Se terminaron los problemas

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—Sean bienvenidos, jóvenes.

La odiosa sonrisa de Medusa sólo los puso de mal humor, a los cuatro; a su parecer, tenía una cara muy golpeable.

Sus compañeros estaban teniendo muchas dificultades para controlar a los hombres que los atormentaban, con Tsubasa tratando de retenerlos con la manipulación de sombras, mientras Mun los encerraba en esferas de agua las cuales usaba para ahogarlos hasta que quedaran inconscientes, luego de eso los soltaba. Penguin, por otro lado, sólo corría de un lado al otro en la habitación, a veces sirviendo de distracción para algunos hombres, cosa que no desaprovechó el otro par.

—Tú... bastardo... —El momento que Natsume tanto había esperado.

Mun y Mikan pudieron notar como la marca que Kuro había puesto en su mano empezaba a brillar, demostrando que estaba apunto de hacer uso del poder que ella le transfirió.

Para Natsume era una sensación un poco rara, era como un calor que recorrió su cuerpo, como si en esos momentos hubiese alguien junto a él dándole fuerza para poder lanzar un ataque potente sin preocuparse por las limitaciones de su tipo de alice.

Luego de pasar los últimos días encendiendo fogatas y alejando depredadores, finalmente pudo darle el uso esperado al regalo de Pyuma.

En menos de un segundo, la habitación entera se vio rodeada por las llamas, tapando la entrada y obligando a muchos de los hombres a reunirse en los alrededores.

—¡Increíble, verdaderamente fantástico! ¿Este es el poder del Gato negro? No puedo sino más que aplaudirte —expresó Mihara, fascinado por la demostración de poder del chico, sin saber que era en parte una ayuda de otra persona.

—Cierra la boca, imbécil desagradable—ordenó, haciendo que el círculo de fuego se extendiera y, a su vez, cuidando que no alcanzara a sus compañeros.

—Honestamente, no podría estar más satisfecho contigo. En cambio, con nuestros ángeles, ¿hay algún motivo por el que se están conteniendo? —inquirió, volteando a ver a Mikan y a Mun, las cuales desviaron la vista, evitando sobre todo ver hacia donde estaba Tsubasa—. ¿Es eso? No hay problema.

Los tres se sorprendieron al notar como el muy desgraciado apuntaba con su mano hacia Tsubasa, cuya pierna poco a poco empezaba a convertirse en piedra. Él sólo pudo quejarse en voz baja.

—¡Andou!

—¡Tsubasa-senpai! —Mikan se acercó a su mayor, interponiéndose entre él y Mihara, lo único que podía hacer en esos momentos era protegerlo con su anulación.

—¿Acaso él no lo sabe? Quién lo diría, es una pena que no tenga idea de que tipo de personas son sus ami...

Antes de que el hombre pudiera continuar y en menos de lo que cualquiera pudo procesar, Mun ya estaba frente a él, propinándole un buen puñetazo en su rostro, que le hizo perder el equilibrio. 

Mun dejaba ver una nueva cara ante ellos, está vez un rostro sombrío y frío que indicaba su enojo, aunque no sabían bien cual era el motivo, si es que era por lo que le había hecho a Tsubasa o por las palabras maliciosas de Medusa.

Un poco fastidiado por esto, Mihara no perdió el tiempo y, con algo de dificultad, aprovechó los pocos segundos antes de estrellarse contra el piso para apuntar al hombro de Mun, el cual claramente se empezó a petrificar, consiguiendo que ella mostrara una mueca adolorida.

—Me... me tomó por sorpresa —admitió—. Y mira, has sido golpeada en una parte peligrosa, si se extiende bloqueará el flujo de sangre del cora...

Nuevamente se vio interrumpido por una fuerte patada de parte de Mun, que se sostuvo el hombro con la respiración agitada.

No me volverás a romper,

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora