Fragancia a citricos

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—¡Natsuki!

El grito de Youichi resonó en su habitación, por suerte para su reputación de chico frío, no había nadie que presenciara el momento en que se lanzó a los brazos de su hermana, quien sonrió con tristeza al notar las lágrimas que escaparon de los ojitos de su hermanito.

—Lamento haberte preocupado —susurró con un tono suave, nada que ver con su acostumbrada voz despreocupada o su tono oscuro en situaciones delicadas.

—Tu... tuve mucho miedo... creí que... que esta vez me quedaría completamente solo. —Natsuki sintió una gran presión en su corazón al oír esas palabras. Por fortuna, Youichi no podía verla directamente al rostro desde su posición, así no notaría su expresión abatida.

—¿De qué hablas? ¿Acaso no conoces a tu hermana? —rió, agachándose para que su rostro quedara a la altura del de el niño—. Algo como eso no será suficiente para matarme —aseguró, sonriendo con suficiencia.

Al menos sus palabras fueron un poco consoladoras para él, pero aún se notaba su preocupación.

—¿Sabes que hermana Hotaru...?

—Lo sé, pero descuida, Mikan fue a solucionar el problema. —En ese momento, la expresión de Youichi se tornó lúgubre, como si diera por hecho que Hotaru no tenía esperanzas—. Mu... Mun y Natsume fueron con ella —agregó, un poco nerviosa por su reacción.

—Bueno —balbuceó un poco más aliviado.

—Por eso no te preocupes, en el peor de los casos... —Antes de completar su frase, recordó sus crueles palabras.

"Si en dos días no traes ese antídoto, voy a dispararme en la puta cabeza para que sufras, perra"

Youichi la miró confundido, notando su sonrisa inquieta.

—Soy una desgraciada... En fin, encontraremos una solución, tú no te preocupes —aseguró.

No estaba seguro, pero confiaría en Natsuki.

—¿Puedes dormir conmigo? —pidió, luego de tantos días sin su hermana, quería tener un momento juntos.

—Claro, pero antes tengo que hablar con alguien... En cuanto termine vuelvo —prometió, despeinando su cabello con una sonrisa afectuosa.

Youichi se imaginó que, sea quien fuese la persona con la que quería hablar, sería una charla incómoda o eso decía la expresión de la mayor.

. . .

Ahora te diré lo que he hecho por ti...
mil lágrimas derramé.

Natsume sólo escuchaba sin comentar nada, honestamente no podía importarle menos lo que Andou pudiera decirles, pero ese no parecía ser el caso de Mikan, que balbuceaba nerviosa sin saber qué responder.

En realidad, le llamaba más la atención la reacción que acababa de tener Buru, quien en esos momentos estaba observando a los alrededores como si nada.

Sabía, por palabras de Mikan, que esos chicos habían tenido una vida bastante turbulenta, así que no dudaba que hubiese algo en sus pasados que los pusiera sentimentales, lo que le parecía curioso era la reacción calmada a pesar de haber estado llorando.

A Buru Mun no la conocía mucho, a diferencia de Okami, con quien convivió indirectamente en el festival; Kurosaki, que constantemente estaba metida en su salón o Pyuma, quien también iba varias veces a la clase y a quien vio participar en la obra de "Hansel, Gretel y dos gatos"; incluso a Suta Hikari, que al menos había visto por el juego de rol y el incidente en el que Yoru la hizo enojar cuando fue el concurso de salchichas.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora