Hannah [COMPLETA]

4

La decisión de Derek había sido el último paso. Sam corrió hasta su auto mientras los otros imitaban su acción. Cody observaba a Hannah asustado, sin poder hacer nada.

Derek se quedó estupefacto, observando a la joven con lágrimas en sus ojos, desesperada y pidiendo ayuda.

—¡Derek! —Sam lo llamó mientras sonaba la bocina de su auto.

El moreno reaccionó y se subió al auto de inmediato. Tenía las manos temblorosas y lo supo al utilizar una de ellas para abrir la puerta.

El pánico era otra emoción que le acompañaba al pensar en el presentimiento que tenía desde minutos atrás. Miró a Sam.

—Siento algo extraño desde que la dejamos allí —confesó.

—¿Algo como qué? —preguntó Sam.

—No lo sé —murmuró—. Es como un extraño presentimiento.

Sam se acomodó en su asiento.

—Derek, eso es normal.

Holmes negó con su cabeza un par de veces.

—Quisiera creer eso ahora mismo.

Sam suspiró de forma pesada y miró por un momento a Derek.

—Vale Derek. Hicimos esto por ti, querías que la chica te hiciera los mejores trabajos, querías quitarle el bendito puesto y ser el número uno por tu padre. ¿Ahora estás diciéndome que te arrepentiste?

—No estoy diciendo eso, es solo que...

—Es solo que deberías cerrar tu boca y dejar de ser un cobarde —completó.

Derek sentía como si algo se acumulara dentro de él, preparándose para explotar en cualquier momento

—¡No soy un cobarde! —aseguró al borde del colapso.

Sam esperó a que se encontrara sosiego. Dedicó un par de minutos únicamente a su tarea de conducir. Pasado aquel tiempo, habló.

—No has matado a nadie, sólo es una broma. Mañana Hannah estará lo suficientemente asustada como para no decirle a nadie y hacer lo que tú quieres.

Derek se recostó en el asiento y cerró sus ojos, como si aquello retrocediera el tiempo.

—Ya no puedo estar tranquilo.

Sam apretó el volante con firmeza, mantenerse paciente no era un tarea fácil para él.

—Solo cállate Derek, hazme ese favor. Nunca doy marcha atrás a mis planes, mucho menos por tus berrinches de niña.

Después de sus secas palabras, Derek se quedó en silencio el resto del camino.

No podía dejar de pensar en que habían llegado muy lejos. Tampoco podía negar que al principio todo le pareció una excelente idea. Quería quitar un puesto que no se merecía, que su padre lo premiara dándole al fin la atención que necesitaba desde que era un niño. Pero aquella chica con ojos llorosos, suplicando clemencia; logró que se retractara.

Al llegar a casa de Sam, el moreno de ojos café se bajó del auto.

Se asombró al notar que su cuerpo temblaba.

Los demás se unieron al grupo para entrar a la gran mansión juntos.

—No esperaran entrar por la puerta principal —dijo Sam.

Derek comprendió lo que decía.

Los demás asintieron y desviaron su camino de la ruta normal. Ian se detuvo en pleno trayecto.