Capitulo 26

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Un grito escapo de mis labios y luego todo se volvió borroso, mi mundo comenzó a girar. Todo estaba oscuro. El fuego se alejaba pero la tos continuaba.

Caigo en mis rodillas y apoyo mis manos en el piso. Abro los ojos y todo esta borroso y oscuro. Me siento muy débil…algo quema en mi garganta. Y pienso en el fuego, entonces sé que no lo logre. Caigo de pecho en el piso y me alejo de la luz…

Rasgue mi pantalón y me vende el brazo de la mordida. Me arrodille frente de Zec. Él tenía sus ojos cerrados y respiraba con dificultad. Pero respiraba. Lo cargue sobre mi espalda, soportando el dolor. Y corrí vampíricamente hasta su casa, ellos sabrían que hacer, como salvarlo. Lagrimas caían por mi cara, lágrimas de dolor, lágrimas de pena, lágrimas de rabia, lágrimas de culpa. Muchos sentimientos se peleaban por tener un espacio en mi interior. No sabía a dónde iba, fue a su casa esta mañana, pero ni siquiera sé dónde estoy. Apreté mis dientes y con fuerza salte hacia un árbol. Mire desesperada por encontrar una carretera, y la encontré a unos metros. Volví mi cara hasta la de Zec y rogué porque me escuchara.

—Sostente, por favor sostente —le susurre.

Mi respiración era entrecortada mientras corría. Desde que hace una semana lance un rayo de luz, me convertí en el monstruo favorito de Kler. Me paso a una mejor habitación, que viene con televisor y un teléfono para llamarlo —exclusivamente— a él si necesitaba algo. Creo que piensa que soy una mascota o algo por el estilo. Muchos aquí adentro pensarían que es genial ser la favorita de Kler, pues bien, no lo es. Ellos quieren que vuelva a lanzar otro rayo, pero están muy frustrados conmigo, yo no sé cómo hacerlo. Tampoco sé cómo reviví a Maia y hacerla inmune a el suero de obediencia y a lo que sea que ponían en la comida para hacernos olvidar. Ahora, cada vez que voy al patio es con escolta y, por si fuera poco, escuchan mis conversaciones. No puedo hablar de cosas importantes con Maia o Zec, ya que ellos vigilan todo, hasta cada maldito movimiento que hago. Creo que si pudiera leerme la mente serían tan felices. Pero gracias a Dios no pueden, aunque ¿Quién sabe? Es San Juan de Dios. De esta gente espero lo peor, siempre.

Jadeo. Miro al frente y trato de pensar en otra cosa, en cualquier cosa. Pueden quitarme mi libertad o mi movilidad, pero ellos nunca podrán quitarme mi imaginación. Ese suero de obediencia no funciona conmigo ¿Cómo lo sé? Ya lo han intentado. Me llevaron un día, de vuelta a extracción. Me dijeron que necesitaban más sangre para analizar, pero no es así. Julian se veía culpable y en un momento me drogaron y me inyectaron algo después. Cuando me ordenaron algo que no recuerdo, por lo drogada, ellos esperaron a que el efecto de estar en el are pasara. Entonces, volvieron a inyectarme, esta vez con la excusa de que eran vacunas. Que mierda de excusa.

— ¡Mas fuerte! —chillo el hombre grande, de piel negra y fuerte que estaba parado a mi lado. Apreté mi mandíbula y me concentre en seguir corriendo.  Esta mañana me habían  traído a un gimnasio del cual, no había oído, por cierto. y me ladraron ordenes desde que di un paso dentro de la habitación. Esta, por el contrario de las otras, es grande, muy espaciosa. Pero claro, es un gimnasio con muy buenas maquinas caras. No me sabía el nombre ni de la cuarta parte, eso, es frustrante.

Me daba cuenta que no sabía nada de este lugar. Cuando creía conocerlo mejor, me lanzan una bomba y ya no se nada. Como que tienen un gimnasio, por ejemplo.

— ¡Esta bien! —grite molesta y bajándome de la caminadora a toda potencia. El entrenador me miro molesto, pero no me intimido. Yo estaba más, y con razón.

— ¿Qué mierda dijiste? —Grito y, obviamente no espero a que yo respondiera— ¡Te montas en esa jodida mierda ahora mismo! —ladro. Yo no moví ni un musculo, aunque puede que mi pecho mientras respiraba, mis parpados mientras parpadeaba y los dedos de los pies. ¿Eso cuenta como “no mover ni un musculo”?— ¿Qué mierda está mal contigo puta? ¡Mueve ese culo a la jodida máquina que está a solo unos malditos pasos de ti! —grito, cada vez más furioso, Hice una mueca ante su vocabulario. No es que yo fuera La Virgen Maria o algo por el estilo, pero no agregaba tantas groserías en una oración.

Delirio [SIN CORREGIR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora