¿Que había dicho? No estaba segura, solamente sabía que había dicho algo que no debí.
Pero yo no tenía la culpa, solamente dije la verdad.
Bueno... le agregé un poco de "intensidad" a las palabras referentes a Gale.
Es que, ¿él para que saca esos temas a relucir? El asunto de Gale no tenía espacio ni coherencia en esa situación; la habíamos estado pasando tan bien ese día, y Justin lo tuvo que arruinar con su curiosidad sin explicación.
No, no era mi culpa; no podía atormentarme con eso.
- ¿Qué es lo mas loco que haz hecho, Ely? - preguntó de repente, justo en el instante en que el semáforo cambió de rojo a verde. ¿Bipolaridad? Ese termino era casi "ofensivo" para Justin Bieber... Bipolares eran tan solo sus uñas; todo el debía de tener un termino diferente y mucho mas elevado.
- Inhalar Elio. - bromeé, recargando el codo en el bracero de la puerta. El hizo un pequeño mohín!, y sonrió de oreja a oreja.
- ¿Confías en mi?
- No. - contesté inmediatamente, tanto que el me volteó a ver extrañado. - ¿Qué? ¿Te tengo que recordar todo lo que he pasado por tu culpa?
- No han sido tantas cosas Ely, no exageres... - dijo disminuyendo su culpa. Yo lo miré asombrada; ¡Que cínico!
- ¿Que? - mascullé, - ¿Se te hace poco que tenga que fingir ser tu novia? ¿Quedarme en tu casa? ¿Asistir a la boda de tu hermana? - el hizo una mueca - ¡Ja! ¡Y eso es solo lo de hace dos días! ¿Que tal cuando gracias a ti nos quedamos a media carretera y tuvimos que dormir en un insípido motel? - el sonrió de oreja a oreja, recordando. - ¿O cuando me obligaste a subir a un estúpido juego en la feria de Nove que provocó que revolviera el guisado de mi tía Dinn con el espagueti de tía Guinna? - Justin soltó una carcajada sin quitarle la vista a la carretera.
- ¡Eso no fue mi culpa! - se excusó, riendo. - Tu me habías prometido que no me dejarías solo.
- Le tenías miedo a Pauly, eso era ridículo.
- No importa, una promesa es una promesa. - objetó el.
- Si, claro. ¿Recuerdas también cuando caí del muelle por ti culpa? - Justin explotó en risas, y yo tan solo estaba conteniendo una sonrisa. Se suponía que estaba enojada recordando todo eso; no podía sonreír. - ¡Ah Claro! Y antes de eso me habías aventado una malteada de banana sobre mi. ¡Que bello día! - exclamé con sarcasmo.
- Terminaste oliendo a Atún con Banana.
- Claro... O también la desvelada esa noche que te enfermaste de catarro.
- Fuiste la mejor enfermera. - sonrió.
- Por supuesto que lo fuí. - hablé resaltando lo obvio. - te quité la fiebre.
El auto se detuvo en otro semáforo en rojo; esperaba verdaderamente que estuviéramos yendo hacia su casa, y no a algún otro lado loco que fuera la segunda parte de la pista de hielo. No estaba de muchos ánimos como para aguantar otro reto ese día.
Nos quedamos en silencio otros minutos, minutos enteros en los que empecé a recordar todo lo que había ocurrido en ese ultimo mes. Un mes, de tres.
Tenía dos meses mas.
Suspiré, queriendo evitar el pensamiento del tiempo.
- ¿Sabes una cosa? Siempre recuerdo esa noche. - Habló Justin de repente. Giré la cabeza, y lo miré intrigada.
- ¿Por qué?
- Fue la primera noche donde me di cuenta de que en verdad, no eras una Ogra como pensaba. - sonreí con el vértice de mis labios, y miré por la ventana.
- Confieso que, esa noche descubrí que eras mas agradable de lo que creía. - Justin rió, y yo negué con la cabeza, sin poder creer que ya había pasado un mes. - ¿Hace cuanto fue eso? ¿Casi el mes?
- Casi el mes... - suspiró. - ¿Que día es Hoy? - preguntó frunciendo el ceño.
- Tres de Julio. - contesté casi instantáneamente.
- Feliz Tres de Julio. - dijo con júbilo. Él, al ver mi rostro de "¿Qué?" Rió y aclaró su garganta. - hay que hacer del tres de Julio nuestro aniversario.
- ¿Aniversario?
- Aniversario de Amistad. - aclaró. Yo reí, y el tan solo sonrió mirandome fijamente.
- ¿Tres de Julio? - el asintió. - Feliz aniversario de amistad.
Amistad. Esa palabra era la que arruinaba cualquier ecuación.
...
Empecé a dudar mucho al momento en que visualicé unos campos de cultivo al lado de la carretera.
Me había contenido en no preguntarle nada a Justin durante nuestro camino en coche, pero cuando vi el letrero que señalaban los caminos hacia otras ciudades, me comencé a preocupar. Nunca me imaginé que en su "ambiente" Justin fuera tan... Experimental.
- ¿Jus...?
- Tu solo confía. - repitió con tranquilidad. - Te juro que no haremos nada malo.
- Define "Malo".
- ¿Ilegal? - preguntó el.
- Wau... - miré hacia la carretera. - eso en verdad me tranquiliza, ¿Eh?
Seguimos en camino por media hora mas; no sabía donde estábamos, pero no estábamos cerca de su casa; eso era mas que obvio. De hecho, cuando su madre llamó a su celular, el le contestó que no llegaríamos ni a comer, ni a cenar, y que no nos molestara en el resto del día; eso me puso muy, muy nerviosa.
Después de varios - muchos - campos de cultivo, y una que otra vaca, vi a lo lejos una gran, gran, gran casa. ¿Otra propiedad Bieber? Podía ser; no me sorprendería en lo mas mínimo.
- ¿Es tuya? - pregunté al darme cuenta que de hecho, si íbamos directo hacia ella.
- Es como una casa de lago... La compró mi abuelo para sus nietos cuando éramos todos pequeños. - suspiró, y giró en el cortafuegos que iba directo a la gran mansión. - podría decirse que si. - habló mientras que unos grandes portones electricos negros se habrían paralelamente, y nos dejaban entrar.
Esta casa, a diferencia de la casa en Londres, se veía mas lujosa - hecho que creía imposible -. Quizás simplemente mas "moderna". Las paredes estaban pintadas de un color verde claro, con vistas beige y algunos detalles en negro. Tenía una gran puerta negra, casi igual que los portones, y justo sobre la puerta, dejando una separacion de un metro aproximadamente, había un balcón. Las grandes ventanas laterales por ambos costados revelaban las largas cortinas, y los arbustos de los alrededores tenían rosas. A lo lejos, vi un gran lago; tal como Justin lo había dicho.
- ¿Cuantas casas tienen? - pregunté casi ofendida. - Me sorprenden.
- No tantas. - Dijo estacionando el coche frente a la casa.
Cuando apagó el motor, bajé de su auto con la expectación por delante. Este chico y sus casas jamás dejarían de sorprenderme.
Sin previo aviso, la puerta principal se abrió, y una señora pequeña y robusta salió mirando con curiosidad hacia el exterior.
- ¡Justin! - la mujer exclamó feliz, y alzó al aire un trapo de cocina. - ¡Mi niño! ¡Que sorpresa! - ¿Que esta no era casa de Justin? No entendía nada; ¿Quien era esa mujer? Justin sonriente, caminó hacia las escaleras, y yo caminé hacia el. Me tomó de la mano, y subimos hacia la puerta juntos; claro, ella también debía de creer que yo era algo mas para Justin, aunque ni siquiera yo supiera quien era ella.
Subimos las escaleras a la entrada, y la mujer abrazó efusivamente a Justin, abrazo seguido de un efusivo beso en la mejilla, el cual dejó la marca de un labial rojo intenso en un beso.
- Hilda, ella es mi novia Ely. - ¡Oh Dios! ¡Eso sonaba tan bonito! La mujer me miró con una sonrisa que muy apenas le cabía en el rostro, y yo no hice mas que sonreír timidamente. Se acercó a mi a pasos cortos, y me tomó del hombro, elevó su otra mano libre al aire y la colocó en mi mejilla, mirandome con cariño.
- Te queda muy bien, se ven bien juntos Justin. - asintió la mujer mirandolo a el, pero sin quitarme las manos de encima. Enrojesí, y miré hacia el suelo. - ¿Se quedarán a dormir? - la ilusión se apoderó del rostro de "Hilda", y yo miré a Justin un tanto curiosa. ¿Nos quedaríamos a dormir? éste chico...
- No lo se, puede que si. - Justin se encogió de hombros. - ¿Vamos a dentro?
- ¡Oh! ¡Claro mi niño! - parecía que Justin era "el niño de todos".
Al entrar a la casa, me encontré con algo que posiblemente me dejaría impresionada: Un órgano blanco. Me recordaban a mi padre... siempre.
Los pisos eran vrito negro y bien pulido; un gran candelabro a lo alto del techo, y unas grandes escaleras que curveaban la linea de la casa por el costado derecho con barandales negros; había una pared pintada del mismo verde del exterior, y las otras eran una combinación de beige con blanco; una casa bastante iluminada. Se sentía el olor a flora, a naturaleza. Aunque no fuera muy amiga de lo natural, me gustaba la idea de esa "casa del lago". Un lindo lugar donde pasar el día. Aunque bueno, con Justin nunca se sabía lo que tenía preparado.
- ¿Hilda? - preguntó Justin mirando hacia la planta de arriba. - ¿Puedes preparar a Sal y Pimienta? - La mujer asintió con una sonrisa.
- Le diré a Jiulo que los aliste. - la mujer le regalo una sonrisa bastante educada, y se fue por lo que parecía ser, la cocina.
- ¿Sal y Pimienta? - alcé una ceja, y el sonrió, como orgulloso.
- Ya lo veras. - dijo feliz.
...
Caminamos un poco mas por ese extenso terreno. Justin - o bueno, su familia - no era solo dueño de esa casa, si no mas bien de toda esa finca. ¿Sufrir? En esa familia no se debería de conocer ese termino; si estas abrumado puedes llegar a decir "Oh... estoy tan estresado... ire a mi casa del lago en mi finca, y me relajaré en el jacuzzi (ya había visto uno a un kilometro atras) para ver si mi mente puede descansar un poco..." Dios mio.
Justo cuando pensé que las sorpresas habían termino, me encontré con algo que sacó el aire de mis pulmones: Dos caballos - enormes caballos - estaban al frente nuestro, con un hombre sosteniendolos de las riendas. Los dos eran enormes, sin embargo uno era mas fornudo que el otro, creando el efecto quizás erroneo de que era mayor. El caballo de la derecha era negro, tan negro como la noche; tenía un par de manchas blancas situadas en diferentes partes de su cuerpo, como desde la nuca hasta los Ollares, otra mas pequeña en su cruz, y en el muslo. Así mismo, Sus nudos y cuartillas eran blancos como las manchas.
Al contrario de ese caballo, el de la izquierda era blanco, totalmente blanco, sin embargo se le notaba una mancha gris rodeando sus ojos negros. Su pelo, al igual que todo él era blanco; simplemente imponente.
- Ely, ellos son sal y pimienta. - dijo Justin divertido, señalando primero al negro y luego al blanco. Osea, el negro es "Sal" y el blanco pimienta. - Pimienta es Hembra, claro. - aclaró. Osea, era la Yegua pimienta y el Caballo Sal. Gracias por la aclaración.
No sabía exactamente que era lo que Justin estaba pensando; solo sabía que eso me involucraba a mi, y a los caballos de algún modo. Esa combinación no me agradaba.
- ¿Alguna vez ah montado a caballo, Señorita Ely? - preguntó el hombre bien vestido que sostenía los caballos. El debía de ser el tal Jiulo que Hilda acababa de mencionar. Abrí mis ojos como omoplatos (si, omoplatos) y negué con la cabeza. Lo supe entonces: Iba a montar a caballo.
ESTÁS LEYENDO
Una escritora sin amor.
RomanceUna escritora Sin Amor Ella, es una chica llamada Elizabeth. Con 19 años, busca entrar a la universidad con una Beca estudiantil para Literatura, y se encuentra con un pequeño concurso de la misma institución que puede hacer que la cantidad de su b...