Prefacio

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7 meses en este infierno, no puedo más, pienso en lo que acarrea terminar con mi vida, sería fácil, nadie le importaría, simplemente terminaría con otra alma perdida en el mundo, pero sería un alma libre, fuera de esta jaula donde no se si se me permite respirar.

Aunque podría intentar huir primero, se que es difícil pero al menos si él me atrapa moriría que después de todo es mi deseo. Morir en el intento, eso suena bien.

***

Es viernes en la noche, hoy a salido como suele decir su rutina. La llave se encuentra en el primer cajón de su escritorio debajo del sobre donde tiene esas espeluznantes fotos. Solo tengo que llegar allí.

Cuando escucho que cierra la puerta y pone la cerradura de seguridad, me dirijo a su escritorio, abro el cajón, levanto el sobre y allí está. Cojo la llave en mi mano y voy hacia la puerta, intento abrirla pero no funciona. ¿Por qué no funciona? empiezo a darle golpes a la puerta, tenía que funcionar, ¿Por que no funciona? y me doy cuenta de que no necesito solo la llave, necesito el código de seguridad. No puedo quedarme aquí. No puedo más y entre el llanto y la desesperación regreso la llave a su lugar y con un gran fracaso vuelvo a mi habitación.

Dos horas más tarde, estoy acostada en mi cama y escucho cuando llega. Es la hora, esa terrible hora de la noche cuando tengo que dejar de sentir. Abre la puerta de mi habitación, se quita los zapatos y la chaqueta dejándola en el piso y se acerca a mi, se acuesta a mi lado. Él huele a alcohol barato y tabaco, mezclado con el olor de algún perfume de una puta con la que estuvo, y es entonces cuando prosigue a hacer su acto.

Sus manos viajan por mis piernas recorriendo todo mi cuerpo hasta mis pechos, quita la colcha con la que estoy cubierta y me despoja de mi ropa, no puedo hacer nada, se lo que pasara donde me negara. Hace lo mismo con su ropa y allí estamos él encima y yo debajo, y entonces como suele hacerlo, entra en mi bruscamente sin temor y sin remordimiento, simplemente como una bestia salvaje que se está divirtiendo con su juguete preferido. Miro hacia el techo imaginando la libertad que me daría la muerte para evitar contar el tiempo que se demora en terminar. Cuando finalmente lo hace, se retira, se pone en pie, coge sus cosas y cierra la puerta, dejándome allí, completamente sola y desnuda, con la culpa hostigante, como lo que soy, una simple esclava.

Strangers in the NightWhere stories live. Discover now