacción. Con el rabillo del ojo puedo observar a Reece sonreír, o al menos eso parece.

—Estoy... ¿Bien?— Deja salir una risilla, me uno a él pero paro al instante, recordado la noticia que debo darle.

—Ya estarás mejor— Le miro, miro con cautela cada una de sus fracciones. Recuerdos vagan por mi mente haciendo que me ponga nostálgica frente a él.
Es increíble como una persona puede darle un giro de trescientos sesenta grados a tu vida. Reece a sido dicha persona. A cambiado mi vida, de una forma... Sobrenatural.

—Gracias, amor— Sonríe al decirme así. Él sabe que provoca que mi corazón lata a mil por hora y mis mejillas ardan con tan solo llamarme así

—Tengo que decirte algo...— Sonrío nerviosa — Es sobre...

—¿Reece Bibby?— pregunta el Doctor Fletcher, al mismo tiempo que interrumpe mi importante charla.

—Ese mismo— da una media sonrisa forzosa.

—Bien, Reece. Analizando tu expediente, creo que deberías de dejar de lado las peleas, no te ha ido muy bien que digamos.—  Volteo a verlo y veo que está con ganas de reírse. Sé el porqué. — Tus latidos están muy bien, el pequeño rasguño que tienes en el rostro sanara. La presión arterial está bien. Lo único que te pido, es que guardes reposo, ah y nada de acción, he— nos mira de reojo a ambos.

Siento mis mejillas arder, ahora mi semblante está serio. Uh, de este tema nunca hemos tratado. La verdad me da bastante pena.

—Te mandaremos unos cuantos medicamentos, nada horribles por cierto— prosigue el Doctor en tono burlón.— Tómalos al pie de la letra. Y, evita a toda costa las peleas. Por tu bien. Con permiso. — dicho esto sale de la habitación.

—Nada de acción, he— me dice con voz y mirada pícara.

Por tercera vez en el día siento mis mejillas arder.

Beside You ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora