Hermanos mayores

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—Hello, my friends —saludó Natsuki en cuando ingresó al salón, algunos corresponden, otros sólo pasan de ella—. Joder, muero de sueño.

Yami se limitó a arquear una ceja mientras sonreía burlonamente—. ¿Cuándo no?

—Touche.

Mikan aún no llegaba, en cambio, Natsume y Ruka ya se encontraban presentes. No pudo evitar darse cuenta de que ambos la miraban con intensidad, simplemente sonrió con desdén y diversión mezcladas.

—¿Tengo algo en la cara? —cuestionó con un tono de simpatía falso, Ruka negó rápidamente, apenado por ser descubierto; Natsume, en cambio, entrecerró los ojos con duda, sin apartar la vista.

—¡Buenos días a todos! —Los tres voltearon a la entrada del salón al escuchar la chillona voz de dos castañas, quienes tenían una enorme sonrisa de oreja a oreja y desprendían un aura efusiva, todo en contraste con el pequeño niño de cabellos castaños que estaba a su lado con un rostro apático y algo malhumorado.

Ignorando por completo los rostros dudosos de los demás alumnos, buscó por el salón hasta que divisó la última banca cercana a la ventana, rápidamente corrió en dirección a ella. La mayoría esperaba que se lanzará a los brazos de Natsume o Ruka, algo típico de él. Grande fue su asombro cuando lo vieron abrazarse al cuello de Natsuki, quien correspondió y mostró una dulce sonrisa llena de afecto.

—Ey —saluda la mayor mientras acariciaba suavemente sus cabellos.

—¿¡Se conocen!? —pregunta Sumire acercándose a ellos, estaba bastante sorprendida de ver cómo el menor se ponía cariñoso con alguien que no fuese Hyuuga y Nogi, quienes, por cierto, también estaban ligeramente sorprendidos.

—Es mi senpai, ¿no? —cuestionó el menor mientras se acomodaba en el regazo de la pelinegra, quien jugaba con sus cabellos, desordenándolos, ordenándolos, haciendo peinados improvisados que rápidamente se deshacían.

—Ibaragi también es tu senpai, Matsudaira, nosotros y nunca te dejas abrazar por nadie —opinó la chica con cierta envidia.

—Pero ustedes son idiotas molestos —respondió sin más, ganando gestos indignados.

—Youichi —murmuró Natsuki—. ¿Quién te enseñó a contestar así? —preguntó arqueando una ceja, él apuntó al de ojos carmesí—. Mierda, pensaba agradecerle, pero si hablamos del pervertidiota...

—Vete al infierno.

—Ya vivo ahí, cariño. —Le guiñó un ojo.

—Por cierto, ¿quién es esta pequeña? —preguntó Anna, acercándose a la castaña de cabellos cortos.

—Un gusto, señorita, mi nombre es Sakura Nanami, actualmente se está determinando si voy a asistir a clases —explicó con un tono dulce y emocionado—. Aunque eso signifique abandonar al abuelo. —Lo último lo murmuró algo melancólica.

Luego de un corto silencio que azotó a todo el salón, las exclamaciones de ternura de los alumnos no se hicieron esperar, enternecidos por su dulce voz.

—¿Es tu hermana, verdad? —cuestionó Iinchou acercándose a Mikan, que asintió animada.

—Normalmente los hermanos tienen alice, así que era de esperar que Nana también tuviera uno —menciona Nonoko con un tono pensativo.

—Supongo... —murmura.

La presentación de la menor se vio interrumpida por la llegada del tutor de la clase, Narumi, que los saludó de manera efusiva, la mayoría respondió con un resoplido y pocos correspondieron respetuosamente.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora