|1| Estaré a tu lado 🐦‍🔥 Remus Lupin ✔

29. El tiempo para los que aman es infinito

La residencia del joven matrimonio Lupin estaba siendo iluminada por los inminentes rayos del sol que recién se alzaba. En la planta baja había un silencio y calma inhabituales, quizás era debido a que era muy temprano o a que Sirius no se encontrara en la casa. En el segundo piso, ya empezaba haber un poco más ruido proveniente de la habitación de la pareja, quienes se besaban y restregaban entre ellos con lujuria, aumentando cada vez más su libido.

Sus labios estaban hinchados y hasta dolían un poco por haber estado besándose por bastantes minutos, pero no les importo porque esa era la primera vez, en meses, que ellos podían tener sexo de forma tranquila y sin preocuparse de que despertaran a Sirius.

Cuando ya se dieron cuenta de que el deseo de unirse era demasiado se deshicieron de la ropa que les quedaba puesta y volvieron a sus posiciones anteriores. Remus estiró su mano hacia su mesita de noche buscando un condón, cuando Sam lo detuvo:

—No quiero los uses hoy —musitó suavemente.

Remus volvió su mirada a ella, y quizás haya sido por el tiempo en que lo habían hecho, pero ella tenía una cara de que lo necesitaba en ese mismo instante y que no podía ni siquiera esperar a que él se pusiera el preservativo. Remus sonrió y acarició una de sus mejillas.

—Lo sé, pero ya hablamos de... ya sabes... tener bebés —habló con nerviosismo.

Los ojos de Sam, que estaban llenos de lujuria, de pronto perdieron ese brillo y mostraron algo de decepción; aun así ella aceptó que el castaño se pusiera protección y lo hicieran así. Pero cuando estaban a punto de llegar al clímax, Remus pudo ver cómo una lágrima se deslizaba por el rostro de Sam. Cuando terminaron, Sam dijo que quería dormir un poco más, y Remus dijo que estaba bien que él prepararía el desayuno, en caso de que quisiera comer más tarde. Besó la sien de su esposa y bajó a la cocina pensando en lo que había pasado hacía unos minutos.

Hacía unas cuantas semanas, en las fiestas de Diciembre, las cuales pasaron entre sus amigos y los Weasley, Sam le dijo a Remus que quería tener un bebé. Él creyó que esa idea había venido a su mente porque los últimos meses habían estado compartiendo demasiado con los niños de Molly y Arthur; y aunque a él también le caían bien los niños... no tenía ni contemplado tener hijos todavía, por lo que cuando su esposa le dio a conocer su deseo, su reacción fue solo de sorpresa. No dijo si estaba de acuerdo o no; cuando la verdad era que no. Así que desde ese día cada vez que lo hacían, Sam le decía que no usara protección para poder quedar embarazada, pero no Remus no lo hacía. Hubieron un par de veces en que pelearon por eso, y aun así, el castaño no fue capaz de decirle cómo se sentía acerca de tener bebés... porque la verdad era que él tenía miedo, y demasiado. Pero no se lo dijo, solo le dijo que no se sentía preparado para ser padre, y Sam se lo creyó... o al menos, eso aparentó.

Y ahora, que tenía el desayuno listo para llevarle a Sam, se dirigió a su habitación nuevamente y entró con suma calma para que la azabache no despertara. Pero en lugar de escuchar su profunda respiración escuchó sollozos. Algo preocupado, Remus fue al lado de la cama donde Sam estaba recostada, dándole la espalda.

—Sam —susurró él, acariciando su cabello—, cariño, ¿qué pasa?

Pero Sam escondió su rostro entre la sábanas; no tenía ánimos de hablar en ese momento. Sin embargo, Remus no se movió de su lado hasta que ella asomó su rostro entre las sábanas; ¡Merlín, lucía horrible con todos sus ojos hinchados y enrojecidos, al igual que el resto de su rostro!

—No entiendo, Remus —sollozó—. No entiendo por qué no quieres tener un bebé —sorbió sus mocos—. Yo sé que tú también quieres, pero no sé por qué me mientes —Remus bajó su mirada y suspiró—. Odio que me mientas; ¿por qué no me dices de una buena vez cuál es la razón real?