Amor de verano

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Lucille me abrazó fuertemente, y yo no hice mas que lo mismo; sorprendentemente, aunque solo nos habíamos conocido por unas tres o cuatro semanas, me había encariñado con ella de un modo bastante fuerte. 
— ¿Cómo estás? — preguntó con voz ronca y grabe. 
Nos separamos del abrazo lentamente, aunque ella mantuvo sus manos en las mías, mostrandome apoyo. Hice una mueca con el extremo derecho de mi labio, pero luego asentí con el cráneo indicándole que me encontraba bien. Era la verdad; Después de que los doctores habían anunciado que mi abuelo estaba practicamente fuera de peligro, sentí que mi pecho se desinflaba, dejando salir la tensión que tenía amontonada en mi cuerpo y poder respirar tranquilamente otra vez. Bueno, parcialmente. 
— Que bueno que te mandaron a casa; te vez como muerta en vida Elizabeth. - Me mordí el labio, y justo después el sonido de la puerta abriendoce detras de mi espalda captó nuestra atención. Justin nos miró con detenimiento, y después le sonrió a Lucy. Había tomado un baño, se veía mas fresco, aunque sin lugar a dudas se veía demacrado por tantas horas sin dormir y los cambios bruscos de horario. Tenía bolsas debajo de los ojos, sus parpados caídos, y unas ojeras de mapache -eso si, creo que estaba mas ojeroso que yo-.
— Hola Lucy. — Dijo Justin sin moverse de la entrada de la casa. 
— Que lindo es verte, Justin. — Contestó la castaña, sonriendole brillantemente. 
— Ely, ya hay agua caliente para cuando quieras tomar el baño. — anunció sin quitarme la mirada de Encima. Yo asentí, volví mi mirada hacia Lucy (La cual me miraba con ojos de "Oh Dios Mio, creo que ustedes dos se quieren bañar juntos"), y al encontrar eso mismo, me volví a Justin.
— Gracias. — sonreí levemente. El asintió.
— Hasta luego Lucy. — Justin sacudió su mano a lo alto, y Lucille se dedico a regalarle una sonrisa de entendimiento. 
Cuando la puerta se cerró detras de Justin cuando él estaba ya adentro, la chica atacó. 
— Te ama, definitivo. — sonrió de oreja a oreja y cruzó sus manos sobre su pecho, sin quitarle la vista a la puerta donde previamente Justin estaba de pie. — Aguantó mas de 3 viajes, desde Londres hasta Nove, muchas horas en avión, otras más en autobús, solo para acompañarte. — No me sentía de animos de pensar en eso dadas las circunstancias, pero esa observación de parte de la pequeña castaña me hizo sonreír. — Sabía que eso pasaría. Todos lo hacíamos. — ¡¿Qué?! Fruncí el entrecejo, e hice ademán de esbozar unas palabras, aunque me fue imposible porque realmente no sabía que decir. ¿Cómo...?
— ¿Por qué dices eso? — se me ocurrió decir al fin. — ¿Quiénes todos? 
— Frank, Guilly... Ursulla y Diego hicieron una apuesta contra Helena y contra Pauly; ellos dos siempre dijeron que terminarían enamorados en Londres, mientras que Helena y Pauly seguían insistiendo que Tu te quedarías con Gale y con Justin con Sarah. — ¡Wau! ¡Eso si era nuevo! Comprimí mis labios, y parpadeé un par de veces, intentando mirar a otro lado para no encontrarme con los ojos nerviosos de Lucille. ¡Así que mientras yo sufría con besos robados violentos y caballos apestosos, ellos apostaban sobre nosotros!
— ¿Sarah y Gale...?
— ¡No! ¡Ellos no se enteraron de las apuestas! — suspiró Lucy. — Nos hubieran aniquilado vivos, a todos. — Eso si era extraño. — De cualquier modo, cuéntame, ¿Que pasó con Gale cuando llego al hospital? ¡Oh Dios! ¡Eso si debió de haber sido un drama de telenovela! — giré los ojos y reí siguilosamente mientras me mordía el labio y la miraba con cariño; era como una niña emocionada de 9 años atrapada en el cuerpo de una pequeña mujer de 19. O 20. Algo así tenía Lucille. 
— No pasó mucho, de hecho casi no hablamos de Justin y yo o de él y yo. Supongo que él también está avergonzado por haberse besado con Pauly. 
— ¿Gale sabe que tu sabes?
— No tengo idea, pero por algo no habló, ¿No crees? Fue muy indiferente conmigo cuando me vio con Justin... — miré hacia la piedra gris que se encontraba debajo de mi. — Me alegro que lo haya hecho. Creo que prefiero evadir el tema; no parece importante. No debería de serlo. 
— Para evitar malentendidos, lo mejor sería que hablaran. No dejar las cosas de ese modo... luego pueden surgir cosas que con el habla se pueden evitar.

Y Así es como me quedé todo el resto de la tarde pensando en lo que debería de decirle a Gale, y lo que no. 
Definitivamente ese tema era tan absurdo, teniendo en cuenta los acontecimientos que teníamos sobre nosotros, pero el hecho de que ese asunto me distrajera un poco resultaba reconfortante.
Después de que Lucy se fue, sentí mis animos bajar hasta el suelo. Mi abuela se acababa de ir al hospital de vuelta para cuidar a mi abuelo, mientras que nos habían mandado a Justin y a mi a descanzar después de nuestra jornada de mas de 24 horas sin descanzo. Aunque nunca lo fuera a admitir, agradecí que lo hicieran. 
Tomé un refrescante baño, e inmeditamente caí dormida en la cama. Ni siquiera tiempo me dio para extrañar los brazos de Justin para dormir, aunque no hubiera experimentado ese acto lo suficiente. 








...






A la mañana siguiente, no sentí la típica necesidad en mi para levantarme, sin embargo tuve que hacerlo. Escuché voces en la sala, acto que me llamó la atención. 
Salí de la cama con pereza, y salí de la habitación sin preocuparme por ponerme algo mas aparte de ese short y esa blusa que usaba como pijama. 
— Buenos días, Ely — vociferó mi tía Dinn, mientras que caminaba desde la puerta de entrada hasta la cocina con una gran charola tapada con un aluminio. Justin apareció de repente con unas ollas mas pesadas por detrás. —. ¿Dormiste Bien?
— Mejor de lo que esperaba. — Admití y eché un vostezo al aire. Descubrí al mirar sobre mi hombro los ojos de Justin sobre mi; me ruboricé como tonta, y para evitar su rostro sobre el mio mejor caminé hacia la cocina siguiend a mi tía. 
— Les traje comida. — Anunció dejando caer la charola sobre la mesa de la cocina. — Les tengo que dejar la charola de los Muffins aquí por que Pauly e Isabella pasarán por ellos; los venderán en el centro del pueblo para una cosa del pueblo. Vendran por ellos al rato. ¿Quieren uno? — Sin esperarse a que hablaramos, ella sacó dos Muffins de chocolate a tientas de la gran charola. — Tomen, si quieren otro tómenlo, con confianza. 
— ¿No tiene de vainilla? — preguntó Justin de repente, frenando la prisa de mi tía. 
— ¿No te gusta el chocolate? — Alzó las cejas y soltó una risilla. 
— A mi si, a Ely no. — Mierda. ¿Todo mundo tenía que ser tan perspicas? Por la mirada de mi tía y su sonrisa complice al mirarme, me di cuenta de que adivinó un poco sobre Justin y yo. Asintió divertida, como una niña de cinco años que guarda un gran secreto, nos miró a ambos.
— Hay de Vainilla y frambuesa, eligan el que gusten. — soltó el aluminio y tomó su bolso previamente colocado en la barra. — Me tengo que ir niños, iré por tu abuela. — Dijo mirandome. — Traje pollo listo para calentar, y una pizza de horno; deben de tener hambre. 





...






Justin metió la pizza al microóndas antes de sentarse frente a mi para continuar comiendo del pollo recien calentado. Me miró, y sonrió. Aquella comida estuvo llena de miradas de reojo y sonrisas acusadoras. Reímos un poco; Justin se levantó por la pizza, y sirvió dos y dos pedazos en cada uno de los platos. 
—¿Cuándo se los diras? — soltó de repente, mientras que yo comís tranquilamente de mi pollo. — Se que no es el momento mas apropiado, pero...
— Si sigues siendo tan detallista, para hoy a las 7:30 todo Nove lo sabrá. — Lo señalé con el pollo incrustado en mi tenedor, y el sonrió llevando su mano hasta su cabeza y alborotando su cabello. 
— Tu tía Dinn se dio cuenta. 
— Creo que no todos se dieron cuenta en la sala de espera porque estaban todos demaciado tristes y preocupados, pero de no haber sido así, desde ahí lo hubieran sabido. - Bajé la vista a mi plato, y el soltó una carcajada. — En verdad estoy apenada contigo. — Levanté mi vista, dejando mi rostro hacia la mesa, y observé como fruncía el ceño. 
— ¿Apenada? 
— Saliste corriendo, en medio de la boda de tu hermana. Viajaste a otro país, perdiendote la fiesta entera; y si le sumamos el hecho de que tuviste que aguantar mi histeria durante todo el viaje, tu paciencia y lo que hiciste no tienen precio. — Justin me miró con ternura.
— Vamos, era solo una fiesta. Sabes que aprecio mucho a tu abuelo, a tu abuela... A tu familia en general. Me ayudaron mucho. — Se alzó de hombros. — Tenías que venir, y no podía dejarte vnir sola; ¿Te imaginas? No te hubieras podido haber controlado en todo el camino.
El tenía razón: yo sola jamás hubiera podido haber llegado completa a Nove. El hizo un trabajo excepcional ayudandome a tranquilizarme. 
— Me calmas. Eres bueno en eso.
— Es que cuando estas conmigo te embobas, y no piensas tanto. Se que te pasa por que a mi me pasa lo mismo cuando estoy contigo; simplemente no encuentro la necesidad de pensar, y no pensar ayuda a relajarme. Tu me haces mas bien de lo que piensas. 
No pude dejar de mirarlo, y el hizo exactamente lo mismo conmigo. No estaba segura de cuanto tiempo había pasado, solo sabía que nunca me cansaría de mirarlo. Podría contar sus lunares veinte veces, inspeccionar el modo en que su cabello brilla y a que todos; mirar la perfección de su nariz por horas o desear esos labios. No importaba lo que hiciera, sabía que lo podía hacer por tiempo indefinido.
Justin sonrió.
Yo sonreí.
Mi corazón saltó de felicidad al darse cuenta de que esa sonrisa en sus labios era por mi. 
Y yo me sentí a volar entonces. 









...








— ¿Cómo vas con tu ensayo? — Me acurruqué en el pecho de Justin, cabezeando de sueño.
— Bien. — Boztecé, y cerré los ojos. 
— ¿Ya casi lo terminas? 
— Solo le faltan algunas correciones. — No me molesté en abrir los ojos; simplemente me quedé escuchando el suave y relajante latido del corazón de Justin. Eso era bueno, muy bueno; se sentía bien poder estar así con él, sin preocuparme nada. Hacía mucho que no sentía mis músculos relajarse. 
— ¿Me lo enseñaras? — Negué con la cabeza, y el refunfuñó. — ¿Por qué no? — preguntó triste. 
— Nadie verá ese ensayo, jamás. Nada mas los jueces.
Abrí mis ojos con gentileza, y descubrí los grandes y profundos ojos de Justin sobre los mios. Me miraba de un modo que provocó en mi un escalofrío recorrer de espalda alta a baja en una fracción de segundo. 
— ¿Por?
— No me gustaría que descubrieran mi secretos. — Justin me miró extrañado, poniendo los ojos en blanco, pero después de inflar su pecho un par de veces reveró los ojos y sonrió de oreja a oreja. — Eres imposible, Ely. 
— Gracias. — Contesté sonriente, antes de cerrar los ojos y caér en un profundo sueño.









...






— Osea, basicamente... Ya están juntos. 
— Supongo. — Contesté alzandome de hombros, restandole importancia a lo que era lo más importante. Ronny echó una risotada entre dientes mientras que tomaba una bolsa de plástico transparente, y la estiraba para poder abrirla de un extremo y poder meter manzanas en ésta. 
— ¡Quién lo diría! — Ronny dejó caer escandalozamente sus brazos a sus costados, y me miró con orgullo. — Las predicciones de Yanin eran ciertas; te terminarías enamorando aquí. — Mis mejillas ardieron; ultimamente las predicciones de todos se volvían realidad (Las apuestas de Ursulla y Diego; las predicciones del amor, de la salud de mi abuelo...). 
Mi hermana continuó tomando felizmente manzanas, y yo me enfoqué en el coco; Ronny quería hacer agua de ésta última fruta para mi abuelo, y nos habíamos propuesto ella y yo ir hacia el mercado para comprar comida saludable para su regreso. 
Habían pasado cuatro días desde que había llegado otra vez a Nove, pero... En esa ocación todo se sentía distinto; yo me sentía distinta, pero no podía identificar si un distinto bueno o uno malo. Pero bueno, "el distinto" ya estaba ahí, así que no podía hacer gran cosa. 
Pasado un poco el drama de la salud de mi abuelo, mi tio Lorenzo y Justin comenzaron a hablar de negocios más rápido de lo que canta un gallo. Para es momento, mientras yo elegía los mejores cocos, ellos estaban viendo aquel terreno con tierra fertil donde podrían asentad su viñedo.
— ¿Ya lo extrañas? — Ronny no me miró; actuó indiferente y continuó eligiendo bananas. Sabía que Ronny quería saber todos los detalles, pero no quería cohibirme; siempre hacía eso de preguntarme las cosas de modo indiferente, restandole importancia, y haciendo como si solo quisiera crear conversación.
— Si. — Admití sin pensarlo. De reojo, mirando a su perfil, me di cuenta de su sonrisa pícara en el rostro.
Pero esa sonrisa se desvaneció en cuestión de segundos.
— Ely... ¿te has preguntado como será? — No había entendido su pregunta. ¿Cómo sería exactamente qué? 
— ¿Que cosa?
— Tu... Justin... Boston-Londres. — Oh... Mierda. De hecho no había pensado en eso.
Pero en el momento en que lo hice, algo dentro de mi se apagó; nunca había podido mantener practicamente ninguna buena relación con alguien -aparte de Ronny- estando cerca; ¿Que sería de mi si lo intentaba hacerlo lejos? 
De repente sentí temor, y sentí una inmensa decepción. La distancia... Podría matarnos. Y eso que aún ni siquiera habíamos empezado.
— No quiero desanimarte, pero tampoco debes ilusionarte tan fuertemente a algo que posiblemente sea algo como... Un amor de verano. 
¡¿Un amor de Verano?! Jamás se me hubiera ocurrido catalogar lo mio con Justin de ese modo. Aunque en cierto -y feo- modo, acertaba. ¿Qué pasaba si me había ilusionado a lo tonto? Bueno, más bien, la respuesta era simple: Me había ilusionado ciegamente a algo que no duraría mas de cuatro meses.
Experimenté el terror de perder a Justin por primera vez desde la declaración.





Una escritora sin amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora