Lecciones de vuelo

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Cuando recogí a Saiko del colegio, fuimos a casa directamente. Algo que aprendí viviendo con Rena, es que tenía muy poca paciencia. Seguro estaría en casa, lista para irnos. Entramos en casa y enseguida escuché su dulce voz, en un tono de enfado. Fuimos al salón, donde estaba ella de brazos cruzados, y con el ceño fruncido.

-¿Dónde estabais? Os dije que a las tres os quería aquí a los dos.

-Tuve que hablar con la profesora. Venga Saiko...dile lo que pasó.

-Esto...mamá, no te enfades...¿Vale? Es que en el taller, nos aburríamos...e hicimos una pequeña broma al profesor. Pero él se rio. La profesora ha exagerado, es una bruja.

-Esta es la tercera vez en este mes. Le consientes demasiado Demian.

-¿Qué?¿Y yo ahora que he hecho?

-Nada, ese es el problema. Lo dejaré pasar por esta vez, no quiero enfadarme hoy. Recoged vuestras cosas, ya es hora de irnos.

-¿Irnos?¿Irnos a dónde, mamá?

-Es una sorpresa, ve a buscar tu chaqueta y deja la mochila.-Le revolví el pelo y enseguida se fue corriendo a su habitación.

-Estoy cansada de ser la mala siempre. También es tu hijo.

-Venga...deja de fruncir el ceño tanto.-Me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla.-Alégrate, seguro que después de esta semana, se comportará mejor.

-Coge la maleta, está en la habitación.

-Ahora mismo.

-¡Saiko, ya es hora de irnos!

Salimos de casa y fuimos hasta el portal, que estaba escondido en un callejón.

-¿Papá, qué hacemos aquí?

-Ya lo verás. Entra tu primero, se ve que lo estás deseando.

-Está bien, nos vemos.-Atravesó la pared y me reía al notar la reacción de Saiko.

-¿Qué? ¿Mamá es un fantasma?

-Adentro tú también.-Lo empujé hacia adentro y yo también crucé. Todo estaba muy oscuro, parecía que nadie había estado aquí desde hace tiempo. Fuimos hacia la luz, donde la vi esperándonos. Saiko una vez más sin palabras.

-¿Mamá, por qué tienes orejas?

-Nosotros somos así. Saiko mira, tú también tienes.

-¿Qué?-Se llevó las manos a la cabeza y se tocó sus orejas, también miró hacia atrás viendo su cola.

Saiko también tenía parte de lobo, por lo que también tenía orejas y cola, del color de su cabello, rojo. Saqué las alas, y cuando me miró saltó hacia atrás.

-¡Papá! Tú también eres extraño. 

-Veamos si eres como yo. Tú también puedes sacarlas.

-¿Sí?-Dijo ilusionado. -¿Y cómo lo hago?

-Solo piénsalo, concéntrate.

Cerró los ojos y se concentró, y de pronto sacó unas pequeñas alas negras.

-Mira son como las tuyas, ¿mamá, tú no tienes?

-No, no tengo.-Contestó con una sonrisa.- Pero no te preocupes, yo tengo algo mejor. ¿A dónde vamos Demian?

-¿A dónde quieres ir primero?

-Quiero ver a mi hermana, le echo muchísimo de menos. Hace diez años que no la veo.

Odio o AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora