Los ingleses son encantadores

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La mirada de Pauly lo decía todo; decía algo que tanto Gale y yo supimos desde el momento en que la botella nos señalaba a nosotros: eso sería un drama. O tal vez peor aun, el silencio de parte de la castaña almendra nos mataría lentamente... Y eso mismo hizo.
Sin decir palabra Fui a sentarme, y Gale hizo lo propio. Me encontré callada, hasta que Ursulla nos recordaba la hora, y que todavía teníamos varias horas de viaje para poder regresar a casa. 
Recogimos entre todos metiendo la mesa, la comida, las toallas, entre otras cosas a la cajuela de la combi. Después, arenosos y sucios subimos todos. 
Cuando me senté en el acolchonado asiento de la camioneta, me percaté de lo cansada que estaba: me dolían mis músculos, mi cabeza me pesaba. Todas las oleadas que me había dado en el mar me habían dejado simplemente con las energías muertas, así como a la mayoría. 
Justin, Diego y Guilly se fueron en la cabina para poder turnarse el volante durante el viaje de regreso. 
Aunque estuviéramos agotados y prácticamente listos para tirarnos en la cama a dormir, las bromas y risas continuaron. Esta vez, hasta yo me encontraba riéndome escandalosamente de todo lo que los estúpidos eh inmaduros amigos de mis primos decían o hacían. Claro, reía hasta ver la cara de Pauly, la cual me recordaba lo Perra que había sido. ¿Pude haberme negado? Quizás, pero si lo hacía entonces todos se hubieran puesto molestos, y hubiera terminado besando a Gale de cualquier modo, así que ¿no tenía opción? Podría ser que sí, pero todas las opciones me llevaban a un mismo fin: mis Labios y los labios de Gale uniéndose. 

Llegamos a la Ciudad de Cova, donde dejamos a Gale justo al frente de la que según nos dijo, era su casa. Nos agradeció y nos dijo que cualquier cosa estuviéramos en contacto con él. Me miró por última vez, y se fue, no sin antes intercambiar números con Frank. 
Luego de aquella pequeña desviación, ahora si nos dirigíamos hacia Nove. 






...






La camioneta se estacionó justo al del porche de mis abuelos. Era la Una treinta de la madrugada exactamente cuándo bajé con mi maleta en Brazo; solo quedábamos Omar, Guilly (el dueño se la combi) Helena, Pauly, Justin y yo después de haber dado un recorrido por las casas de todos para irlos a dejar. 
- Debemos de Repetirlo. - comentó Justin, antes de que yo me alejara y caminara hacia la Puerta. 
- ¡Claro que sí! - Dijo Helena con un tono de voz elevado. El resto que alcancé a escuchar fueron chucheros. 
Aun estaba un poco aturdida por ese asunto de los besos. Primero, estaba mi beso con Gale, y en cómo Afectaría esto en la relación que quedaba entre Pauly y yo. Y segundo, estaba el beso entre Justin y Sarah... ¿Qué hacer con eso? Me sentí total Mierda al verlo besarla. Y eso era lo que más me preocupaba: Sentirse así no era de alguien que considerara al otro amigo. 
Justin me tenía confundida, y es que él era bastante... Agradable. Amable, Lindo Carácter, Guapo (muy Guapo) y aparte de todo, inteligente. Y de eso sin lugar a dudas no conocía mucho. Sus modos de hablar y de mirarme me hacían sentir como si fuera yo alguien especial para él, pero también me daba cuenta de que Así les hablaba a todas. No era coqueteo, no era ligue, era Carisma y Personalidad. Su personalidad era Amable y amiguera; tal vez como era un Bicho raro en Boston, nunca pensé en que alguien llegara a hablarme de ese modo. Supongo que, Los ingleses son Encantadores. 
- ¡Nos vemos Luego! - dijo Justin caminando de reversa hacia mi dirección.
- ¡Ciao Ely! - Gritaron Omar y Guilly al unisonó. 
- ¡Ciao! - Respondí, intentando sacar una sonrisa.
Justin caminó hacia mí, y abrió la Puerta. Me dejó pasar, y justo después el entró cerrando la puerta. No tuve cabeza para nada mas, además de pensar en un refrescante baño para tirar la arena de mi cuerpo.














Y como si no tuviera suficiente de sol, mar y arena, al día siguiente lo primero que hice fue ir hacia mis rocas. 
En cierto modo, me sentía un poco inspirada… al menos eso pensé hasta el momento en que llegué allí, y quería empezar a escribir. Después de pensar un poco (mucho) y de mirar una palmera ondeándose libre, fue cuando tomé mi lápiz por primera vez.
Y, después de tiempo perdido, empecé con la única razón que me mantenía en Nove, y que hasta sentía, la había olvidado: El ensayo que me conseguiría la beca que tanto deseaba. 

“¿Amor? Cuando leí en las bases que me tocaba el tema, sentí todo derrumbado. Si cualquiera me hubiera preguntado en ese instante, ¿Que es el amor? No hubiera sabido que responder. Simplemente porque jamás lo había conocido de un modo romantico donde alguien deja libres sus sentimientos para flojar en sintonía perfecta con alguien mas. No soy la mas adecuada para hablar de amor, pero al menos tampoco estoy tan perdida, y eso gracias a mi Familia y hasta amigos. 
Conocía el amor paternal; ese que me demostraba mi padre (que en Paz Descanze) cuando me cargaba en su espalda y me hacía reir hasta llorar, o ese que me mostraba mi madre al cepillarme todas las noches mi pelo para hacerme una trenza antes de dormir. Conocía el amor de hermandad: mi hermana siempre había sido mi confidente, mi mas grande amiga. Ella siempre había estado allí para mi, y eso es algo de lo que le estaré gratamente agradecida de por vida. Sin embargo, no conocía el amor de una pareja. No lo conocía, ya que nunca había estado enamorada, de hecho… “ 

No lo estoy. Así es como quería terminar la frase, pero no pude. No pude porque en ese instante pensé en Justin, y se quedó estancado en mi cabeza. 
No, no estaba enamorada. A menos de que… 
- ¡Ely! - ¡Mierda! ¿Lo invoqué? 
Justin corría despavorido hacia mi, escalando las rocas. Por instinto propio cerré el cuaderno y puse mi brazo sobre el… era bastante ridícula cuando de “enseñar mis escritos” se trataba. 
El chico llegó y se sentó junto a mi sin decir palabra alguna. Puso sus antebrazos sobre sus rodillas, y miró hacia el mar, como si no tuviera nada que hacer. 
- ¿Se te ofrece algo? – pregunté, un tanto irritada. Por mucho que llegara a querer a una persona, si se metía conmigo y me distraía en mis momentos de inspiración, le cortaba la cabeza. Al menos no literalmente, pero si en mis pensamientos. Justin ya se estaba ganando puntos para ser decapitado por un cegito de personitas imaginarias que me amaban y me veneraban en mi mente.
- ¿Que te pareció lo de anoche? ¿Te gustó la salida? – preguntó sonriente. 
¡¿Qué?! ¡¿Enserio?! ¡¿Me interrumpía solo para Eso?!
- Bien. – suspiré. Personitas… preparen el hacha. – Solo Bien. 
- ¿Solo bien? A mi me agradó mucho. – dijo en tono alegre y despreocupado. Si, definitivamente todavía no notaba mi mirada de “Dejame En paz…”. 
- ¿Nada mas bienes a comentar sobre lo genial que estuvo la noche anterior?
- Si.
- Entonces hazlo en otro momento, que estoy ocupada. – hablé cortante. 
El me miró entoces, y asintió con la cabeza. Empezó a ponerse de pie, pero apenas sus pies lo sostenían, el se volvió a sentar. 
- ¿Que piensas de Sarah? – preguntó impaciente. - ¿Sa… Sarah? ¿Iba enserio esa pregunta? – bueno, es agradable, ¿No lo crees? - ¡¿Eh?! 
Mientras mis neuronas calibraban motores, llegue a una lastimosa y casi hiriente conclusión: ¿Y Si después de ese beso, a Justin le comenzaba a Gustar Sarah? 
- Pues… si. – contesté, casi sin aliento. 
- ¿Tu crees que, bueno… pueda salir con ella? ¿Crees que acepte? – lo miré, simplemente perpleja. Tragué gordo, y regresé mi vista al océano. De repente, había perdido su belleza; de repente la palmera había dejado de moverse. De repente, me sentía triste y con ganas de llorar a mares. Y en ese instante supe que era definitivo: Me gustaba Justin. Y Si, tal vez era el Karma, o que el amor huía de mi… Pero a Justin le gustaba Sarah. Digo, ¿A quien podría no gustarle la pelirroja? Era hermosa, ¿Mas que yo? Mil veces. 
Sin mirarlo, alcé los hombros en sentido de que no sabía, y Justin tan solo chasqueó la lengua. 
- Es que, cuando la besé… se sintió bien. - ¡Callate maldito Infeliz! Grité dentro de mi, respirando profundamente. – Hace tiempo que no salgo con nadie después de lo de Alice… tu sabes. – asentí. – y tal vez quisiera volver a interntarlo.
- No pierdes nada. – sonreí falsamente. – pregúntale, a ver que te dice. – el, pensativo asintió repetidas veces, mientras que ahora si se levantaba de su asiento improvisado en la roca. Pero, lejos de caminar alejándose de mi eh irse con Sarah, se incó y besó mi mejilla. 
- Eres una gran amiga, Ely. Gracias. – dijo, para después irse corriendo colina abajo. Tan abajo como mi sentimientos y mi corazón aplastado por el hecho de que el minimo “posiblemente” haya sido borrado de las expectativas. Sarah obviamente no rechazaría a Justin, no era tonta, y a Juzgar por su ruborizamiento después del beso, tampoco sintió desagrado hacia su persona. En fin… una vez sola, siempre sola. 

Una escritora sin amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora