Capitulo 28

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Mire a los lados mientras caminaba. El pasillo estaba vacío, salo por todas las puertas de las habitaciones de los otros residentes y nosotros caminando. Mire al frente, directo al ascensor. Felipe y Leo me llevaban escoltada hasta el ascensor. Iríamos al nivel 2b, como siempre. Ya no iba al patio, me quitaron ese privilegio por no querer utilizar mi luz hasta el último minuto.

Leo llamo el ascensor y esperamos que subiera. Espere el familiar sonido de su llegada y mire a los dos guardias detrás de mí. Esta era mi oportunidad. Me apresure a entrar en el ascensor, pero antes de que ellos pudieran entrar marque Pb. Las puerta del ascensor comenzaron a cerrarse pero Felipe impidió que se cerraran. Levante mi mano derecha y le toque la cara, enviándole una descarga emocional que lo dejo en el suelo. Leo logro entrar en el ascensor, pero lo empuje y le di una descarga también. Volví a presionar el botón y las puertas del ascensor se cerraron.

El ascensor comenzó a subir y mi respiración lo igualo. Sabía que habría guardias cuando saliera del ascensor. Mire a todos lados buscando un escape, y se me ocurrió. Mire al techo y se me ocurrió una idea. Abrí la puertecita del techo del ascensor y trepe hasta ella. Cerré la puertecita mientras el ascensor hacia su pitico de que llego al piso. Escuche el alboroto desde mi posición arriba del ascensor. Mire arriba, no había nada más que altura. Si pudiera volar, sería fantástico. O escalar paredes, sería como la spiderman versión mujer. Pero lastima, no puedo hacer ninguna de las dos cosas. Hombres ladraban órdenes de aquí para allá. Cosas como “uso un hechizo” y “se bajó en otro piso” eran las más dominantes entre los gritos.

Tenía que salir de aquí, no tardarían en darse cuenta de su escondite. Me levante con cuidado. Mire a mí alrededor. La única salida era escalar. Avance hasta la cuerda más cercana y la probé, para ver si aguantaba mi peso. Al parecer lo hacía. Tome un fuerte suspiro y comencé a escalar, lentamente. Al cabo de un rato ya había cubierto un tramo del camino, pero mi mano me dolía como el infierno. Llegue a una puerta del ascensor de un piso de arriba, pero estaba cerrada. Maldije por lo bajo. ¿Cómo se supone que salga? Además, mi mano me estaba ardiendo y no aguantaría mucho más.

Pero entonces dentro de mi angustia, se me prendió el foco. Cerré los ojos y comencé a buscar la energía dentro de mí, esa energía que provocaba mi luz. Trate y trate pero esa energía no venía, no la sentía dentro de mí. Mis manos comenzaron a resbalarse. El dolor era casi insoportable. Quería separar una mano…solo un poco para… ¡BAM! El techo del ascensor se estrelló contra mi cuerpo. Ahogue un grito, lagrimas salieron de mis ojos. Solloce lo más silenciosa que pude. Me dolía todo el cuerpo. Caer de una gran altura en metal no era bonito. Sentí algo por mi espalda moverse. No, no ¡NO! El piso del ascensor se estrelló contra mí, o yo contra él. Ya no sabía muy bien. Trate de levantarme pero el dolor me paralizo. Cerré mis ojos, incapaz de ver a alguien.

—Estúpida —dijo alguien— creyó que podía escapar —pero sabía que podía escapar. Alguien me levanto, con sorpréndete dulzura. Mi cuerpo gritaba por los poros en protesta por el sube y baja que hacia mientras era cargada de vuelta a mi celda. Ellos creían que estaba perdida, ellos creían que este era mi patético escape. Ellos no sabían nada, nada. Cuando me esté escapando, ellos lo sabrán y ya será demasiado tarde.

Entramos en mi habitación y me recostaron cuidadosamente en mi cama. Entrecerré mis ojos al guardia. Quería conocer la cara del hombre que no me ha lastimado. Unos ojos grises se encontraron conmigo y mi respiración se hizo más difícil de lo que ya era. El dolor estaba presente cada segundo, pero no sé como, mi cuerpo y cerebro saco algo de paz para darle una sonrisa al chico frente de mí.

—Que patética huida —dijo Zec. Sonreí débilmente.

—Créeme, cuando me esté escapando. Nadie lo notara —dije confiada. Levante mi mano para acariciarle la mejilla, pero mis músculos protestaron. Así que la baje de golpe ahogando una maldición. ¿Por qué siquiera quería acariciarle la mejilla? ¿Por qué se veía suave y besable?

Delirio [SIN CORREGIR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora