Mentiras

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Despertar a Natsuki no era algo fácil, más bien, era misión imposible. Prácticamente gastaron su mañana en intentar levantarla, perdiéndose su primer desayuno junto a sus compañeros en la cafetería, pero eso era lo de menos.

—¡Ya levántate! —chilló Mikan; la sostenía por uno de sus brazos, jalando y tratando de sacarla de su cama—. ¡También bájale a los chocolates! —Finalmente consiguió su meta, aunque ambas terminaron en el piso, con la pelinegra encima de la castaña—. ¡Quítenme esta morsa de encima! —suplicó a sus amigos, quienes habían permanecido en silencio hasta entonces, comiendo un poco de cereal con lechita.

Mun se limitó a levantar uno de sus dedos, un pequeño chorro de agua cayó directamente en las chicas, despertando de golpe a Natsuki.

—¡Ya estoy despierta! —exclamó mientras se incorporaba, viendo a los alrededores con sorpresa—. Este no es mi apartamento...

—No, tarada, recuerda que ayer llegamos a la academia –mencionó la rubia con un tono despectivo y hostil, provocando una risa incómoda en la chica.

—Cierto.

—Oye, Natsuki.

—¿Qué pasa, Mikan?

—¿Puedo pedirte un favor?

—¿Cuál?

—¡Quítate de encima, gorda de mierda! —gritó molesta, pues la pelinegra estaba sentada sobre ella. Aparte de que, por su culpa, también estaba mojada y ella ya tenía el uniforme puesto—. ¡Y lárgate a cambiar!

. . .

Los nueve observaron el edificio escolar con duda. No tenían la misma edad, así que deben separarse a la hora de clases, cosa que no los motivaba para nada, normalmente los malos tragos los pasaban juntos.

—Recuerde lo que dijo Persona. —Fueron las última palabras de Natsuki, antes de que se adentrara al edificio seguido de todos.

—La primera planta es el nivel primario, la segunda el secundario. —Comenzó a decir Kuro, recordando las instrucciones de Narumi. Los nueve comenzaron a subir las escaleras, hasta llegar al siguiente piso.

—La tercera es la superior —confirmó la de pelo plateado, que junto a la rubia siguieron subiendo—. Nos vemos, no se metan en problemas. Lo digo por ustedes dos. —Apunta a Mikan y Yami.

—¡No prometemos nada! —responden sonriendo con falsa inocencia.

—¿Crees que estén bien por su cuenta? —cuestiona a la rubia, quien iba algo pensativa.

—No.

Suelta un suspiro ante la fría y cortante respuesta.

Una vez en el último piso, se concentraron en buscar su salón, lo bueno es que estos se encontraban marcados y no les costó nada dar con el suyo: 2–G. Frente a este se encontraba un hermosa señorita, de largo cabello amarrado en una coleta alta y de color rubio. Sus ojos eran marrones y mantenía una mirada apacible. Usaba un vestido oscuro, bajo este una camisa manga larga blanca, unas mayas negras con unos zapatos de tacón rojos y un collar con una piedra del mismo color.

—Bienvenidas, soy Yamada Serina, profesora de inglés, tutora de la clase de predisposición y también de la clase G. —La voz de la maestra era serena, calmada, tratando de transmitir paz a sus alumnas, aunque su rostro neutro no ayudaba del todo.

—Un gusto, profesora Serina —dijeron al unísono. 

Con la presentación concluida, las tres ingresaron al aula, la mayor parte de los alumnos voltearon a observar al par de jóvenes, que se incomodaron por tener tanta atención en ellas, la única que se dignó en demostrarlo fue Mun.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora