7. Fósforo

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El día lunes, al día siguiente de la discusión con Remus, Sam despertó temprano y se fue inmediatamente a la ducha, donde volvió a repetir la situación de día anterior en su cabeza. Claramente se volvió a sentir furiosa y algo triste. Luego bajó las escaleras y se dirigió al Gran Comedor mientras tarareaba una canción. Cuando llegó a su destino, abrió las puertas, y se percató de que era la única allí, lo cual era bastante inusual, ya que no era demasiado temprano; ella nunca se despertaba tan temprano.

Esa fue la primera señal de que algo extraño sucedía. No muchos minutos después de que la comida apareciera en frente de ella, se escuchó la puerta abrirse, revelando a un Remus somnoliento y segundos después sorprendido. No lo dudó y trotó hasta donde estaba Sam.

—¡Bennu! Lo siento tanto. No quise dañarte. Lo siento de verdad —dijo apenado su amigo abrazándola—. Fui un estúpido, lo siento. Nunca volveré a hacerlo.

—Lunático, está bien —sonrió ella, sintiéndose débil ante él—. Tranquilo.

—Bennu, yo... —habló nervioso—. Yo... Tú... —Remus se calló y sólo la tomó por las mejillas y la besó dulcemente en los labios—. Te amo —dijo al separarse y dejar sólo sus frentes juntas.

Sam sonrió y lo volvió a besar con efusividad. Pero de pronto, Remus se separaba de ella y la movía bruscamente mientras le decía que McGonagall los asesinaría por llegar tarde a la primera clase del día. Algo asustada abrió sus ojos y vio a Sirius frente a ella jadeando con fuerza. Lucía frustrado y estaba algo sudado. Sam negó con la cabeza y rió levemente al percatarse de la estupidez de sueño que había tenido. ¡Remus Lupin confesando su amor por ella!

Debí saber desde el principio que era sueño... se dijo a sí misma.

   —¡Hola! McGonagall nos matará —dijo Sirius, agitado— ¡Vístete!

   —Hola —saludó, entre risas.

Sirius le lanzó su uniforme a la cara, y Sam siguió riendo al ver a su amigos así.

    —¿Desde cuándo te importa llegar a tiempo?

—¡Sam, querida, no quiero castigos, menos si la luna llena está cerca y saldremos con Lunático!

Era verdad. La luna llena estaba cerca y ahora más que nunca no podían conseguir castigos... no podían posponer más su primera salida del castillo. Una vez que Sirius desapareció de la habitación, ella se vistió mientras escuchaba gritos de su amigo ordenando que se diera prisa. Cuando estuvo lista, bajó rápidamente las escaleras de la habitación, tomó una de las tostadas que Black le había llevado, y la devoró en solo tres mascadas. Salieron corriendo hacia el aula de Transformaciones, donde al llegar tocaron la puerta y entraron, para ser recibidos por una ceñuda profesora McGonagall.

   —Señorita Potter. Señor Black —dijo la profesora al verlos entrar en el salón, donde todos se giraron a verlos.

—Minnie... —sonrió Sirius de forma inocente y jadeando.

—Profesora, lo siento. Me quedé dormida y mis compañeras no me despertaron —Sam también respiraba más rápido de lo habitual, pero de igual forma se las ingenió para hablar sin problemas—. Sirius fue a despertarme. Lo sentimos.

—Esta es la última que les acepto esto, a la otra se quedan afuera de mi clase —ambos asintieron—. Cinco puntos menos para Gryffindor.

Entre risas ambos amigos entraron y se sentaron en los últimos asientos, mientras escuchaban como James y Peter reían. Remus miró a Sam, y para su sorpresa, ella le hizo una mueca parecida a una sonrisa, siendo eso suficiente para que él se sintiera mejor.

|1| Estaré a tu lado 🐦‍🔥 Remus Lupin ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora