|1| Estaré a tu lado 🐦‍🔥 Remus Lupin ✔

32. El bebé

Sam despertó en su cama, y con sumo cuidado intentó sentarse en ella. Rió al escuchar a Alhena balbucear algunas cosas junto a los ladridos de Leo, mientras Remus les hablaba a ambos sobre lo mal que era tirar la comida al suelo. Ella deseó poder levantarse de la cama y compartir las risas y bromas con ellos, pero no, no podía. Como si Leo tuviera una censor que indicara cuándo despierta la chica, el ya no tan cachorro llegó a la habitación junto a Alhena, quien gateaba y reía cuando el perro jugaba entre sus piernas. Apenas la vieron en la cama sonrieron y Leo subió a la cama de un salto, no así Alhena.

—No llores, cariño —dijo Sam al ver que la pequeña hacía un puchero y teñía poco a poco su cabello de gris. Sí, lo teñía de gris.

No hacía pocas semanas la primera manifestación de metamorfomagia se hizo presente en la bebé. Fue cuando Remus le hizo cosquillas que su cabello se tornó morado, y tras eso, mientras miraba la televisión, una película de dibujos animados, su nariz se volvió igual a la del personaje.

Remus llegó finalmente, y tras dejar el desayuno de Sam en la cama, tomó a Alhena en sus brazos y la dejó a un lado de su madre.

—¿Cómo amanecieron? —sonrió Remus, tocando suavemente el estómago de su esposa.

—Bien —sonrió de vuelta y lo besó en los labios—. Aunque creo que alguien está con hambre, porque no ha dejado de moverse.

—¿En serio? —Remus, ansioso, puso su mano sobre el vientre de Sam y sintió leves movimientos allí—. Es espectacular —dijo emocionado—. Cariño, Alhena, ven —dijo—. Pon tu mano aquí —Alhena hizo lo que el castaño dijo, y casi dio un grito cuando sintió algo moviéndose—. Ahí dentro está tu hermano.

Como ya sabrán, esa noche, Lily había dado justo en el clavo; Sam no estaba estresada ni tenía ansiedad porque Remus iba a las misiones de la Orden; o quizás sí. Aun así, un bebé era lo que estaba provocando esos atracones de comida, los mareos y quizás cuantas cosas más de las que ni siquiera se había dado cuenta. Sin querer dar ninguna ilusión y para cerciorarse de que cometieron ningún error en su suposición, Sam y Lily fueron a un hospital muggle, "quizás lo puedas ver en el ultrasonido". Así que después de que colocaron un gel raro sobre la parte baja del estómago de Sam y le pusieran un control ahí mismo, miraron a la pantalla y un pequeño punto apareció allí.

—¿Ve eso de ahí, señorita? —dijo el doctor apuntando con su dedo—. Ese es su bebé. Debe tener aproximadamente unos dos mese. ¡Felicidades!

Era su bebé y el de Remus. ¡Iban a tener otro bebé!

Cuando Sam llegó a su casa esa tarde, saltó sobre Remus y le gritó en su cara "hay un bebé dentro de mi útero". El castaño aun un poco confundido y contagiado de la felicidad de su esposa, le sonrió y la besó, y no fue hasta que entendió completamente lo que la azabache le había dicho que la dejó en el suelo y la miró anonadado.

—¿Un bebé? —preguntó, sin poder creerlo.

—Sí, tuyo y mío —dijo Sam feliz.

Remus, aun sorprendido, siguió mirando a Sam, quien le seguía sonriendo. Por un momento, él pensó en gritarle a su esposa "¿Cómo te atreves a estar feliz por algo así?" Pero cuando vio que ella derramaba lágrimas de felicidad contándole a Alhena que tendría un hermanito, todo eso pasó a la historia y solo la abrazó con fuerza, mientras le daba las gracias por hacerlo feliz, una y otra vez. En ese momento de gloriosa felicidad, a ninguno de los dos les importó las consecuencias de un embarazo en época de guerra, estrés y ansiedad. Porque todos los temores que alguna vez tuvieron se harían realidad solo en unos tres meses más.

La primera señal fue cuando Sam empezó a pasar más noches en el baño que en su cama, hay que sumarle a que se sentía débil y agotada. Pero todo cambió en una noche de luna llena, cuando Lily estaba con ella, y el vientre de la morena empezó a doler sin razón. Obviamente, Remus no estaba en casa, así que Lily llamó a Sirius para que llevara a Sam a San Mungo, mientras ella se quedaba con Harry y Alhena.