17. Código número uno del merodeador

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Dos meses.

Dos meses habían pasado desde que Remus y Sam decidieron empezar a salir a escondidas de sus amigos, porque según el Código del Merodeador las relaciones entre componentes de grupo o con familiares de algún familiar del grupo estaban prohibidas. Pero ese código se iba a la mismísima América cuando se besaban en los rincones del castillo o entrelazaban sus manos cuando estudiando o descasando en la cama de Remus.

—Si consideramos que eres tú —sonreía Sam encima de Remus abrazándolo por la cintura, mientras él leía un libro—. Dudo que armen un escándalo. Vamos eres Remus Lupin, el más tierno y conservado de nosotros —rió Sam.

—No importa que sea yo —dirigió su mirada hacia la chica—. Lo que importa es que violé el código número uno.

Samantha quería reír, pero Remus de verdad estaba muy afectado. Ella creía que ese código que escribieron en segundo o tercer año ya no tenía validez, porque a esa edad no les preocupaba tener pareja, sólo se preocupaban de hacer travesuras y pasarlo bien. Jamás se imaginaron que tendría una vida amorosa tan solicitada, ni mucho menos que dos merodeadores se enamorarían.

—¡Patrañas! —rodó los ojos y se sentó entrelazando las piernas con su chico.

Cuando estaban a punto de besarse, la puerta del dormitorio fue abierta violentamente, y Sirius entró besándose frenéticamente con una chica. La rubia trataba de sacarle la camiseta mientras él desabrochaba su propio pantalón. Remus tapó los ojos de Samantha haciéndola reír y en ese momento, fue cuando la necesitada pareja se percató de que no estaban solos. La rubia, quien no era nadie más que Marlene McKinnon, se sonrojó hasta las orejas y Sirius abrió sus ojos, dándoles a entender que se tenían que ir.

—Nosotros ya nos vamos —rió la chica tomando de la mano a Remus, yéndose de ahí—. Por cierto, Sirius —dijo antes de salir de allí—. No quiero ser madrina aún, por favor.

Remus y ella rieron fuertemente, mientras escuchaban como Sirius trataba de convencer a Marlene de que se quedara y siguieran en la suyo, porque nadie más los molestaría.

—Pobre Marlene. No sabe lo que hace —bromeó Remus abrazando a Sam por los hombros con sus manos entrelazadas.

—Nosotros también estábamos en algo —sonrió Potter de forma coqueta.

—Ah, ¿sí? —preguntó él, haciéndose el desentendido. Sam alzó una ceja, y con sus pies en puntitas tomó la corbata de Remus, para que este bajara y pudieran juntar sus labios en un dulce beso— ¿Sabes, Sam? Me encantas —aquellas palabras salieron de sus labios sin pensarlo, una vez que se separaron.

Él abrió sus ojos lentamente, verificando la expresión de la chica. Samantha lo miraba sorprendida, pero luego le sonrió y lo besó lentamente. El licántropo la tomó por la cintura y la elevó por los aires con sus labios aun unidos.

—Y tú a mí, Lupin —dijo en sus labios.

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Un calor de los mil demonios se sentía en las mazmorras a esa hora de la tarde, cuando a Gryffindor y a Slytherin les tocaba Pociones con Slughorn, quien hablaba animosamente sobre los éxitos que tuvieron algunos de sus alumnos en la creación de Amortentia.

—Ahí viene. Se acerca cada vez más —decía Sam, nerviosa de saber su calificación.

Remus sostuvo su mano bajo la mesa para calmarla, y cuando ella volteó a mirarlo sonrió un poco sonrojada, hasta que Slughorn llegó a su mesa y les entregó el informe.

|1| Estaré a tu lado 🐦‍🔥 Remus Lupin ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora