CAP. 14 - Protegeme pero no te marches

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-¡Hora de levantarse!- se escuchó un gran estruendo en todo el campamento. Era la voz de la directora emitida por megáfonos esparcidos por cada cabaña. -Vengan a recibir su desayuno campistas-. Me levanté pesadamente, aun tenia sueño, un niño apunto de ser adolescente debe dormir bien. Lo primero que hice al levantarme de la cama fue dirigirme a la de Adam, que bueno que fue elegido como mi compañero de cuarto. Estaba durmiendo tiernamente, con toda la cobija arropando su cuerpo, no quería despertarlo, pero debía.

-Adam, es hora de levantarse- menciones mientras daba pequeños empujones en su cuerpo esperando a que reaccionará y despertara. El abrió los ojos y levanto su tórax de la cama, frotaba su ojos izquierdo con su mano y mantenía un tierno puchero.

-¿Que pasa?- Dijo en voz baja causado por el sueño.

-Es hora de desayunar, arreglate- Sonreí esperando a que el chico se levantase. Me dirigí hacia el pequeño lavabo de aquella pequeña cabaña y lave mi rostro, cepille mis dientes y como pude peine mi cabello. Sonreí frente al espejo que estaba algo sucio y luego me alejé.

-¿Terminaste?- Preguntó Adam con su cepillo en la mano para arreglarse el.
-Sip, puedes usarlo- Dije con una sonrisa de oreja a oreja. Este algo ruborizado me devolvió la sonrisa. Se acerco al lavabo y comenzó a cepillarse los dientes. Me dirigí al estante en donde se encontraba mi ropa y el respectivo uniforme, se supone que tenia que ir con unos pantalones cortos color verde oscuro y una camisa o franela de mi elección, cargando encima un chaleco sin mangas del mismo color que el pantalón, con el respectivo distintivo pegado en su costado derecho.

-¿Puedes esperar a que yo este listo?- pregunto Adam nerviosamente.

-Claro, arreglate rápido- Dije con una sonrisa. Este se animo y comenzó a cambiarse la ropa. Por la ventana podrían verse a los demás campistas dirigiéndose hacia la cafetería, me preocupe por el hecho de que no con seguiríamos nada al llegar. -Deberías apresurar...- Adam me interrumpió al instante.

-Estoy listo- dijo con una sonrisa y caminando hacia la puerta ya vestido con el uniforme. -Vamonos- levanto el puño al aire animado. Sentí alegría de que sintiera confianza al estar conmigo, me daba seguridad que se estuviera acostumbrando a mi, porque me sentía confiando al estar con el... ¿Sera que es lastima por lo que paso el otro día?... No lo sabia pero sentía gran aprecio por ese pequeño aun teniendo poco tiempo de conocernos.

-Vamonos- solté una gran sonrisa y lo seguí hasta la cafetería. El lugar estaba completamente lleno, ya muchos habían tomado su charola llena de comida y se sentaron a comer, el ruido de los mas o menos cien campistas hablando entre si era fuerte tenias que levantar la voz para ser escuchado. Adam y yo entramos e inmediatamente comenzamos a hacer la cola con nuestras charolas a buscar comida. Hablábamos de temas normales mientras esperábamos nuestro turno, en eso, recibí un pequeño golpe por la espalda.

-Los he buscado por toda la cafetería- Era Nella con un puchero en su labio y tiernamente abrazando a su conejo.

-Hemos estado esperando para comer- Aclare mientras me movía un paso más hacia adelante y la señora llenaba mi charola de huevo revuelto, unos panes tostados y un pequeño plato lleno de pedazitos de fruta fresca. -Gracias- le dije a la amable señora mientras sonreía y esta devolvió la sonrisa. Luego prosiguió a servirle a Adam el mismo plato.

Caminando entre los demás campistas buscábamos un espacio en donde sentarnos.

-Allá hay uno- señalo Adam el final de aquel mesón en donde había suficiente espacio para los tres.
-¡Perfecto! Vamos- Dijo Mella mientras corría hacia los puestos se aventó sobre ellos apartandonoslo. Adam y yo nos partimos de risa y nos acercamos a Nella. -Tranquilo muchachos, no hay moros en la costa-costa- Dijo viendo a su alrededor alerta. Me parecía totalmente graciosa su manera en que su inmadurez era tierna, después de todo era una niña, un menor al igual que yo, ¿porque no seríamos inmaduros?

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