31. Alhena Lupin y Harry Potter

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—Remus —habló adormilada Sam—, la bebé está llorando —se giró para tocar la espalda de su esposo con una mano—. Es tu turno ir por ella.

El hombre se levantó de la cama tambaleándose y fue por ella mientras murmuraba "Sí, sí. Mi turno". Cuando la pequeña lloró más fuerte y aun más chillón, Remus despertó completamente y le dijo "Ya va papá, cariño".

Aquella noche en que Dumbledore apareció en la puerta del hogar Lupin, en sus brazos descansaba una bebé que él había encontrado en un callejón; con ella tenía una nota que decía su nombre, apellido y la razón por la que estaba ahí. El senil profesor no dudó en tomarla y las primeras personas en venir a su mente para que cuidaran de aquel ser fueron Samantha y Remus. El joven matrimonio casi muere de los nervios cuando Albus les dijo quiénes eran los padres, y no era para menor quienes eran esas personas, tomando en cuanta a quien apoyan y qué predican.

—Profesor, personalmente, me siento halagada de que haya pensado en nosotros —sonrió algo nerviosa, mientras acariciaba el pelaje de Leo, quien dormía en su piernas—. Pero los Lestrange son mortífagos, y no queremos arriesgarnos más con Remus.

—Samantha, sé que esto es algo delicado y que ustedes tiene miedo, pero no puedo dejarla por ahí... a la deriva —insistió.

Remus estaba a un lado de la bebé, observándola y preguntándose cuál era la culpa de esa pequeña rubia de haber nacido de un par de locos. En un momento, ese pequeño ser despertó nuevamente y estiró sus brazos, Remus tocó su panzita para que volviera a dormir, pero ella empezó a llorar, y el castaño algo nervioso por no saber qué hacer tomó una de sus manos y ella envolvió con fuerza su manito alrededor del dedo pulgar de Remus. Miles de cosas inimaginables pasaron por la mente de él, y sin pensarlo un segundo más, habló.

—Profesor, no se preocupe —sonrió—. Nosotros la cuidaremos.

Y así habían empezado una de las más arduas tareas de su vida, cuidar de un bebé. Ellos creyeron que no había nada peor que cuidar de Leo en las tormentas, pero cuidar Alhena, el nombre de la bebé, había superado cualquier tarea. Lloraba porque tenía hambre, porque tenía sueño, porque quería jugar, porque sí y porque no; las horas de sueño de ambos se habían reducido de ocho o diez horas a cuatro, y con suerte cinco. Tenían unas ojeras que llegaban casi hasta sus mentones y se sentían más cansados que nunca; más de una vez llamaron a James, Lily, Peter y a Lyall para que cuidaran unas horas a Alhena para que ellos pudieran dormir.

—Llegó la reina de la cama —rió Remus, mientras ponía a una feliz Alhena al lado de Sam.

—Hola, bebé —sonrió la azabache—. Aquí está tu mamadera para que vuelvas a dormir —estiró su brazo para alcanzarla de la mesita de noche, y la puso en la boca de la pequeña.

Remus sonrió mientras buscaba los pañales y algo para limpiarla.

—Amor, creo que no es urgencia de hambre —bostezó—. ¿No sientes ese horrible olor?

Sam olió y luego rió. Dios, aun no se podían acostumbrar a ese fétido olor, no podían entender cómo alguien tan pequeño y que solo tomaba leche podía defecar tan hediondo. Remus se volvió a acostar al otro lado de Alhena y Sam se levantó para cambiarla. Tras eso, volvieron a dormir por unas dos horas más, cuando Alhena volvió a despertar por comida.

Así habían pasado todo el primer mes de paternidad, entre llantos, pañales sucios, mamaderas y vómitos inminentes. Aun así, cada vez que veían esa pequeña sonrisa sin dientes y unos grises ojos brillantes cuando los miraba, sentían que todo valía la pena; los desvelos, las ojeras, ropa manchada. Además, por alguna extraña razón, Sirius les volvió a hablar; o al menos a Sam, porque cuando supo que esa pequeña era su sobrina, sintió algo, quizás una conexión, porque ella no sería como los idiotas de su familia, ella sería buena como él... o eso fue lo que dijo él.

|1| Estaré a tu lado 🐦‍🔥 Remus Lupin ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora