Cap: 1 ~Casada por obligación~
—Mamá... —Susurré—. No quiero casarme con el hijo del rey...—Cállate—Ordenó ella colocándome una pequeña horquilla en un lado de la cabeza, recogiendo el cabello que se salía de la cola alta que ella había hecho—. Necesitamos dinero, Aída. Somos completamente pobres y menos mal que la tía conoce al rey, el cual, está buscándole una chica a su hijo mayor.
—Pero mamá... No encajo en su mundo y mírame... —Me levanté de la silla y me paré delante del espejo de cuerpo entero.
Mi cuerpo estaba cubierto por un vestido blanco marfil que mi tía me dejó, de textura fina, que caía lisa hasta mis pies.Por suerte, debajo de la tela fina se encontraba otra más grueso para que no se transparentara y se viera nada que no tuviera que verse.
—No es mi tipo. Y no tengo ni idea de como tratarlos allí.
—Sé educada —Respondió ella—. Eso sabes hacerlo, ¿no? No es tan complicado —Sacó de una bolsa unas bailarinas blancas, que poco después me hizo poner. Colocó un collar de perlas en mi cuello y maquilló un poco mi blanca cara para que no pareciera tan paliducha. Al acabar, se separó de mi cuerpo y me escrutó detenidamente, una enferma sonrisa se dibujó en su rostro—. Ya te veo casándote con ese muchacho —Y acto seguido se fue, dejándome sola delante del gran espejo.
El coche negro aparcó justo delante de la enorme casa donde, naturalmente, vivía la realeza.
Mi madre frotó sus manos juntas.
—Mamá, no estoy segura de esto... —Me quejé en voz baja—. No quiero casarme tan joven y tampoco obligada. Si me tengo que casar, que sea por amor.
Ella soltó una carcagada.
—¿Quién te va a querer a ti? Si la gente solo se fija en aquellas que poseen dinero, no en los que no tienen ni un duro, como nosotras —Aclaró, señalándonos.—Mamá... Porfavor, no me hagas esto —Supliqué en vano.
—¡No me lo hagas tú! ¿Quieres ser feliz de una vez? ¿No estás harta de comer siempre lo mismo? Es que como sigamos así, nos van a echar de la mierda de casa que tenemos. ¿No lo entiendes? Quieres vivir debajo de un puente?
Bajé la mirada. Sentí como mis ojos se llenaban de una sustancia salada. Luché contra ellas para que no salieran. La puerta se abrió por el conductor que había salido mientras nosotras conversábamos. Mi madre le sonrió, se giró para salir pero no lo hizo. En su lugar, me miró y se acercó a mi.
—Y acuérdate de no decir ni una palabra sobre nuestro estado económico. Nadie tiene que saber que somos pobres, ¿de acuerdo? —Me recordó.Subí las escaleras detrás de mi madre—después de salir del coche—, la cual, casi corría por ellas.
Cuando tocamos al timbre, un hombre con esmoquin nos abrió la puerta, por lo que averigué, era el rey. Su mujer estaba al lado de él, sonriente, con su vestido color vino ajustado a su pequeña figura.
No les presté mucha atención a su presentación. Aunque debería de haberlo hecho.
Nos hicieron pasar y nos llevaron hasta el salón, allí nos sentamos y la mujer que supuse que sería la sirvienta por su atuendo, nos sirvió el té.
Y fue entonces cuando empezaron las preguntas.
—Y bien, ¿te llamas Aída, no? —Me preguntó la mujer agarrando con sus delicadas manos la tacita tan delicada de té.
—Sí —Respondí mirando el contenido de mi taza.
—¿Cuántos años tienes? —Preguntó ésta vez su marido.
—15. Dentro de unos meses cumplo 16... —Susurré alzando la mirada.
Una chica de piel bronceada y pelo negro brillante, apareció en la sala y se acercó a la mujer del vestido de color vino, para después inclinarse y susurrar un par de cosas en su oído.
La mujer, asintió y se levantó, alisando con sus manos el vestido.
—Perdonadme un momento, voy a buscar a mi hijo —Sonrió y salió con la chica que había entrado minutos antes.
—Siento la tardanza de nuestro hijo—se disculpó el rey—estamos teniendo unos problemas con él. Pero se lo aseguro, señorita, va a ser un buen chico con usted —Él inclinó la cabeza hacia mi, sonriéndome.
—Eso tendría que decir yo de mi hija, señor Bieber —Habló mi madre antes de que yo abriera mi boca y lo jodiera todo. Según ella es lo que siempre suelo hacer—. Estoy segura de que mi hija es la chica adecuada para su hijo. Y si no lo es, lamento mucho las molestías que os hemos causado.
Unas voces desconocidas se escucharon cada vez más cerca. Decía cosas como: '"No quiero casarme, mamá'". "Soy joven aún, quiero vivir la vida". "Estoy harto de las putas leyes, joder". "Es injusto que me case por una puta obligación".Luego pude escuchar la dulce voz de la mujer del rey diciéndole que tenía que hacerlo y que si yo no le gustaba, podía decidirse por otra.
Suspiré. Acaricié con la yema de mis dedos el filo de la taza. Unos pasos se escuchaban cada vez más cerca. El picoteo de los tacones de ella al chocar contra el suelo me ponía de lo nervios.
—Bueno, siento la tardanza —Se disculpó la mujer—.Justin, ella es Aída Duran. Aída, él es mi hijo, Justin Bieber.
Alcé la mirada y me encontré con una amielada. Llevaba una gorra de colorines al revés, y su pelo estaba alborotado en su frente. Tenía los labios apretados al igual que sus puños. Iba todo de negro, menos sus supras, que eran rojas y brillantes.
Vaya... Si que era guapo el chico.
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Casados por ley {Justin Bieber} (TERMINADA) EDITANDO.
Fanfiction[Próximamente habrá una descripción aquí]