Hace 49 días desde la última vez que hablé con Abel.
Al principio no me lo creía, no creía que todo hubiera acabado. Que ya no luchará más por mi. Me pasé la primera semana mirando el móvil, esperando una llamada,un mensaje, lo que fuera de Abel. No salía de casa, sólo para ir al instituto. Comía todo lo que encontraba por casa y luego lo vomitaba. Fumaba todo el rato y no paraba de llorar.
La segunda semana fue igual que la primera sólo que dejé de ir al instituto, ya que no me mantenía de pie, me desmayaba, no tenía fuerzas para nada.
En la tercera ni siquiera lloraba, no me quedaban lágrimas, mi rutina era comer vomitar y dormir. Sin él estaba vacía. Dicen que con el tiempo las heridas se curan, pero yo con el tiempo iba a peor. Estaba en un túnel oscuro sin salida. No estaba preparada para perderle tan pronto. Mis ojos ya no brillaban y hacía tiempo que no sabía lo que era sonreír. Recordaba todo el rato cuando Lara me dijo que él no era como los demás, y me repetía a mi misma que tenía razón, él no era como los demás, era peor.
Llegó la cuarta semana y mis padres me llevaron al psiquiatra. Me dijo que tenía depresión y me recetó 2 pastillas más unas gotas para dormir. Que junto con 2 otros medicamentos que ya tomaba por los desmayos sumaban 5. Y la verdad nose que pasó, si fue el tiempo, la rutina, o simplemente que las cosas terminan.
En la quinta semana empeze a comer menos, vomitar y fumar menos. Volví a llorar y empecé a relacionarme con la gente. Seguía estando vacía pero cada vez dolía menos. Empeze a ver una pequeña luz al final de mi túnel.
Cuando llegó la sexta semana empecé a ir al instituto, aunque no todos los días, ya que me seguía desmayado. Aparentaba normalidad y cuando me lo cruzaba simplemente miraba hacia adelante y seguía mi camino. Volví a sonreír aunque ⅔ partes fueran fingidas.
Ahora estoy en la séptima semana, sigo igual que en la anterior. Me sigo sintiendo vacía, pero no hay dolor. No sufro, porque directamente no siento. Sigo aparentando normalidad, pero se hace difícil. Ya que es una herida tan grande la que hay que ocultar…
***
Ha pasado otra semana, ahora hace 56 días que no habló con Abel. Ni con Dylan, ni Dani, ni con ningún playboy. Será que un día te conocen todos y al otro nadie se acuerda de ti. Un día estás en la cima y al otro por los suelos. Y duele. No quedan lágrimas de tanto llorar. Ya no me reconozco, ni yo ni nadie.
Me da rabia no poder ser como quiero ser, ver la vida de la forma que juré jamás volver a ver. No hacer aquello que quiero por lo que pueda perder. Dije que no volvería, que ni lo imaginaria, un día caigo y veo que vuelvo a ser así. Otro día como otro, sin nada que contar, aburrido, entre lágrimas y recuerdos. Pero joder, ¿que coño me pasa? Yo no soy así, si me caigo me levanto, ¿qué cojones es esto de quedarme en el suelo llorando? Como si se fuera a solucionar así. Ya estoy harta, ¿que no me quiere? Da igual ¿quién ha dicho que necesite un hombre para ser feliz?
Me siento perdida, pero busco una salida.
El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos.
-¿Sí?- contestó aceptando la llamada.
- Aroa, te llamaba porque hace mucho que no se nada de ti ¿como va todo?- suena la voz de Jake por el otro lado.
- Bien supongo.- digo sin saber muy bien qué responder.
- Oye ¿te apetecería quedar de aquí una hora en el Starbucks?- pregunta Jake.
- Claro porque no, allí nos vemos.- supongo que así podré desconectar un poco de todo.
Me pongo unos jeans azules de cintura alta, con una camiseta negra escotada, una chaqueta de flores y mis súper star. Me maquilló la raya de los ojos, me aplico rímel y pintalabios rojo. Me agitó el pelo y me voy.
Cuando llegó Jake está en la puerta fumando como siempre y yo me uno a él.
-Aroa no te creo.- me dice Jake en cuanto entramos en el Starbucks.
- ¿Como que no me crees?- preguntó sin saber a lo que se refiere.
- Se que no estás bien, nadie habla de ti, has desaparecido del mapa, por no decir que se que estuviste un mes como mínimo sin ir al instituto. Y cuando le pregunté a Abel sobre ti, me ignoro completamente.- me quedo petrificada, nose que decir.
- Si bueno, dicen que aquello que mata nos hace más fuertes.- Jake me coje la mejilla y me la acaricia.
- ¿Puedo saber qué pasó?- me pregunta retirando la mano de mi mejilla y pidiendo dos batidos.
- Que todo va y viene, pero sobretodo se va… Y a mi me toco irme de su lado.- poco a poco siento como mis ojos se humedecen.
- ¿Porque desapareciste de repente?- pregunta.
- ¿Porque no? Si me quedaba me hundiría más- respondo sin pensármelo dos veces.
- ¿Y lo has vuelto a ver?
- El caso no es volverlo a ver, sino ver cómo vuelve.- contestó mientras se me escapan las lágrimas de los ojos recordando esa frase de mi canción favorita.
- Vaya… no tengo palabras, nunca te había visto tan sentimental ¿seguro que eres tu?- me río y él conmigo.
- Si soy yo, sólo que la gente solo ve la parte fuerte de mi, pero yo no soy una roca.
-Nadie lo es.- Jake está siendo muy simpático y la verdad me estoy desahogando bastante con el.
-Lo se…- digo sin saber qué decir.
- Pero tranquila Aroa, que la vida sigue y tu sigues con ella.- vuelvo a derrumbarme.
- Si la vida sigue, pero yo no quiero que siga, ni que se pare, yo quiero que vuelva hacia atrás.- Jake me coje de la cara y me dice.
- No mires hacia atrás y sigue adelante porque tu puedes.- asiento con la cabeza.
- Jake hablamos otro día que hoy me tengo que ir.
-Claro.- nos despedimos y me voy.
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Wounds that change
Teen FictionTodo el mundo ha tenido un primer amor. Ese amor que te ilusiona y no te hace pensar en nada más. Ese amor que te hace perder la cabeza y acaba rompiéndote el corazón. Ese amor del que siempre se aprende. Aroa Lewis, una chica con carácter, fría, or...