Capitulo 7 - Editado.

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Llevaba media hora caminando por el bosque. La paz me reino justo cuando entre en el bosque. El cantar de los pájaros, el sonido del viento y el movimiento que produce en mi pelo. Las hojas de los arboles, tan verdes que ciegan, el cielo azul y soleado. Todo tan relajante que me hace sentirme segura, en paz. En casa, por muy loco que suene.

Camine un rato mas y me senté en un árbol a descansar, me había cansado muy rapido. Era raro, últimamente era más fuerte y no me cansaba tan rápido, pero mi cuerpo sufría de ataques de bipolaridad severa. Recosté la cabeza en un gran árbol y cerré los ojos. Podía ver círculos rojos que se formaban y deshacían ante mis parpados cerrados. Era reconfortante el silencio, alejarse del bullicio de la ciudad. Me jure a mí misma que vendría aquí cada vez que me sintiera estresada, molesta, exasperada o triste. Estoy segura que siempre me reconfortara este lugar, se podría decir que se convirtió en unos de mis lugares favoritos en solo minutos. No solo por la paz, nadie parecía venir aquí, y en ese nadie, incluía a Richard y eso me alegraba. Esperaba que eso también llenara los campos de las personas desagradables que quería mantener alejados de mí. Me estresaba ver a Richard, cada vez que su cara aparecía en mi campo de visión quería golpearlo. En aquel entonces, cuando lo humille me pareció justo, pero ahora, me parecía muy poco para lo que él me había echo a mí y mi hermana. ¡Nos Separo! Aunque seguíamos unidas, ya no era lo mismo, ya no nos trabamos de la misma forma. Y todo por la culpa de un maldito cabrón. Siento unas ganas de ahorcarlo y tengo que luchar conmigo misma para no levantarme y buscar venganza nuevamente. El impulso era fuerte.

Cristina comenzó a tener secretos que no me contaba, comenzó a llegar tarde a la casa meses después, comenzó a ser rebelde, y eso incluía contestarle a nuestra madre y hacerle salir canas verdes. Mama siempre decía que yo era su hija mejor portada y que siguiera así, que no tomara como ejemplo los malos pasos de Cristina, que esos no me llevarían a nada, o al menos a nada bueno. Mama intento llevar al buen camino a Cristina, pero no funciono. Mama decía  “Una buena mujer se merece un esposo que la ame, una casa hermosa, unos hijos, y si se quiere un perro, un trabajo estable y ser feliz”. Que ser rebelde, salir a fiestas y regresar tarde, beber y fumar y cosas así no eran propios de una dama, o al menos no de una decente. Que me podía divertir, ir a fiestas, pero comportarme, regresar a la hora acordada y no beber para evitar malos entendidos, y yo siempre cumplía con todo, siempre. Aunque no puedo decir lo mismo de Cristina, puedo jurar que en donde se encuentre en este momento esta poniendo ese lugar patas arriba. Ella era muy desordenada, alegre, y te abrumaba de una forma extraordinaria. Tenía un poder de persuasión tremendo.

Persuasión.

La palabra floto por mi mente llena de pensamientos. Casi había olvidado que hace un tiempo persuadía a las personas, eso debería considerarse ilegal. Aunque si se enteraran, lo menos que harían seria arrestarme. Sino que irían directo con científicos que me manosearían todo mi cuerpo y mi cerebro para buscar más anomalías, las cuales las tengo, pero deje atrás y así se quedaran. El pasado no debería volver, debería quedarse en el pasado y yo había decidido que todas mis anomalías se quedarían en el pasado y malditamente no saldrían a la luz. Yo no lo permitiría.

Es decir, no me gustaría que nadie me persuada de hacer algo que en realidad no quiero. Me pregunto qué sentirán esas personas al ser persuadidas. ¿Sentirán dolor? Ojala que no, si es así, la culpabilidad no me dejaría dormir ni vivir en paz. Seguro que hasta iría a la iglesia a confesarme y creo que no sería posible porque ni siquiera hice la primera comunión. Nunca me pareció necesario, aunque mi madre estaba obsesionada a que nos inclináramos a la religión. Esa es una de las pocas cosas que jamás pude cumplirle como buena hija. Era lo único que me recriminaba.

El sonido de una rama rompiéndose me puso alerta, mire a mí alrededor y me fije en cada detalle del bosque por si veía algo que no cuadrara. Y ahí apareció frente de mí, no trato ni de ocultarse. Raro. A lo mejor porque no estaba tratando de acecharme, esa sería una buena razón, si yo no fuera tan paranoica.

Delirio [SIN CORREGIR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora