23. La mejor compañía

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—¡Maldita sea!

Remus se encontraba solo en su habitación, viendo el calendario de cuándo sería luna llena, y para mayor de él, aquel día era el veinticuatro de diciembre, es decir, en el día de la cena navideña. Ante su gran enojo golpeó fuerte la pared más cercana que tenía. La golpeó una y otra vez, sin importarle que sus nudillos sangraran. No sentían ni una pizca de dolor, sólo enojo. Estaba enojado por su condición, por no poder pasar una velada junto a sus amigos, y sobre todo, junto a Samantha. Ni siquiera podía decir, que el día siguiente estaría con a ellos, porque luego de la peor noche para un hombre lobo, el joven Lupin debía descansar en el hospital para restablecerse de forma adecuada.

Totalmente, ensimismado y enojado, salió de la habitación, yendo a la Sala Común para luego ir a los pasillos del castillo. Una vez allí, el castaño se dirigió al patio de Hogwarts, específicamente, el Lago Negro que era donde solía pensar y quedarse por horas. De pronto, y sin previo aviso, saladas lágrimas a asomaron en sus ojos y con rapidez recorrieron sus mejillas, mientras él, de forma brusca, se las secaba.

No llevaba consigo su reloj de muñeca, por lo tanto no sabía cuánto tiempo llevaba allí. Además, considerando que cuando salió ya era de noche, tampoco sabía si era demasiado tarde o no. Así que sólo dejó su cabeza reposar en sus manos, con los ojos cerrados, tratando de relajarse. Y no fue hasta cuando levantó su mirada del suelo, que notó que su novia estaba a su lado admirando el lago junto a él. Ella lo miró y le sonrió nostálgicamente, luego le tendió una chaqueta.

—Hace frío, y no quiero que enfermes —dijo mientras él se la ponía—. Te grité en la Sala Común que si ibas a salir, te pusieras chaqueta, pero al parecer no escuchaste porque seguiste caminando hasta que desapareciste de mi vista. Así que te seguí, y al escucharte sollozar me senté a tu lado para acompañarte, porque luego de escuchar la razón de tu llanto, te diré que cuentas conmigo y....

Remus la tomó por sus sonrojadas y heladas mejillas, interrumpiendo su gran explicación para juntar sus labios en un dulce y hermoso beso. Los labios de ambos estaban tan fríos que no sentían los del otro, pero aun así seguían besándose, y de a poco empezaran a sentir la calidez que siempre transmitían los labios de cada uno.

—Te amo —dijo él en medio del beso, provocando que su novia sonriera.

—Y yo a ti.

Eso era todo lo que Sam debía hacer para que Remus se sintiera mejor en un par de minutos. Sin siquiera saber la razón de su tristeza o enojo, ella sólo con unas cuantas palabras y besos hacía que el castaño se olvidara de sus problemas y del mundo. Luego de contarle a Sam la razón de su enojo, de por qué sus nudillos sangraban, y por qué lloraba; ella le contestó:

—Ya lo sabía —dijo con simpleza—. Y... ¿según tú eso cambia algo para la celebración? Claro que no.  Sí, nos perderemos el banquete, pero pasar contigo una de las noches más difíciles, es mejor —le sonrió y besó sus dañados nudillos que estaban vendados con la bufanda de la chica.

—No puedo dejarte pasar esa noche conmigo. Deben disfrutar —bajó su mirada.

—James estará con Lily, Sirius con Marlie, Peter se fue casa, y mi novio estará solo en la Casa de Los Gritos al igual que yo estaré sola en mi habitación.

La noche del veinticuatro de diciembre, había salido mucho mejor de lo que todos pensaron. Sam había pasado la noche con Remus en la Casa de Los Gritos mientras sus amigos estaban con sus novias respectivas en el castillo, ya que la chica insistió en que no era necesario que fueran al lugar. A la mañana siguiente, la morena colocó sobre ella la capa de invisibilidad para salir sin ser vista del sauce boxeador, y dirigirse sin problemas al hospital esperando a Remus para ser la primera persona en desearle una feliz navidad.

|1| Estaré a tu lado 🐦‍🔥 Remus Lupin ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora