33. Nací para amarte

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Remus despertó por la falta de calor que sintió. Miró a su lado y como era de esperar, Alhena ya no estaba a su lado. Algo asustado se levantó y llamó el nombre de la niña mientras buscaba en cada habitación de la casa, excepto la matrimonial por miedo a que Sam despertara. Su corazón dio un pequeño vuelco cuando sintió un grito proveniente del primer piso, sin embargo, solo era su hija riendo con Sam...

Alhena estaba riendo con Sam...

Su esposa se había levantado y estaba riendo junto a su hija en la cocina, mientras preparaba la comida... él no lo podía creer.

Bajó corriendo las escaleras y saludó a Leo, quien comía muy feliz de su plato y solo dejó de comer para mover la cola con felicidad a su dueño. Siguió su camino hacia la cocina, y como si sintiera que estaba en un sueño esperó un momento para abrir la puerta. Se escuchaban y olían comida siendo cocinadas, la tetera a punto de hervir, Alhena balbuceando y Sam cantando con una alegría que Remus no veía hacía meses.

"Nací para amarte y cuidar de ti" repetía una y otra vez la canción de Queen que su esposa cantaba con tanto ímpetu y alegría que hacía reír a su hija. Remus suspiró y sin darse cuenta estaba derramando lágrimas de la inminente alegría y orgullo que habitaba en su corazón al presenciar que su esposa estaba superando todo lo que había pasado hace unos meses.

Tras la muerte de James, Lily y Peter, Sam quedó devastada y los reposos por el embarazo tuvieron que ser aun más profundos. Pero aun así de nada sirvió que ella estuviera postrada en la cama, porque cuando escuchó, por accidente, que Sirius había sido el culpable de todo lo sucedido con su hermano y su esposa, y que no había ninguna posibilidad de que Harry se quedara con ellos por seguridad; el ataque de pánico que le dio derivó a una hemorragia uterina, provocando la pérdida del bebé. Y el tiempo oscuro que iba a atravesar Sam, y que Remus se propuso superar en poco tiempo, se vio boicoteado por la muerte de su primer bebé. Él recuerda el grito desgarrador de Sam exclamó pidiendo ayuda, Remus subió corriendo la escalera y cuando destapó a su esposa para ver qué sucedía, la sangre en las sábanas le dijeron que todo se iba al carajo.

Llamó a su padre para que se quedara al cuidado de Alhena y ellos pudieran ir lo más rápido posible a San Mungo. Apenas llegaron y Sam fue llevada a una sala donde la revisarían y sacarían al bebé.

—Estaré aquí cuando salgas, Sam —le dijo antes de verla desaparecer.

Un par de horas después, con su estómago vacío, las manos entrelazadas y rezando a ese Dios que su madre le había contado alguna vez cuando fue niño, vio al doctor salir y llamar a quienes acompañaban a la señora Lupin. Remus se puso de pie con rapidez, diciendo que era su esposo, y miró con algo de esperanza a ese hombre.

—Lo siento, señor... —fue lo primero que dijo.

Remus quedó pasmado y por segundos no hubo reacción en él, luego asintió y con lágrimas corriendo por sus mejillas quiso saber quién de los dos había sobrevivido, si Samantha o el bebé. El hombre lobo suspiró y pensó por segundos que si el bebé era el que había sobrevivido no sería capaz de mirarlo sin pensar que prefería a Sam ahí con él, que al ser que mató a su esposa.

—El bebé no sobrevivió, señor Lupin —dijo el doctor, intentando no mostrar lo afectado que estaba por la situación—. El bebé era muy pequeño y débil, y además venía mal posicionado y el cordón umbilical se enredó en su cuello, por lo que al momento de sacarlo fue demasiada la presión y se asfixió —el doctor se calmó un poco al ver que Remus no hacía nada más que asentir—. Para cuando lo sacamos ya no habían señales de vida.

|1| Estaré a tu lado 🐦‍🔥 Remus Lupin ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora