Bienvenida

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Mientras la noche poco a poco se asentaba en aquel desolado y tranquilo bosque, Mikan caminaba en dirección al lago, a su lado iba Penguin, el cual lucía un poco agotado —al parecer dar energía a la laptop se la había quitado a él—. Por un momento se cuestionó si duraría prendido lo que restaba del viaje.

—En el peor de los casos puedo llevarte en la mochila —musitó, sonriendo con inquietud.

Ella no lo sabía, ya que no había tenido la oportunidad de preguntarle los detalles a Hotaru, pero Penguin tenía dos modos de carga: La convencional, que era conectarlo a una batería que estaba en su laboratorio en la academia, y la que en esos momentos aprovechaba el robot, la solar.

La última era efectiva en esas circunstancias, pero para aprovecharla bien debía apagarse en la noche. Por suerte, aún si tuvo que donar parte de su energía, aún podía durar lo que restaba del viaje sin problema.

Una vez llegaron al lago, Mikan admiró con asombro el hermoso escenario, la luna se reflejaba magistralmente en el reflejo del agua, además de que habían pequeñas luciérnagas flotando a los alrededores.

—Hotaru... —murmuró con tristeza.

La preocupación que sentía por su amiga sólo pudo olvidarla un poco gracias a su determinación en el viaje, pero ahora que estaban en una "pausa" hasta obtener información, había tenido tiempo para que sus pensamientos pesimistas la invadieran.

—¿Qué pasa si no lo consigo? —susurró, sentándose frente al lago con una expresión angustiada.

Penguin se acercó a ella, poniendo una de sus alas en su rodilla, en un adorable y reconfortante gesto.

—¿Sabes? Siento que tú y yo nos parecemos mucho —mencionó, causando curiosidad al robot—. Ambos queremos mucho a Hotaru y queremos encontrar una manera de salvarla; sin embargo, somos torpes y no sabemos ni por dónde empezar.

Sus ojos se desviaron hacia el frente, notando como una de las pocas ranas que quedaban por la zona sacaba su lengua para comerse una luciérnaga.

—No los culpo por su poca fe... hasta ahora no he hecho más que causarle problemas a todos... Mun ha tenido que hacer todo el trabajo, incluso Tsubasa-senpai ha hecho más por el equipo y eso que no estaba contemplado en la ecuación...

Si Penguin pudiese hablar, él probablemente le diría algo similar a: "Te subestimas".

Aunque las acciones de Mikan pudieran ser pequeñas a sus ojos, eran más importantes de lo que creía. Para él, ella era la principal salvadora de Hotaru; si bien los demás eran buenos y útiles, ninguno tenía ese nivel de amor y preocupación por su ama como lo tenía la castaña.

Además, de no ser por ella, él hubiese sido tirado o convertido en piedra.

Con eso en mente, Penguin buscó en una pequeña bolsa que yacía en su estómago, sacando de él un objeto que entregó a Mikan.

—¿Um? ¿Qué es? Oh, ¿un broche con forma de pingüino? ¿Para mí? Muchas gracias.

Aquella simple acción pareció traer un poco de alegría a la deprimida castaña, que sonrió con ternura hacia el objeto que le fue entregado.

—Por suerte, tengo mucha gente que se preocupa por mí y me apoya —mencionó—. Quiero que sea igual para ti... Estoy segura que cuando llegue el momento, tu podrás ser el héroe que tanto necesitamos —aseguró, colocando el broche en su saco—. A pesar de lo que dice Bobotsume, a mí me alegra que estés aquí, es como tener una parte de Hotaru con nosotros —confesó, recargando su cabeza en sus rodillas, sonriendo hacia Penguin, que correspondió el gesto—. Si trabajamos juntos, podremos encontrar la forma de salvar a Hotaru.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora